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Determinismo Social E Intautencidad En La Regenta


Enviado por   •  9 de Marzo de 2013  •  1.508 Palabras (7 Páginas)  •  693 Visitas

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La Regenta es un fresco de la España de la Restauración. Clarín crea en su novela un microcosmos, Vetusta, por el que desfilan nada menos que ciento cincuenta personajes a los aplica el bisturí con mano certera, dejándonos ver sus entrañas. No estamos ante una novela histórica aunque el ambiente de la Restauración sea el marco preciso en el que se desarrolla la historia de Ana Ozores.

La Regenta es sobre todo una novela psicológica cuyos personajes, tanto principales como secundarios, desnudan su alma no sólo ante el lector sino ante sí mismos.

El autor se esconde detrás de los personajes y les deja hacer. Es suficiente. Rara vez encontramos la voz del narrador dirigiéndose a nosotros. No estamos, pues, tampoco, ante una novela de tesis. El autor no trata de ilustrar a través del relato ninguna opinión particular. Es una novela total, un mosaico en el que los personajes muestran cada uno su particular ideología sin que en ningún momento aparezca la ideología del autor.

Esta impersonalidad (estilo indirecto libre) impide descubrir la ideología del autor a partir de la mera lectura de la novela. En sus páginas encontramos más lo que Alas aborrece que lo que profesa. Se diría que se siente a don Leopoldo rechinar los dientes, unas veces, reír a carcajadas, otras. El autor se esfuerza por no estar presente pero se siente su personalidad detrás de cada trazo caricaturesco, de cada sátira sangrienta y de cada grito de rebeldía.

Al casarse con don Victor Quintanar, Ana Ozores ha dejado de ser aquella niña de cuatro años de la que todavía se acuerda y empieza a ser la Regenta. Para ello ha tenido que renunciar, una tras otra, a todas sus aspiraciones y vocaciones, ajustándose al modelo que sus tías y la sociedad de Vetusta habían tramado de antemano. Ni literata ni mística, sino mujer del Regente. La vida de Ana Ozores sigue entonces un camino que no ha elegido y le ha sido impuesto, un camino que acaba en un adulterio del que es cómplice toda la ciudad de Vetusta.

El determinismo social y educativo que explica la evolución de Ana Ozores desde lo que pudo llegar a ser y lo que fue efectivamente, se aplica también al otro gran personaje de la novela: el Magistral.

En el caso de Fermín De Pas es su madre, mujer ambiciosa y dominante, quien determina su conducta. Imposibilitada por su condición de mujer de ser cura, condición que sabe propicia para satisfacer su avaricia, empujará a su hijo a la carrera eclesiástica primero y a la corrupción después. Así como Ana Ozores fue lo quiso la sociedad vetustense, otro tanto le ocurrió a Fermín con su madre. También él, al recordar su pasado, doña Paula no quería un hijo santo sino un clérigo corrupto, que dominase y saquease a la feligresía. Y aquella fe de antaño del estudiante de Teología deviene en la voluntad de poder del Magistral de Vetusta.

Naturaleza y existencia inauténtica

La Regenta y el Magistral no son sino la expresión de la existencia inauténtica de lo que pudieron haber sido Ana Ozores y Fermín De Pas. Es la sociedad de Vetusta la que los ha convertido en lo que son. Ni Ana es adúltera ni Fermín es corrupto por naturaleza, llegan a serlo empujados por el medio social en el que viven.

Pero hay ocasiones en que recuperan su autenticidad, en que vuelven a ser ellos mismos.

O, también, cuando Fermín De Pas lee la carta de Ana en la que ésta le llama "hermano mayor querido".

Cuando Ana y Fermín se encuentran, convertidos ya en Regenta la una y Magistral el otro, vuelven a florecer en ellos los antiguos anhelos, creen encontrar el uno en el otro una tabla de salvación entre tanta podredumbre como les rodea.

La Regenta es el drama colectivo de la inautenticidad. Todo es inauténtico, incluso la propia Vetusta que no es sino un Oviedo disfrazado.

El drama que relata la novela no se refiere tanto a la historia de un adulterio y de un cura enamorado como a la lucha dramática entre la carne y el espíritu, entre lo natural y lo convencional.

En el personaje de Ana Ozores se manifiesta con mayor virulencia esta lucha. La Regenta sufre un doble asedio: el Magistral y Alvaro Mesía disputan por conseguirla. El primero pone cerco a su alma, el segundo a su cuerpo. Ana Ozores se debate entre dos pretendientes que representan a la Iglesia y al mundo, al espíritu

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