Diversidad Hispanohablante
Enviado por tamiboyd • 19 de Mayo de 2014 • 2.047 Palabras (9 Páginas) • 1.021 Visitas
Al igual que otros países de América, el nuestro ha sido y es multilingüe, pero en menor proporción. En el presente sobreviven -en diferentes condiciones- solo cuatro en Chile continental (aymara, quechua, mapuche y kawesqar) y una no amerindia en la Isla de Pascua (rapanui); seis se han extinguido (chango, atacameño, diaguita, selk'nam, yagan y chono), algunas prácticamente sin dejar huellas.
Sobre la existencia de varias lenguas en el territorio informa, tempranamente, el cronista Gerónimo de Bibar (1558). Los valles de Atacama, Copiapó, Huasco, Coquimbo, Limarí y Combarbalá hasta el de Aconcagua poseían sus propias lenguas, no habiendo grandes diferencias entre algunas de ellas. Así, refiriéndose a los habitantes del valle de Huasco, expresa: "Estos yndios difieren de la lengua de Copiapo como byscainos e navarros" (Vibar, 1979:40). Es decir, presentaban diferencias dialectales no muy pronunciadas. Desgraciadamente, no quedaron documentadas.
Como consecuencia de la conquista incaica, el quechua era entendido en dichos valles. Por ello, según Vibar, cuando Pedro de Valdivia llegó al valle de Copiapó ordenó a la gente de a pie y a los yanaconas que hablaran en esa lengua a los aborígenes locales, los cuales huían ante la presencia de los españoles. "Luego el capitan de los yndios - escribe -, quando oyo la boz y entendio la lengua del Cuzco - puesto qu'es de la suya muy diferente, porque en toda la tierra y provincias de Indias cada XX y XXX leguas difieren los lenguajes - entendiola, porque avian tratado con yndios del Cuzco (porque tenian a las diez y ocho leguas del valle de Copiapo un pueblo ... de yndios del Cuzco), y como con ellos tratavan, entendia la lengua este capitan y otros muchos" (Vibar, op.cit.: 30).
Respecto del resto del territorio, el cronista da testimonio de la homogeneidad del lenguaje. Refiriéndose a la zona de Aconcagua escribe: "La lengua d'estos valles no difiere una de otra" (op.cit.:51). Los promaucaes, situados a siete leguas al sur de Santiago, por su parte, "son de la lengua y traxe de los de Mapocho" (op.cit.: 165). La población que habitaba entre los ríos Itata y Toltén hablaba la misma lengua de la comarca de Santiago. Más al sur, los habitantes de Valdivia "difieren vn poco en la lengua a las demas provincias que tengo dichas" (op.cit.: 190). Por último, de la gente de la Isla de Chiloé afirma que "la lengua difiere vn poco" (op.cit.: 249).
De esa primera e importante crónica se infiere, pues, que, al iniciarse la conquista de nuestro país, había más diversidad idiomática en la zona norte y que, en la mayor parte del territorio conocido hasta entonces se hablaba una sola lengua, con pocas diferencias dialectales, lo cual fue corroborado posteriormente. De las lenguas de los valles del norte, mencionadas por Vibar, no ha sobrevivido ninguna. Tampoco la de los changos de la costa.
El aymara
El aymara pertenece a la familia lingüística jaqi y es hablado en Perú, Bolivia y Chile, por, al menos un millón y medio de personas. La mayoría de los aymaras habita en Bolivia. Según, Cárdenas y Albó (1983:285) "la principal ciudad de lengua aymara es La Paz, donde aproximadamente un 40% de su población (640.000) habla aymara, llegando la proporción a más del 90% en algunos barrios". En la región andina solo es superada por el quechua, en cuanto a difusión territorial y número de hablantes (Cárdenas y Albó, op.cit.: 283). Tocante a los aymaras chilenos, su número sería de 30.000, según los autores citados, y de 33.546, según el XV Censo Nacional de Población de 1982.
Fotografía de www.serindigena.cl
La lengua aymara es tipológicamente polisintética y aglutinante, de tendencia sufijadora, muy compleja, pero, a la vez, regular. Una sola palabra puede equivaler a una oración de las lenguas indoeuropeas que nos son familiares, por ejemplo: Aruskipasipxañanakasakipunirakispawa: "Ojalá haya siempre diálogo entre nosotros".
Los aymaras chilenos residen en la I y II Regiones, en tres pisos ecológicos: en el altiplano (sobre 3800 m., localidades de Caquena, Parinacota, Visviri, etc.), en los valles y quebradas de la precordillera (desde 3800 m. hasta los valles de Lluta y Azapa, localidades de Socoroma, Belén, Tignamar, etc.) y en la costa (Arica, Iquique), observándose, en los últimos tiempos, un aumento de los desplazamientos hacia ésta.
Según González (1990:10) “la costa aparece como un polo de atracción de los aymaras, en algunos casos terminal y en otros temporal". Este hecho ha producido un ostensible proceso de aculturación, el cual ha afectado al aymara: sus hablantes han comenzado a abandonarlo y están a doptando el español. Investigadores de Iquique aplicaron una encuesta para conocer el grado de conservación del aymara. Ella dio como resultado que un 57% de las personas tenía conocimiento de su lenguas nativa, "pero solo un 32% utiliza la lengua en la socialización de sus hijos, lo que significa una pérdida de un 25 % de una generación a otra. Esto es muchísimo más significativo en los valles y costa, llegando a un 50%" (González, op.cit.:34).
El aymara se conserva, por el contrario, en mejores condiciones en el altiplano, donde se registra bilingüismo e, incluso, monolingüismo. En esa zona la socialización primaria se realiza en la 1engua materna y bajo una transmisión valórica básicamente tradicional" (González, op.cit.: 47). Según Mamani, en la zona altiplánica de1 interior de Arica, en escuelas de Caquena, Parinacota y Guallatires, los niños son bilingües en su totalidad "aunque el uso del castellano es deficiente" (Mamani,1982:14).
Se atribuye la pérdida del aymara a varios factores, a saber: la escolaridad, la cual vincula sus hablantes al español, la influencia de éste en las urbes, adonde han emigrado, y la religión cristiana pentecostal, inculcada también en español, tanto oral como escrito.
Solo una educación que considere el uso de la lengua aymara podría remediar y, eventualmente, revertir su presente condición precaria.
El quechua
El quechua, cuyo verdadero nombre es runasimi ("lengua de seres humanos, gente") ha sido - y sigue siendo - una de las más importantes lenguas de América (para algunos estudiosos se trata de una familia de lenguas). Se calcula su número de hablantes en alrededor de siete millones (Torero, 1983: 61). Se difundió por un vasto territorio - incluso, después de la conquista española- desde el sur de Colombia hasta el norte de Argentina y el centro de Chile.
Aunque parte
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