EL ENSAYO EN HISPANOAMERICA
nairobyscanino2 de Diciembre de 2013
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EL ENSAYO EN HISPANOAMERICA
El ensayo americano se remonta a la época colonial, pero solo a raíz de la Independencia se perfila como género literario. Los intelectuales de la época escribieron a favor de la autonomía política y abrieron al pensamiento nuevas formas de expresión. La expresión artística de lo ideológico fue muy buscada por los hispanoamericanos, y, por tanto, el ensayo adquiere pleno desarrollo y una alta calidad artística con la renovación de la prosa realizada por el Modernismo.
El ensayo hispanoamericano se encauza por dos corrientes fundamentales: la sociológica y la literaria. En lo que respecta al ensayo sociológico, este tiene su origen en la necesidad de definir el concepto de nacionalidad, en la interpretación del pasado, el mestizaje, el problema del indio, el imperialismo económico, etc. Desde sus orígenes, el ensayo se pondrá al servicio de las ideas sociales, políticas, económicas y culturales de los pueblos del continente. Como precursores de esta corriente encontramos al argentino Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) y al uruguayo José Enrique Rodo (1871-1917). Destaca fundamentalmente el mexicano José Vasconcelos (1881-1959), que escribe sobre filosofía, estética, historia, pero sus aciertos más notables los logra cuando escribe sobre el tema americano. Tal vez el más conocido de sus ensayos sea "La raza cósmica", donde postula que el futuro de los pueblos estará en manos de una raza arraigada en el trópico americano, cuna de la raza dominadora del mundo. Dicha raza, la raza cósmica, la raza mestiza de América, surgirá de la fusión de todas las razas. El dominicano Pedro Henríquez Ureña (1884-1946) trata en su obra de comprender las esencias del americanismo. El argentino Ricardo Rojas (1882-1857) sintetiza en sus escritos el alma de su país e intenta definir el concepto de argentinidad. El peruano José Carlos Mariátegui (1895-1930) enfoca el ensayo desde el punto de vista de lo económico, sociológico y político. El novelista argentino Eduardo Mallea es el mejor intérprete del sentir argentino; su novela participa de la temática de sus ensayos. El mexicano Leopoldo Zea analiza los problemas generales de Latinoamérica y los específicos de la realidad de su país. El escritor cubano José Antonio Portuondo se adentra en la especulación sobre la sociología de la cultura y de la literatura.
Dentro del ensayo literario destaca el mexicano Alfonso Reyes (1889-1959), que, con una prosa de gran pureza, acude a la estética y a la sociología para escribir una extensa obra. Entre sus ensayos más importantes están "Cuestiones estéticas", "Visión del Anahuac", "La experiencia literaria" y "El deslinde". Otro importante ensayista literario es el ya citado Henríquez Ureña, cuyas obras más conocidas son "Ensayos críticos", "Historia de la cultura en América Latina" y "Plenitud de América".
El argentino Enrique Anderson Imbert analiza la situación de la crítica contemporánea.
Por último, el poeta y ensayista Octavio Paz analiza la idiosincrasia del mexicano en "El laberinto de la soledad", y en " El arco y la lira", la teoría de la expresión poética. Sus libros "Las peras del olmo" y "Cuadrivio" son colecciones igualmente de ensayos literarios.
RASGOS DEL ENSAYO ESPAÑOL
El uso del término ensayo para designar a un tipo de escritos de carácter discursivo se generaliza en la cultura española en el siglo XIX, aunque es término que ya hallamos utilizado con significados varios, incluido el ensayístico, en el Siglo de las Luces. Convive a lo largo de los tiempos con una serie de géneros afines, convertidos en fórmulas alternativas para la expresión del pensamiento. La carta, el diálogo, la miscelánea, el tratado y, sobre todo, el discurso, entre otros muchos, han servido de cauce para el análisis y la crítica personal sobre una variada panoplia de temas que inquietaban al hombre en relación con la sociedad coetánea: políticos, sociales, artísticos, morales, literarios, históricos... No resulta, sin embargo, fácil conocer qué escritos podemos introducir en el espacio del ensayo, dada su dosis de subjetividad y demás características propias de esta fórmula literaria, y cuáles pertenecen al ámbito de la ciencia con su intención totalizadora y erudita. Si las formas más puras no presentan ningún problema, es muy frecuente encontrar textos con rasgos menos definidos cuya ambigüedad provoca dudas razonables sobre su adscripción. Cada época ha dado prioridad como vehículo de expresión a una fórmula o a otra en razón de determinados condicionantes culturales y estéticos. También puede observarse que los escritos ensayísticos fluyen con mayor abundancia en los períodos de nuestra historia en los que la sociedad ha disfrutado de una mayor libertad (Renacimiento, Ilustración...). La censura gubernamental y el celo inquisitorial han sido agentes activos en el control de la ideología que han convertido en árido erial importantes zonas de la historia del pensamiento español.
El ensayo literario moderno nace en 1580, cuando Michel de Montaigne publica los dos primeros libros de los Essais, a los que añadirá un segundo tomo con el tercero en 1588. La difusión del término se debe a Francis Bacon, que en sus Essayes (1597), título tomado del escritor francés, lo emplea como denominación de un género concreto que disponía de precedentes antiguos como las epístolas de Séneca, las Meditaciones de Marco Aurelio, los Diálogos de Platón, la miscelánea Noches Áticas de Aulo Gelio o los Moralia de Plutarco, a quien el maestro Ramón Pérez de Ayala denominó “primogénito y patriarca del género moderno ensayo”. El propio Bacon reconocía esta ascendencia clásica cuando afirma: que “la palabra es nueva, pero el contenido es antiguo. Pues las mismas Epístolas a Lucilio de Séneca, si uno se fija bien, no son más que ensayos, es decir meditaciones dispersas reunidas en forma de epístolas”. Independientemente del estilo peculiar de cada ensayista, el nuevo género tiene unas características propias como la brevedad, la presentación personalizada del conocimiento o la fragmentación en distintas partes. En los Essais Montaigne insiste en el orden fortuito y el autobiografismo del ensayo. Subraya con insistencia la identificación entre vida y obra, por otra parte propia de cualquier creación literaria, produciéndose un desplazamiento de la atención desde la materia tratada hacia el individuo, de manera que resulta imposible extraer enseñanzas objetivas o conclusiones formuladas de modo sistemático. Al presentarse el pensamiento en continuo movimiento el lector no puede reconstruir un sistema doctrinal o científico, aunque capta el modo de pensar del ensayista.
La primera traducción española de los Essais fue la de Diego de Cisneros en el siglo XVII, que permaneció inédita por problemas con la Inquisición. Este autor tradujo el primer libro de los Essais entre 1634 y 1636, y, advirtiendo los problemas que podía traer su publicación íntegra, decidió expurgar varios pasajes conflictivos. Es posible que el propio traductor contribuyera de forma involuntaria a poner de manifiesto el contenido heterodoxo de la obra. Así, desde 1640 se formularon prohibiciones cautelares de los ensayos de Montaigne, en espera de la aparición de un Índice expurgatorio que nunca apareció. Hasta 1898 no se publicó la primera versión completa en nuestro idioma, editada en París, que realizó Constantino Román y Salamero.
Sin embargo, los orígenes del ensayo español se remontan al siglo XV, época en la que empieza a asentarse el Humanismo temprano y se siente la necesidad de marcar las diferencias individuales frente a la consideración medieval del hombre como integrante de un orden rígido y religioso, y al mismo tiempo ampliar los referentes culturales y sociales. Esta tensión espiritual se acrecienta en el siglo XVI con el triunfo del Renacimiento y su afán por descubrir los nuevos valores humanos y su afición por los clásicos. Llegan a España las corrientes del pensamiento europeo y se profundiza en los aspectos filosóficos, lingüísticos, históricos o éticos de nuestra cultura. Aunque no se utiliza el término ensayo, existen determinadas formas discursivas en la cultura española como las colecciones de epístolas, discursos, anotaciones, libros de varia lección, diálogos didácticos, apotegmas, adagios, biografías heroicas..., fórmulas que deben tenerse en cuenta al estudiar los orígenes de este género.
RASGOS DEL ENSAYO
El diccionario define la palabra ensayo como obra o escrito, generalmente breve, en que se trata de alguna materia sin el aparato ni la extensión propia de un tratado completo.
El ensayo es una forma literaria muy antigua, pero aparece plenamente identificado hacia 1580, cuando Montaigne publico un libro que el intitulo Ensayos. En el establece como rasgos característicos del ensayo los siguientes:
1. Escrito en prosa.
2. Relato no muy extenso.
3. No de mucha profundidad en el tema expuesto.
4. Trata de un asunto sin agotarlo.
5. Visión personal del autor, hacia la interpretación del tema.
6. Escrito en lenguaje accesible, no técnico ni teórico.
7. Dirigido a los lectores de cierta cultura.
Para describir los rasgos fundamentales del ensayo seguimos el libro de J. L. Gómez, Teoría del ensayo, cuyas explicaciones iremos completando en aspectos puntuales. Distingue los siguientes caracteres:
a) Actualidad / actualización del tema: Puesto que el ensayo busca establecer un contacto directo
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