El Coronel y Dámaso: ¿El héroe y el antihéroe?

Es interesante ver como sobre el escritor colombiano más importante de todos los tiempos hay muy poca información y estudios realizados por compatriotas. También es deprimente ver cuán difícil es conseguir sus obras, en ediciones económicas para su lectura masiva. La mayoría de estudios sobre la obra de García Márquez, han sido patrocinados por universidades extrajeras y por extranjeros que son cautivados por la pluma del nobel colombiano.

¿Por qué no somos estudiosos de su obra? ¿Qué hay en ella que nos interroga o nos incomoda? ¿Será el miedo a descubrir en ella nuestra cotidianidad, y con esto nuestros problemas y las soluciones inútiles?

Sería aventurado tratar de responder todas estas preguntas, por esto me limitaré a la primera tarea, que es comentar y entablar un dialogo con el texto de García Márquez. Caracterizaré algunos de los rasgos más importantes de los personajes de “El coronel no tiene quien le escriba” y de “en este pueblo no hay ladrones” y trataré de encontrar el motor de la narración: la comprensión de nuestra realidad a partir de los rasgos característicos de sus arquetipos.

Si bien hemos conocido a cerca de los arquetipos literarios, siempre se hace necesario seguir reconociendo la importancia de éstos en la literatura. Ya se va desfigurando aquel ideal del héroe griego, y se empieza a construir otro tipo de arquetipo. Atrás queda el héroe valiente, luchador, con una misión clara, y nace el héroe y antihéroe, en la literatura de García Márquez.

La tranquilidad del pueblo se ve interrumpida por un suceso extraordinario, algo que rompe la cotidianidad de sus calles, que genera caos, interés y chismes, llega a boca de todos, y todos tienen que ver con un hecho: el robo de doscientos pesos las bolas del billar del pueblo. Un robo perfecto, sin pistas, ejecutado en la noche con la precisión de un profesional. Nadie sospecha de nadie, porque en el pueblo no pasa nada, no hay ladrones.

En el pueblo todos se conocen, todos hacen parte de un ritual desolador, en el que la calma, sencillamente se ve alterada por sucesos, en este caso desafortunado. Todos viven seguros, nadie desconfía de nadie, todos son amigos, todos son compadres.

Ese pueblo parece el mismo en que se desarrolla la historia del coronel, un pueblo consta, que mantiene en calma, o como dirían mantiene en calma “chicha” y sólo se conmociona frente a hechos que alteren su cotidianidad, como lo hizo el gallo, o el circo. En ese pueblo se mueve el coronel, allí es donde camina, siente y espera.

Es importante ver cómo el pueblo parece ser el mismo, pero desde dos estratos diferentes. Para seguir con el análisis es necesario hacer contrastes entre cada uno de los personajes, en los que se encuentran su estrato social y su forma de actuar y pensar.

Mientras que en “el coronel no tiene quien le escriba”, la pobreza se vive desde una clase media, en “en este pueblo no hay ladrones”, esta se convierte en miseria, pues se ubica en el estrato más bajo de la sociedad.

El estrato social, determina las acciones en cada una de las historias, y permite que estemos inmersos en la problemática propia de la historia. García Márquez se toma el trabajo de describir con pulcritud y calma los movimientos, acciones y pensamientos de los personajes. Son una carta abierta, que permite conocer su tristeza y desesperación frente a su situación económica, ante un anhelo de vida mejor.

En la búsqueda por lo que quieren se ven enfrentados a situaciones adversas que terminan por llevarlos al borde de la desesperación. Poniéndolos

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