El Derecho A La Ternura
Enviado por lulitopecesito • 20 de Febrero de 2014 • 2.373 Palabras (10 Páginas) • 405 Visitas
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Mesa redonda: La mejora del clima de
aula a través de la organización del
centro
José Manuel Arribas Álvarez, Director de
l I.E.S. Severo Ochoa de Alcobendas,
Madrid.,
“
Todas las formas de violen
cia tienen en común su
intolerancia frente a la diferencia y la resistencia a
permitir su aparición y crecimiento. La escuela es
violenta cuando se niega a reconocer que existen
procesos de aprendizaje di
vergentes que chocan contra
la estandarización que se exige de los estudiantes.
Somos violentos cuando la homogeneización nos hace
desconocer que el mayor patri
monio con que cuenta la
vida y la cultura es la
diversidad, el impresionante y
nutrido abanico de las dife
rencias del género humano
”.
Luis Carlos Restrepo. El derecho a la ternura.
Si preguntamos a los docentes sobre la
situación actual de la convivencia en
los centros educativos en nuestro
país podríamos escuchar que “
los alumnos son
ahora más violentos, que no respetan a los
profesores ni las
normas y que, como
consecuencia, ya no se puede dar clase como antes
”
Sin embargo es muy diferente la percepci
ón de profesores y alumnos sobre el
carácter habitual de la disrupción en el aula,
la falta de respeto al profesor o el robo o
rotura del material del Centro. Parece
que la visión de los profesores de los
problemas de convivencia está más relaci
onada con la indisciplina en el aula,
mientras que los alumnos se encuentran más preocupados por las agresiones entre
iguales.
En el informe sobre la violencia escola
r del Defensor del
Pueblo del año 2000
se afirma que el 60 % de los alumnos de
la ESO dicen sentir miedos casi todos los
días, siendo algunos compañeros la causa mayor
de su miedo en la escuela. Entre el
15 y el 20 % de los alumnos que sienten mie
do no se lo cuentan a nadie y entre el 12
y el 18 % no reciben ayuda de nadie.
El peligro de la hiperreglamentación y la necesidad de un nuevo modo de mirar
los problemas de la convivencia escolar
No son pocos los que afirman que la so
lución está en medidas más radicales,
normas más rígidas y castigos más severos pa
ra combatir la violencia en las aulas.
Sin embargo, la “hiper-reglamentación
”
conduce a la desp
ersonalización, a la
ausencia de responsabilidad y al inmovilismo. Cada vez se nos muestran más
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ejemplos de que la exclusión, el no sentirse
parte, convierte en
inútiles los castigos
para disuadir a quienes no respetan a
los demás y trasgreden las normas de
convivencia del grupo.
De nada sirve amenazar con la pérdida de aquello que no se
ha apreciado primero como valioso, incluso la estima personal.
Deberíamos aprender a mirar de otro
modo los problemas de convivencia si
queremos ser justos, pero también si quere
mos ser eficaces. Es preciso revisar los
esquemas excesivamente rígidos de buenos
y malos, agresores y víctimas, para
pararnos a mirar y comprender lo que pasa
en relación con los problemas de la
convivencia en los centros educativos. Ca
da ser humano, cada uno de nosotros es
capaz de la crueldad y de la compasión, lo
importante es acertar
con la activación de
las estrategias que desarrollan aquellas
capacidades que nos permiten vivir en
común.
Hace falta firmeza para mejorar la convivencia, pero necesitamos ojos nuevos
que puedan devolver una mirada amable a
quienes no han recibido otra instrucción
orientadora de su comportamiento que la
negación, es necesaria
otra mirada que
pueda hacer sentir que somos valiosos, que
es posible acertar, que somos capaces de
vivir de modo que podamos sentirnos aceptados y valorados por los demás.
Dos ejes orientan la reflexión sobre
el fenómeno de la convivencia, la
participación y la comunicac
ión dialógica. En torno a estos ejes encontramos el
análisis de muchas de las causas de los
problemas de conviven
cia y también muchas
de las propuestas de intervención. La fa
lta de participación en la vida social y
escolar, la falta de ámbitos para comuni
carse produce despersonalización e impide
crear criterios comunes para una regu
lación coherente de la convivencia.
La mejora de la convivencia escolar desde un modelo integrado.
El enfoque de la mejora de la c
onvivencia que proponemos respondería a la
idea de un modelo integra
do en un triple sentido:
a) Integrador de los modelos de regulación de la convivencia punitivo o de castigos
y relacional o de simple acuerdo entre las partes implicadas.
b) Integrado en las actividades de ense
ñanza-aprendizaje: ap
render a convivir no
puede ser la disciplina de los recreos.
La actividad en el aula es el ámbito
privilegiado para la convivencia. Es el
lugar donde se puede participar, debatir,
valorar las diferencias, respetar al otr
o, ponerse de acuerdo, co
laborar, aprender a
aceptar críticas, expresar el punto de vista, di
sculparse, etc. La tarea del profesor ha
de entenderse como facilitadora
y reguladora de este proceso.
c) Integrado en el centro, en su cultura y en su organización. Se hace
imprescindible reflexionar y explicitar entre
todos los valores en los que el Centro
quiere educar y establecer cuáles son las
normas que garantizan el desarrollo de esa
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educación. Este proceso debe implicar a
todos, profesores y personal del centro,
alumnos y padres de alumnos. Toda la comunidad educativa debería ser capaz de
compartir y asumir la paz, la justicia y la solidaridad como cultura común de Centro,
así como la participación democrátic
a y la comunicación dialógica como sus
instrumentos. El siguiente paso es trasla
dar esa cultura a la organización de modo
que sea posible planificar, actuar, verifi
car y evaluar lo que hacemos, aprendiendo
continuamente de
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