El Mito de las Paredes

El Mito de las Paredes  

A Berta Cáceres.  

“Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca.”

–Apocalipsis 3:16

Hace muchísimos años, se multiplicaban en el mundo una miríada de paredes habladoras. Físicamente iguales a cualquier pared, se diferenciaban en que poseían el don de la palabra. Fueron famosas por su moralidad: denunciaban las felonías que escuchaban y veían, y en su alegato eran tan firmes y duras como su estructura misma.

Hablaban en diferentes idiomas, pero también tenían su propia lengua. Nunca decían nada que no fuera verdad; es más: decían toda la verdad, sin guardarse una sola sílaba. Tenían voz propia, no se dejaban convencer de nada por nadie.  

Cierto líder se dio cuenta del peligro: las paredes hablaban demasiado. Y así, al llegar al poder, su primer decreto fue el de derribarlas. Muchas se resistieron valientemente a dejar de hablar, y sufrieron del modo más cruel: fueron pulverizadas frente a otras, que se quedaron mudas ante tamaña vileza. Al estallar, su clamor semejaba el alarido de los ejecutados.

Así, pronto quedaron sólo las paredes más temerosas, aquellas que se habían callado al punto de no decir absolutamente nada. Y estas paredes, viendo tanto y escuchando tanto sin poder decirlo, se debilitaron: expresarse era parte inescindible de su naturaleza.

Pasaron los años de silencio impuesto. Hartas de acumular tantos turbios secretos y abyecciones, se arrugaron de miasmas musgosos ―como los cancerosos edificios de hoy en día― y empezaron a caer piedra por piedra, secreto por secreto, silencio por silencio, vileza por vileza. Hasta que un día ―si es que antes no habían sido derribadas por su mal estado― sucumbieron. Cuentan que en sus últimos instantes se volvían seres que oían, pero no escuchaban. Seres que veían sin mirar.

Por generaciones se fueron quedando tanto tiempo en silencio que muchas perdieron definitivamente el habla; y así, tiempo después, incluso perdieron el pensamiento. Algunos dicen que hoy, cuando se derriba una pared, se pueden oír palabras entre el sonido del ladrillo quebrándose. Las paredes dicen algo, pero en una lengua que ya nadie entiende. Una lengua ya muerta. O, mejor dicho, asesinada.

¡Ay de los tibios!

                                                            — Nic Cuevas  

PLICA

Título del cuento: El Mito de las Paredes  

Seudónimo: Nic Cuevas  

Nombre del autor: Luis Fernando Lezama Bárcenas

Lugar y fecha de nacimiento: Tegucigalpa, 1 de noviembre de 1995.

Dirección: Res. Lomas de la Florida, bloque D, casa #5.

Número de teléfono: 89530395

Correo: lflezama.b@gmail.com 

Yo, Luis Fernando Lezama Bárcenas, con número de cédula 0801-1996-06201, doy fe de que el cuento “El Mito de las Paredes” es de mi completa autoría.

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