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El Origen De La Vida


Enviado por   •  22 de Diciembre de 2012  •  1.884 Palabras (8 Páginas)  •  352 Visitas

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La lucha del materialismo contra el idealismo y la religión respecto al tema.

¿Qué es la vida, cual es su origen? ¿Cómo han surgido los seres vivos? La respuesta a esta es uno de los problemas más grandes de las Ciencias Naturales. Se plantean muchas preguntas y, mal o bien, les dan respuesta.

Al problema del origen de la vida se le daban soluciones diversas, pero siempre se ha entablado en torno a él una encarnizada lucha ideológica entre los dos campos filosóficos irreconciliables: el materialismo y el idealismo.

La naturaleza la dividimos en dos, el mundo inanimado, y el mundo de los seres vivos. El mundo de los seres vivos, representado, por gran variedad de animales y vegetales. Todos los seres vivos tienen algo en común, ese «algo» es lo que denominamos vida. Pero ¿Qué es la vida? ¿Es de la naturaleza material, como todo el mundo restante, o su esencia es espiritual?

Si la vida es de la naturaleza material, estudiando las leyes que la rigen podemos y debemos modificar, conscientemente y en el sentido deseado a los seres vivos. Ahora bien, si todo lo vivo ha sido creado por un principio espiritual, al que le dan el nombre de «alma», «espíritu universal» etc. Considerada así como algo inerte.

Este concepto idealista constituye uno de los problemas más grandes de la vida constituye la base de todas las religiones del mundo. Todas afirman que un ser supremo (DIOS) proporciono a una alma de vida, y que esa partícula eterna de ser divino es lo vivo, lo que se mueve y mantiene a los seres vivos. Lo que mueve y mantiene a los seres vivos. La vida es una manifestación del ser divino, por lo que el hombre no puede conocer la esencia de la vida.

El problema de la esencia de la vida es abordado en forma totalmente distinta por el materialismo, según el cual la vida, como todo el mundo restante, es de naturaleza material y no necesita para su explicación de ningún principio espiritual. La vida no es más que una forma especial de existencia con determinadas leyes.

Toda la biología nos ofrece una sucesión de varias victorias de la ciencia, que demuestran la plena cognocibilidad de la vida, y una sucesión ininterrumpida de derrotas del idealismo. Sin embargo, ha existido un problema al que no se le ha podido hallar solución materialista. Este problema es el del origen de la vida.

La Tierra, tiene un origen, tiene que haberse formado en cierto período ¿Cómo aparecieron en ella los primeros antepasados de todos los animales y de todas las plantas?

Las ideas religiosas, dicen que todos los seres habían sido creados por Dios. Así segun la biblia, Dios había creado el mundo en seis días.

El estudio de la historia de la religión demuestra que estos cuentos, que aparecen hechos y derechos como seres organizados, descansan en la ignorancia y en una interpretación simplista de la observación superficial de la naturaleza que nos rodea.

Esta fue la razón de un estancamiento. Esa misma observación superficial hacia creer, que distintos seres vivos, por ejemplo, los insectos, gusanos , o incluso los ratones, peces y aves, no sólo podían nacer de otros animales, sino también surgir directamente, del estiércol, de la tierra, y de muchas otras cosas. Siempre el hombre tropezaba con la generación repentina, que lo consideraba como una prueba de la generación espontánea.

Fantasías acerca de la generación espontánea se relacionaban en tales teorías con leyendas y tradiciones religiosas. Las apariciones repentinas de seres vivos eran interpretadas únicamente como manifestaciones parciales de la voluntad creadora de los dioses o de los demonios.

En la antigua Grecia, filósofos materialistas negaban esta explicación religiosa. Sin embargo, el curso de la historia hizo que siglos después se desarrollase y llegase a predominar una concepción enemiga del materialismo, la concepción idealista de Platón.

Según las idas de este filósofo, la materia vegetal y animal, por si sola, carece de vida, y que solo puede vivificarse cuando importa un alma inmortal, la «psique», se aloja en ella. Hasta cierto punto, se reflejo en la doctrina de otro filósofo de la Antigua Grecia, Aristóteles, convertida más tarde en la base de la cultura medieval y dominó en le pensamiento de los pueblos durante casi 1000 años.

Aristóteles no se limitó a describir numerosos casos de seres vivos que, según a él le parecía, surgían espontáneamente, también dio a este fenómeno cierta base teórica. Este filósofo consideraba que los seres vivos, lo mismo que los demás objetos, se formaban por la conjugación de cierto principio pasivo, la materia, como un principio activo, la forma. Esta última seria para los seres vivos la «entelequia del cuerpo». Ella era la que daba forma al cuerpo.

Con el transcurso del tiempo, la fundamentación teórica de la generación espontánea y repentina fue adquiriendo un carácter cada vez más idealista y hasta místico.

Basilio Cesárea, obispo que vivió a mediados del siglo IV de nuestra era, en sus prédicas acerca de que la voluntad divina, la Tierra había engendrado de su propio bien había engendrado hierbas, raíces y arboles, así como también las langostas, los insectos. Esta voluntad divina sigue manifestándose hoy día.

En el medioevo, las ideas filosóficas, cual iban envueltas en una capa teológica. Para juzgar de la naturaleza circundante, no se recurría a la observación ni a la experiencia sino a la biblia.

Tomas de Aquino, uno de los teólogos más famosos, cuyas doctrinas siguen siendo hoy día para la Iglesia católica la única filosofía verdadera. En sus obras Tomas de Aquino enseña que los seres vivos surgen al ser animada la materia inerte.

Tomás de Aquino fue un defensor y propagandista de la demología militante.

La religión cristiana, lo mismo que todas las demás religiones del mundo, sigue sosteniendo hoy día que los seres vivos han surgido y surgen de golpe y eternamente formados, por generación espontánea, a consecuencia de un acto creador del ser divino.

Al profundizar en e estudio de la naturaleza viva, los hombres de ciencia ha podido establecer que esa generación espontánea y repentina de seres vivos no se produce en ningún lugar del mundo que nos rodea.

En el siglo XIX se asesto otro golpe demoledor a las ideas religiosas acerca del origen de la vida. C. Darwin y, posteriormente, otros muchos hombres de ciencia, entre ellos los investigadores rusos A. y V. Kovaleski, I. Mechinicov y otros, demostraron que, a diferencia de lo que enseñaban las sagradas escrituras,

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