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El Pensamiento Y El Metodo Economico


Enviado por   •  22 de Agosto de 2013  •  11.095 Palabras (45 Páginas)  •  354 Visitas

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- EL PENSAMIENTO Y EL MÉTODO ECONÓMICO.

La Economía, a semejanza de las demás ciencias, tuvo su origen, en investigaciones particulares de fenómenos dignos de atención que plantearon problemas de diversa índole. Durante mucho tiempo estuvo limitada al estudio de cuestiones especiales a los que se les intentaba dar una explicación por factores específicos y aunque se presentía la existencia de interdependencias estructurales, no eran contempladas en su globalidad. El fenómeno central de la economía nacional, en sí mismo, permaneció en buena medida desconocido, o bien oscurecido por los conocimientos prácticos instintivos.

Aunque mucho antes del siglo XVIII se había especulado ya sobre la naturaleza del proceso económico, fueron los fisiócratas, en la década de 1760, los que dieron un paso decisivo para el progreso de nuestra ciencia. François Quesnay y sus discípulos no consiguieron poner en marcha una escuela continuada de pensamiento económico, pero merecen ocupar un lugar destacado en la historia de la ciencia social por muchas razones. Su clasificación de los miembros de la sociedad como <<agricultores>>, <<artesanos>>, y <<terratenientes>> introdujo la idea de que la estructura fundamental del orden social está formada por clases que se definen de acuerdo con sus papeles y estatus económicos. Esto se convirtió, con algunas modificaciones, en una característica básica de la economía clásica ortodoxa y de las grandes teorías sociales de Karl Marx y Friedrich Engels.

La tesis fisiocrática de que el sector agrícola de la economía produce un <<excedente>> introdujo una idea que, de nuevo con modificaciones, desempeño un papel importante en los modelos ricardiano y marxiano , como veremos en este trabajo, en el análisis económico <<neoclásico>> que sustituyó a finales del siglo XIX y principios del XX al modelo ricardiano. Los fisiócratas, aunque no abogaron por el laissez-faire como una política general, consideraron los sistemas económicos regidos por <<leyes>>, análogas a las que controlan los fenómenos naturales. La característica más destacada del modelo fisiocrático, la concepción de la economía como un flujo circular de gastos e ingresos, no la utilizaron los economistas clásicos. Aunque asomaba al fondo en la literatura económica del siglo XIX, centrada en el funcionamiento del sistema monetario, no reafloró destacadamente como un paradigma analítico hasta la década de 1930, en que empezó a desarrollarse de un modo sistemático la subdisciplina de la <<macroeconomía>>¹.

Pero una interpretación analítica de la totalidad del proceso económico solo aparece con los trabajos de los autores clásicos, destacando entre ellos los de A. Smith, D. Ricardo, Malthus y J.S. Mill.

Con el nombre de Economía Clásica se designa la elaboración doctrinal de un grupo de economistas que expusieron sus teorías entre finales del siglo XVIII y principios del XIX². Durante este periodo, y mediante la decisiva aportación de estos autores, la economía va a recibir por primera vez y de forma satisfactoria, un tratamiento sistemático, que la acabará constituyendo en un cuerpo organizado de conocimientos, en una ciencia.

En este periodo del pensamiento económico aunque existieron diferencias entre las ideas de los miembros de la escuela clásica, en general sostuvieron principios que incluían la creencia en la libertad natural (laissez faire) y la importancia del crecimiento económico como medios para mejorar la condición de la existencia del hombre.

Los economistas clásicos recogieron de los fisiócratas el interés investigador por el producto neto pero, a diferencia de estos, entendieron que la agricultura no era la única actividad productiva, la industria también generaba excedente. De tal forma, se puede decir que una vez establecida por los fisiócratas la idea de la producción como base de la Ciencia Económica, serían, entre otros, Smith, Ricardo, Say y Malthus, quienes dieron el primer paso hacia el actual orden de ideas ocupándose de cortar el cordón umbilical que unía originariamente la noción de producción – y a la clasificación de las actividades en productivas e improductivas- al mundo físico. Lo anterior permitió cifrar el progreso mediante la simple multiplicación de mercancías con independencia ya de los procesos que les habían dado origen, y ensalzar las cualidades productivas de la industria capitalista.

Adam Smith (1723-1790) hoy considerado como el padre de la Economía, dio a la Economía Política su estructura moderna. Estructura que le fue revelada, a su vez, por las etapas iniciales de la Revolución industrial. De ahí que se idolatrara la ciencia y la técnica, a la vez que el trabajo se elevaba a la categoría de un valor supremo. Sin embargo, para Adam Smith, cuya obra estaba todavía impregnada de “resabios” fisiocráticos, la agricultura seguía siendo la actividad productiva por excedencia al confluir en ella las cualidades productivas de la tierra y del trabajo.

Smith consideraba que la esencia de la riqueza era la producción de bienes físicos solamente y esto le llevó a distinguir entre trabajo productivo y trabajo improductivo³. Según esta distinción, el trabajo productivo es el que produce un bien tangible que posee un valor de mercado. El trabajo improductivo, por otra parte, se traduce en la producción de cosas intangibles, como los servicios prestados por los artistas o profesionales, mantenidos con una parte del producto anual del trabajo de los demás. El “error capital” de la fisiocracia es, según Adam Smith, considerar a los artesanos, fabricantes y mercaderes como una clase de gentes improductivas e infecundas. Smith no considera el trabajo como posible productor de materia, sino de valor (de cambio), categoría ésta eminentemente social pues sólo se concibe como fruto de relaciones entre individuos.

Smith planteó el problema del valor dándole a esta palabra un doble significado: unas veces expresan la utilidad de un objeto particular –“valor en uso”- y otras veces la capacidad de comprar otros bienes que confiere la posesión de tal objeto – “valor en cambio”-. Considerando, a su vez, que las cosas que tienen un gran valor en uso, frecuentemente apenas tienen valor en uso⁴.

Smith resolvió el problema en su época limitándose a dejar de lado el valor de uso y preconizando un valor de cambio que era una versión de lo que llegaría a conocerse como la “teoría del valor trabajo”. Según esta, el valor de cualquier posesión se mide, en definitiva, por la cantidad de trabajo por la cual puede ser cambiada⁵.

Por lo tanto, se puede establecer, tras el giro que acusó el pensamiento con los llamados economistas clásicos, la coexistencia en

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