El Que Pega Paga

“El que pega paga”

Simplemente es cada vez más difícil transportarse en la capital. Ya conocemos varias de las causas: negligencia y corrupción de nuestros gobernantes, falta de vías, transporte público deficiente, y aumento masivo de carros y motos particulares. Pero falta una: la forma como enfrentamos los accidentes de tránsito.

Las empresas de seguros tienen un modus operandi particular. Cuando alguien se estrella debe comunicarse con la aseguradora y dar los datos del accidente. En ese momento le advierten a la persona que no movilice el vehículo hasta que lleguen Tránsito y el abogado encargado del caso. Se debe hacer el croquis y llenar los formatos de acuerdo de pago (si se reconoce la “culpa”, claro). En caso de que el carro no esté asegurado también se debe esperar a los policías para obtener como consejo: “mejor concilie porque eso se le puede ir para largo”.

Así las cosas, por irrelevante que sea el infortunado evento, cuando dos carros “se dan un beso” el tráfico termina de colapsar. Entre la disputa, los abogados y los curiosos, las vías principales terminan con nodos de trancón cada cierto metraje. Y todo por la “culpa” que nos persigue desde nuestra infancia. Por extraño que nos parezca, no en todos los países sucede que la circulación tenga que presentarse al menor incidente. El seguro protege el carro cubierto, no importa el responsable. Al final del día, para algo se paga, ¿no?

En nuestro país, el menor rayón hace que el mundo entero tenga que esperar a que el policía de turno llegue a hacer dibujitos. De acá la pregunta: ¿a cuenta de qué debemos emplear a nuestra fuerza pública para resolver las disputas monetarias de las aseguradoras? Vivir en una ciudad de muchos habitantes implica que nos vamos a chocar de vez en cuando. ¿No deberían nuestros seguros protegernos y punto? ¿Acaso facilitar la movilidad no es la función del Código de Tránsito?

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