El Reino De Este Mundo
Enviado por khjijhlnkjhgoij • 15 de Octubre de 2012 • 11.771 Palabras (48 Páginas) • 809 Visitas
ESTUDIO DE LA NOVELA EL REINO DE ESTE MUNDO, DE ALEJO CARPENTIER
ARGUMENTO DE LA OBRA
Cuando joven Ti Noel escuchaba fascinado los mitos de Mackandal, un negro rebelado contra los blancos. Estas historias, ocurridas en los grandes reinos africanos donde hombres y animales se ayudaban mutuamente y donde los héroes eran capaces de manipular mágicamente los elementos, alimentan las ansias de libertad de los esclavos, quienes se lanzan a la lucha y proclaman la rebelión, envenenando al rebaño y la gente. Mackandal, investido de Altos Poderes, puede transformarse en animal de pezuña, en ave, pez o insecto.
Aunque el alzamiento fracasa y Mackandal perece en la hoguera de los amos franceses, los esclavos creen en sus poderes, que cantan al son de los tambores por todos los rincones de la isla, poseídos de una fe colectiva inquebrantable.
Pasan los años, y un maduro Ti Noel asiste con nuevas esperanzas a la rebelión del caudillo Bouckman, el jamaicano que trae las noticias de una lejana revolución francesa que ha declarado ilegal la esclavitud, pero que no consigue imponer sus teorías en Haití. Después de batallas perdidas, fracasos, represiones y peligros sin fin, Ti Noel emprende el regreso a la hacienda de su juventud por una tierra en que la esclavitud (eso cree) ha sido abolida para siempre. Pero un día se detiene a contemplar maravillado el espectáculo más inesperado en su larga existencia: el Palacio de Sans-Souci, que miles de esclavos negros vigilados por húsares negros construyen para el rey negro de Haití, Henri Cristophe, el nuevo tirano, antiguo cocinero de una posada de Ciudad del Cabo.
Había largos cobertizos, una cúpula asentada en blancas columnas, terrazas, estatuas, arcadas, jardines, pérgolas y laberintos de boj. Jóvenes capitanes de bicornio, constelados de reflejos, sonaban el sable sobre los muslos en la explanada de honor. A las ventanas se asomaban damas coronadas de plumas. Pero, cuando Ti-Noel está admirado, un garrotazo en el lomo inicia su vuelta a la esclavitud. Deberá trabajar para el rey Christophe en la construcción de una fortaleza, más impresionante que el palacio: el castillo de La Ferrière. Ésta se alza en la cima del Gorro del Obispo, florecida de hongos encarnados, mole de ladrillos tostados, levantada más arriba de las nubes, con tales proporciones que las perspectivas desafiaban los hábitos de la mirada. Henri Christophe instaura allí una corte napoleónica, rica de entorchados y libreas doradas, reluciente de uniformes y botas de charol.
Allí hace tocar a las bandas militares las músicas europeas y ordena cuando le place la muerte de un perezoso o la ejecución de los peones tardos. Pero su reino es efímero, un decorado falso de imitación europea, con disciplinas impuestas sin sentido y falaces emulaciones de otros poderosos del Viejo Mundo.
Un día los tambores del relevo de guardia suenan con ritmos aciagos para el primer rey negro de Haití, desacompasándose en tres percusiones distintas producidas, no ya por los palillos, sino por los dedos sobre los parches. Están tocando el manducumán, que anuncia el fin de la monarquía. En la noche "truenan los tambores radás, los tambores congós, los tambores de Bouckman, los tambores de los Grandes Pactos, los tambores todos del Vudú, en vasta percusión que avanzaba sobre Christophe, apretando el cerco".
El rey, asediado por los rebeldes, se suicida en la soledad de sus vastas habitaciones.
Ti Noel reemprende la vuelta a su antigua hacienda, un largo peregrinar de sufrimientos, porque ahora surgen nuevos amos en las llanuras del Norte: son los Mulatos Republicanos, que declaran obligatorias las tareas agrícolas y reclutan otra vez a los esclavos. Esta nueva aristocracia se apoderaba de las antiguas haciendas, de los privilegios y de las investiduras. El látigo no cesa. Amos blancos, amos negros y amos mulatos: "El anciano comenzaba a desesperarse ante ese inacabable retoñar de cadenas, ese renacer de grillos, esa proliferación de miserias, que los más resignados acababan por aceptar como prueba de la inutilidad de toda rebeldía. Ti Noel temió que lo hicieran trabajar sobre los surcos a pesar de su edad, pero el recuerdo de Mackandal volvió a imponerse en su memoria".
Y el anciano esclavo reflexiona en torno al destino del hombre "Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros, que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, pues allí todo es incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo".
RESUMEN CAPITULAR
-I-
I. LAS CABEZAS DE CERA
La novela comienza hablándonos sobre Ti Noel, un esclavo negro, y su amo Monsieur Lenormand de Mezy, obviamente blanco.
El esclavo tenía pericia en entrenar potros y era por esto que su señor lo apreciaba. En su caminata por el pueblo de Cabo Francés, se detuvieron en una barbería, la cual tenía cuatro cabezas de cera en su vitrina adornadas con pelucas. Ti Noel fijó su atención en éstas, admirándolas por un rato, pero lo que le pareció aún más interesante y gracioso fue que la carnicería colindante exhibiera cabezas de terneros desolladas. Esto lo llevó a imaginarse las cabezas de cera preparadas para un banquete, es decir, servidas como comida; arregladas y sazonadas para la ocasión.
Fue en ese momento cuando divisó en un local más allá de la carnicería otras cabezas colgadas. Eran estampas europeas, con reyes grabados en ellas, todos blancos y todos majestuosos. Pero lo que verdaderamente le gustó fue un grabado de cobre que estaba al final, éste representaba un hombre blanco siendo recibido por gente negra en medio de una selva. Luego de preguntarle al encargado, éste le explicó que era un rey del país de los esclavos. Al recibir esta información, Ti Noel recordó a un amigo de la hacienda de su amo, llamado Mackandal, quien era otro esclavo y conocía muchos cuentos e historias que a Ti Noel le hacían vincularse con su raza. Entonces, hizo un paralelo entre los nobles blancos y los nobles negros. Él afirmaba que los de su raza eran mucho más sagaces y tozudos -y a la vez valientes- que los caucásicos. En eso, su amo compró una cabeza de ternero, se lo pasó a su esclavo
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