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El Sapo Y El Raton


Enviado por   •  29 de Marzo de 2015  •  927 Palabras (4 Páginas)  •  346 Visitas

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erase una vez un sapo que estaba tocando tranquilamente la flauta a la luz de la luna, cuando se le acercó un ratón y le dijo:

- ¡Buenas noches, señor Sapo! ¡Con ese latazo que me está dando, no puedo pegar un ojo! ¿Por qué no se va con la música a otra parte?

El señor Sapo le miró en silencio durante todo un minuto con sus ojillos saltones. Luego replicó:

- Lo que usted tiene, señor Ratón, es envidia porque no puede cantar tan melodiosamente como yo.

- Desde luego que no; pero puedo correr, saltar y hacer muchas cosas que usted no puede - repuso el Ratón con acento desdeñoso.

Y se volvió a su cueva, sonriendo olímpicamente.

El señor Sapo estuvo reflexionando durante un buen rato. Quería vengarse de la insolencia del señor Ratón. Al cabo se le ocurrió una idea.

Fuése a la entrada de la cueva del señor Ratón y empezó de nuevo a soplar en la flauta, arrancándole sonidos estrepitosos.

El señor Ratón salió furioso, dispuesto a castigar al osado músico, pero éste le contuvo diciéndole:

- He venido a desafiarle a correr.

A punto estuvo de reventar de risa el señor Ratón al oír aquellas palabras. Pero el señor Sapo, golpeándose el pecho con las patas traseras, exclamó:

- ¿Qué apuesta a que corro yo, más por debajo de la tierra que usted por encima?

- Me apuesto lo que quiera. Mi casa contra su flauta. Si gano, ya tendré derecho a destrozar ese infernal instrumento, golpeándolo contra una piedra hasta dejarlo hecho añicos... Si gana usted, podrá tomar posesión de mi palacete, y yo me marcharé a correr mundo.

- De acuerdo - respondió el señor Sapo.

- Pues bien: al amanecer empezaremos la carrera.

El señor Sapo regresó a su casa y al entrar gritó:

- ¡Señora Sapo, venga usted aquí!

La señora Sapo, que conocía el mal genio de su marido, acudió al instante a su llamamiento.

- Señora Sapo - le dijo, - he desafiado a correr al señor Ratón.

- ¡Al señor Ratón...!

- ¡No me interrumpas...! Mañana, al amanecer, empezaremos la carrera. Tú irás, al otro lado del monte y te meterás en un agujero. Y cuando veas que el señor Ratón está al llegar, sacarás la cabeza y le gritarás: «¡Ya estoy aquí!» Y harás siempre la misma cosa, hasta que yo vaya a buscarte.

- Pero... - murmuró la señora Sapo.

- ¡Silencio, mujer...! Y no te mezcles en los asuntos de los hombres, de los cuales tú no sabes nada.

- Muy bien - murmuró la señora Sapo, muy humilde.

Y se puso inmediatamente en movimiento para seguir el plan de su astuto esposo.

El señor Sapo se dirigió al lugar en que se abría la cueva del señor Ratón, hizo a su lado un agujero y se tendió a dormir.

Al amanecer, salió el señor Ratón frotándose los ojos, descubrió al señor Sapo que estaba roncando, sonoramente y le despertó

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