El cachorro

EL CACHORRO*

Cuenta la leyenda, que en el Barrio de Triana (Sevilla) existía la “Cava de los gitanos” llamada así por hallarse ahí situadas las chozas de los gitanos, vivía ahí un hombre muy famoso por su habilidad para tocar la guitarra, además reconocido por su hermosas facciones. Era conocido como “El Cachorro” existía el rumor de que este se debía aun amor secreto que mantenía con una dama de la alta alcurnia, sin embargo no era aceptado por la familia de ella. Tiempo después apareció en Triana un hidalgo preguntando por el gitano que llamaban El Cachorro, empero nadie quiso traicionar a uno de los suyos.

Por otra parte, tras reunirse el Cabildo de Cofrades se acordó que un famoso e importante “imaginero” realizaría una escultura que representara al Señor en el mismo instante de su muerte, designando para tan importante tarea a Francisco Antonio Ruiz Gijón, considerado en aquel momento como el mejor imaginero de Sevilla.

Quien se tomó tan enserio el encargo, que estaba decidido a superar todos sus predecesores que se habían destacado en la ciudad hispalense. Realizo siento de bocetos sin que alguno llegara a parecerle lo suficientemente bueno, una noche guiado por un pálpito se vistió y salió de su casa caminando sin rumbo fijo, sus pasos terminaron llevándolo al puente de barcas, que era la única comunicación entre Sevilla y Triana, siguió andando hasta escuchar de repente unos gritos desgarradores de mujer e instantes después logró ver un jinete que salía rápidamente de aquel lugar, Francisco Antonio Ruiz Gijón acelero sus pasos para prestar auxilio a quien lo necesitara.

Cuando llegó a la Cava de los Gitanos puedo ver en el suelo retorciéndose del dolor y agonizando a un hombre, quien tenía una herida causada por una daga que acabaría con su vida, ese hombre era El Cachorro, quien había muerto por un amor prohibido. En ese momento se apoderó de Ruiz Gijón una “furia artística” saco de su bolsillo un trozo de carboncillo y un papel, vio en el rostro agonizante el mismísimo rostro de Cristo expirando en la Cruz.

Fue así como a la luz de los faroles fue bosquejando el rostro de agonía del gitano, impregnadas de un sincero y verdadero sufrimiento que servirían para recrear los últimos instantes del mismísimo hijo de Dios crucificado en la cruz.

Bastó poco tiempo para que Francisco Antonio llevara a madera el boceto que a carboncillo había hecho aquella noche, con el que logró que la imagen tuviera la misma expresión de agonía que habría tenido realmente Jesucristo antes de exhalar su último aliento en la cruz.

Es así como Guillermo León Valencia, en su dignidad de Embajador de Colombia en España antes de ser Presidente, mientras veía la procesión de Viernes Santo desde un balcón en Sevilla se enamoró de los ojos de “El Cachorro” (Cristo de la Expiración) y decidió mandar a hacer una copia exacta para

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