El canibalismo como argumento literario
Enviado por amelialectora • 18 de Noviembre de 2024 • Ensayo • 1.739 Palabras (7 Páginas) • 50 Visitas
EL CANIBALISMO COMO ARGUMENTO LITERARIO
La literatura nos ofrece en bandeja todo lo mejor y lo peor de la naturaleza humana, envuelto, eso sí, en el papel celofán de la estética (a veces estética cruda y naturaleza despiadada).
Adentrémonos en los vericuetos de la literatura para encontrarnos, cara a cara, con los argumentos tabú… O no tanto.
La antropofagia en la literatura está mucho más presente de lo que pudiéramos pensar. En las letras americanas, por ejemplo, ha tenido un desarrollo decididamente importante (caso del modernismo brasileño y del surrealismo literario). Es de suponer que ello sea debido a las muestras de canibalismo entre las poblaciones indígenas de algunas regiones precolombinas, e incluso, según algunos estudios, a las prácticas de algunos de los exploradores que llegaron al nuevo mundo, como muestra de dominio, o bien, en determinados casos, como una forma de legitimar sus actos de saqueo y/o en respuesta a los hábitos cruentos de los aborígenes.
En cualquier caso, hay muchos testimonios en ambos sentidos, incluso alguno de la mano del propio Cabeza de Vaca (una autojustificación por el estado de necesidad de los exploradores en el nuevo mundo). La cosa es que ha quedado como una memoria de prácticas caníbales en el continente que parece justificar la mayor abundancia de textos sobre el tema que en otras partes del mundo.
Una curiosidad que redunda en esto último expuesto: se especula que la etimología de la palabra "caribe" (nombre que los indios se daban a sí mismos antes de la llegada de Colón) se encuentra en la palabra "caníbal". Algo de ello refleja Shakespeare en su obra "Tempestad".
Durante siglos y siglos de literatura, el canibalismo ha estado presente en ella de forma constante, aunque siempre con un halo de misterio y el sabor atávico de lo que está impreso en los albores de la presencia del hombre en la tierra. Sin embargo, hasta tratados sobre ello se han escrito.
En 1928, un tal Oswald de Andrade redactaría un Manifiesto antropófago y desarrollaría buena parte de su obra con el trasfondo de la antropofagia. Poco antes, Francis Picabia también ofrecería un Manifeste Canibale.
Se conocen trabajos con el mismo tema de fondo a B. Traven (autor de obras muy conocidas como "El tesoro de Sierra Madre" ), o de otros autores de renombre, entre los que, evidentemente, encontramos al mismo marqués de Sade, o a Herman Melville, a Giovani Papini, a Poe, a Jonathan Swift…
Pero retrocedamos un poco -bastante- en el tiempo: las claras tendencias hacia la antropofagia de nuestros parientes lejanos, en las cavernas, se nos han testimoniado con evidencias físicas, a modo de restos óseos y arqueológicos; otros pueblos antiguos han dejado manifestaciones obvias de su gusto por el canibalismo; y, una vez conquistada la escritura, así nos lo han trasmitido mediante sus documentos escritos. En el cenit de la cultura, en la Grecia clásica, hay muestras más que suficientes para entender estos usos en la tradición literaria. A todos nos viene a la cabeza, de la misma Teogonía, la imagen de Cronos devorando a sus hijos (Saturno); o de las Metamorfosis, de Ovidio, con la singular leyenda de las hermanas Procne y Filomela que, para vengarse de Tereo -marido de la primera y violador de la segunda-, dieron muerte a su hijo Itis -¡su propia madre y su tía!-, lo despedazaron y lo cocinaron, ofreciéndoselo a Tereo que lo ingirió sin saber de dónde procedía aquella carne. Cuando el hombre preguntó por su hijo, Procne exclamó: "Tienes dentro a quién reclamas", y para mayor escarnio, Filomela le trajo su cabeza.
Otro caso aparece en el mito -relatado por el mismo Séneca- de Tiestes y Atreo (hermanos). La esposa de Atreo (Aérope) cometió adulterio con Tiestes. La venganza de Atreo fue ofrecer a su hermano una comida homenaje, en la que le sirvió a sus tres hijos (Áglao, Calileonte y Orcómeno). Tiestes no se dio cuenta de lo que comía, hasta finalizado el banquete, aunque la intuición de aquello, durante el ágape, le fue llevando a la locura, manifiesta cuando Atreo le mostró las cabezas de los niños. (La similitud con el mito anterior es notoria).
Más presencia del canibalismo en la literatura la encontramos en la leyenda de Drácula, que se alimenta de la sangre de sus víctimas en un acto que conlleva, además, la extensión de la práctica caníbal, pues sus víctimas son “infectadas” de la misma necesidad antropofágica del vampiro para su supervivencia, aunque ésta sea en un mundo a caballito entre el más allá y la realidad. Al hilo de la historia de Drácula, me viene a la cabeza la presencia de ritos caníbales y antropofagia en la literatura infantil. No hay cuento infantil que no termine en banquete, con algún sonrosado querubín como plato principal del día. Desde los lobos y ogros que, tomando aspecto humano y participando de actividades solo humanas, no dudan en merendarse a los niños (a veces con tinte de castigo, cuando el ogro se come a los niños malos, y otras, por el mero hecho del disfrute que supone al antropofagia, como el caso de la dulce Caperucita, menú exquisito para un lobo viciosillo), hasta la vorágine de las brujas (humanas) que no tienen problema alguno en almorzar carne fresquita, así sea presentada
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