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El cuadrilátero sólo es “Kid paludismo”


Enviado por   •  17 de Diciembre de 2012  •  Informe  •  2.212 Palabras (9 Páginas)  •  496 Visitas

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Medialuna, uno de los hijos de La Cotena, es boxeador, y podemos ver en la novela como él, su entrenador y su compañero han sufrido en las peleas por no estar bien alimentados. Los chambaculeros, entonces, no tenían derecho, ni siquiera, a realizar actividades fuera de trabajar incansablemente para poder conseguir qué comer. Son sólo almejas podridas el alimento de los boxeadores. Por ejemplo, Camilo tuvo que convertirse en entrenador porque no rendía en las peleas; Medialuna es nockeado y después de buscar un médico que diga qué le sucede, su respuesta es certera: “Es apenas hambre” (p.147). En el caso del Zurdo, el compañero de Medialuna, él: “…combatía a nombre de un pasado. Pero la pujanza siempre fue minada por el hambre. Ahora él la sentía. No bastaba con ser negro. Las piernas bailaban. El cansancio. El calambre” (p.80). La pelea en el ring de boxeo tiene como objetivo último el triunfo del negro, la defensa de un pasado, la lucha por los negros y su historia, que por fin el negro celebre su propia victoria, no la victoria ajena, pero el hambre no lo deja combatir, no tiene fuerzas y cae moribundo.

El cuadrilátero sólo es “Kid paludismo” contra “Kid Beriberi” (p.141), es decir, la enfermedad contra las secuelas del hambre; vemos, entonces, que la lucha contra el sufrimiento es literal en el boxeo, en el hogar, hasta en el aula de clase, que también se convierte en otro espacio que recoge las consecuencias de la pobreza, porque el hambre no solo inhabilita a los boxeadores, tampoco deja que los niños aprendan en la escuela; así lo manifiesta la profesora Domitila: “Yo he hecho cuanto he podido por aclararles el entendimiento pero no todo son letras y números. Los pobrecitos a veces no tienen ni qué comer” (p.151)

Habrá entonces quienes quieran conocer su pasado para entender el presente, y a otros sólo les bastará vivir el presente para entender que nunca tuvieron un pasado. Así se puede ver en la contraposición entre Camilo y la Cotena. El uno quiere saber la razón de su miseria: le dice la Cotena, “-¿Te quieres meter de redentor de hambrientos?” (p.169), a lo que, renglón seguido, Camilo le replica: “-quiero saber por qué lo soy”. A la otra no le interesa, le es suficiente padecer la miseria, como si tuviera una actitud más resignada; dirá el narrador: “Él [Máximo] pretendía explicarle la dialéctica de la miseria. La madre no lo entendía, le bastaba vivir esa miseria, sufrirla” (p.475).

Podemos resumir este primer aspecto con la siguiente cita, muy reveladora, como toda la obra de Zapata: “La miseria de la familia se acentuaba. Su mente abarcaba más allá. No había posibilidad de liberación para ellos mientras naufragaban en el hambre de toda Chambacú. Y Chambacú era el eslabón de una vieja cadena de padecimientos”. (p.259). Chambacú era el producto de que muchos años atrás, el negro sufriera las cadenas de la esclavitud; Chambacú padecía las cadenas del hambre, la pobreza, las pocas ganas de vivir porque sus habitantes no estaban verdaderamente liberados; como dice Máximo: “El hambre es un yugo más pesado que los grilletes” (p.193).

2. Los chambaculeros, además de combatir el hambre y la miseria, luchaban contra una fuerza mayor: que les quitaran el espacio que habían construido. Como los hijos de la Cotena, muchos chambaculeros “Levantaron las paredes con retazos de fique, tablas y lonas envejecidas. El techo de ramazones, palma de coco y oxidadas hojas de zinc” (p.56). Esos eran sus hogares, y como tales tenían que hacerlos respetar como su propiedad, por encima de todo, como dirá la Cotena: “…mi rancho es pobre pero honrado” (p.36). No importaba si les destruían sus casas, ellos las armarían de nuevo, (p.56) y Máximo sería el mayor promotor y defensor de esta “afrenta” a la ley, y prácticamente, se acostumbra a estar en la cárcel, de la cual vuelve a su barrio con los mismos ideales, y por éstos muere.

Como lo afirma su madre: “…Nos lo mataron porque era bueno, porque quería más a los pobres que a su propia madre” (p.231). A diferencia de sus hermanos, Máximo busca en la lectura el conocimiento de su pueblo, la herencia de sus antepasados, para cambiar el presente, éste es su propósito, cambiar el destino de su familia y de los chambaculeros; y la lucha será férrea:

Nos defenderemos. La policía comete un atropello. Cumplen órdenes de los que se dicen amos de esta isla. Ni siquiera la nación tiene derecho sobre la tierra que pisamos. Bien saben que bajo este basamento de cáscaras de arroz y aserrín, solo hay sudor de negros. No hemos venido acá por nuestra propia voluntad. Nos han echado de todas partes y ahora quieren arrebatarnos la fosa que hemos construido para mal morir. (p.184)

La tierra que pisan es su tierra porque allí han puesto todos sus esfuerzos para sobrevivir o “mal morir”, pero en últimas, para desafiar el destino que se les había impuesto, y el destino que el gobierno no les quería ayudar a cambiar, porque Chambacú se convierte en un sector marginado y sus habitantes en seres excluidos. Debido a esto, para los chambaculeros no existe otra tierra sino Chambacú. Así lo asevera Críspulo: “Para mí no hay sino Chambacú. Ni siquiera Cartagena. Con lo mal que nos miran…” (p.75). Los chambaculeros estaban encerrados en la miseria, no podían mirar más allá de sus tierras, porque afuera no eran sino vistos “como criminales y transgresores del orden establecido. La razón: haberse apropiado de un terreno particular, evidentemente sub-utilizado, veinte años atrás” (Deávila, 2008, p. 42).

En este sentido, la lucha de Máximo también estaba encaminada en la lucha por una vida digna, la cual era obstaculizada, en mayor medida, por el racismo. Así le dice el capitán a Máximo en una de las veces que lo aprisiona: “…Te has puesto a contradecir el mandato de las Naciones Unidas. ¡Tú, un pobre negro!”. El negro no merece vivir como ser humano, ni tampoco puede reclamar sus derechos, porque, por ser negro, no será escuchado. Como le expresa Máximo a su madre, para los pobres: “Es demasiado aspirar a tener una familia. Si apenas nos miran como gentes. Ya sabe que somos

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