El racismo en Modesta Gómez
Enviado por Diego ML • 5 de Marzo de 2020 • Ensayo • 883 Palabras (4 Páginas) • 224 Visitas
El racismo y Modesta Gómez
Modesta Gómez, es el nombre que recibe la protagonista del cuento homónimo escrito por Rosario Castellanos (2008). La autora, que es un símbolo feminista y de lucha indígena, nos narra cómo esta niña que crece fuera de casa y debe arreglárselas para sobrevivir, llega a un destino nada alejado de la realidad: odiar a una raza que no es la «nuestra».
El racismo en México es un tema que hoy en día sigue siendo patente y debe interesarnos por su carácter intrínseco, pero además porque 1 de cada 10 mexicanos es indígena[1], y por absurdo que parezca, en nuestro siglo XXI este sector social continúa siendo victima de abuso. Para Rosario Castellanos, los derechos indígenas y de las mujeres son vitales en sus obras, filosofía y vida en general; es por eso la usaremos como referente.
Empezaremos con lo que la patrona de Modesta pensó cuando escuchaba los rumores de lo que su hijo, Jorgito, hizo la noche anterior: violar a Modesta.
Doña Romelia sospechaba algo de los tejemanejes de su hijo y los chismes de la servidumbre acabaron de sacarla de dudas. Pero decidió hacerse la desentida. Al fin y al cabo Jorgito era un hombre, no un santo; […] Y de que se fuera con las gaviotas (que enseñan malas mañas a los muchachos y los echan a perder) era preferible que encontrara sosiego en su propia casa. (p. 10)
Aunque no es propiamente discriminación, de alguna manera Doña Romelia prefiere que su hijo viole a la servidumbre, a que se meta con las «gaviotas». Es un claro ejemplo de que a pesar de ambas ser mujeres, la patrona piensa valer más que su criada, al grado de permitir tal atrocidad.
Siguiendo con la obra, a Modesta se le empezó a notar «la color quebrada, unas ojeras grandes y un desmadejamiento en las actitudes» (p. 11), pero la gota que derramó el vaso fue cuando un día, mientras molía el maíz, «una basca repentina la sobrecogió» (p. 11) y Doña Romelia, a pesar de saber todo sobre el embarazo y quién era el padre, se indignó y se refirió a Modesta de esta manera:
- Malagradecida, tal por cual. Tenías que salir con tu domingo siete ¿Y qué creíste? ¿Que te iba a solapar yo tus sinvergüenzadas? Ni lo permita dios […]. Así que ahora mismo te me vas largando a la calle.
Antes de abandonar la casa de los Ochoa, Modesta fue sometida a una humillante inspección: la señora y sus hijas registraron sus pertenencias y la ropa de la muchacha para ver si no había robado algo. (p. 11)
Vemos que a la señora de la casa no le bastó con correr a la pobre Modesta que nada tenía que ver, y a su «nieto» que venía en camino, sino que, como si de una ladrona se tratara, la desvistió e inspeccionó para humillarla.
Modesta, después enviudó y tuvo que trabajar como atajadora en una carnicería. Allí fue donde empieza la máxima muestra de racismo, como en esta cita:
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