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Escuela de las relaciones humanas


Enviado por   •  14 de Enero de 2013  •  Tesis  •  1.541 Palabras (7 Páginas)  •  2.367 Visitas

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UNIDAD 4: Escuela de las relaciones humanas

Caso Práctico 4.1: El caso de autoridad y madurez del supervisor

El caso del Hart y Bing

El caso se presenta en dos versiones A Y B. La versión A presenta el punto de vista del señor Hart, y la B, el de Bing.

La situación surgió entre un grupo de trabajo de cuatro hombres y tres mujeres dedicados a probar e inspeccionar planes para equipos electrónico. A los empleados se les pagaba a destajo, con base en los incentivos. La organización del personal de la empresa incluía un consejero cuyos deberes consistían en familiarizarse con los trabajadores y discutir con ellos cualquier problema que desearan plantearle. Las siguientes declaraciones de los puntos de vista de dos hombres son extractos de cinco entrevistas que el consejero tuvo con cada uno de ellos en un periodo de casi dos semanas.

Versión A (del señor Hart)

Escuche, creo que usted debe estar enterado de esto. Mi querido amigo Bing está buscando un enfrentamiento conmigo.

Hace poco, el supervisor de control de calidad me informó que Bing está empleando doble y triple tiempo para revisar planes que en realidad inspecciona de una sola vez. De hecho, esto es un engaño y ya le he llamado la atención varias veces. Hace varios días se me volvió a informar que lo seguía haciendo, y esta vez sí le dije las cosas claras. Ya se ha salido con la suya durante mucho tiempo y voy a acabar con eso de una vez por todas. Sé que no le gusto que le hubiera llamado la atención porque pocas horas después ya tenía encima de mí al representante del sindicato. Usted sabe lo que significa hablar con esa gente; algunas veces defienden al empleado aunque sepan que esta abusando de la empresa. De todas maneras, a ambos les expresé que no iba a tolerar esto por más tiempo, y le dije a Bing que si continúa haciendo este tipo de trabajo voy a tomar medidas con mi jefe y hacer que lo despida o que lo castigue de algún modo.

Esta clase de comportamiento debe ser eliminada. De verdad me inclino a creer que el tipo es un débil mental, porque hablarle no significa nada para él. He tratado por todos los medios meterle en la cabeza un poco de sentido común, pero ya me di por vencido, pues es un caso perdido; simplemente no surte ningún efecto lo que le digo. Es una situación muy desagradable para todos a los que nos concierne, pero en verdad no sé que más puedo hacer.

No sé lo que le pasa a este tipo, pero creo que abriga un profundo resentimiento contra mí. ¿Por qué? No lo sé, pues he tratado de manejarlo con mucho cuidado, pero toda su actitud en el trabajo es de indiferencia, y desde luego no es una buena influencia para el resto de mi grupo.

Francamente creo que algunas veces trata de agitarlos en contra mía. Me parece que esta sufriendo delirio de grandeza porque todo lo que hace durante el día es sentarse y cantar. ¡Se cree Frank Sinatra! ¡De veras! Me parece que está tomando lecciones de canto y que está cantando con algunas de las orquestas locales. Todo está muy bien, pero cuando sus intereses externos infieren con su eficiencia en el trabajo, tengo que considerar con cuidado la situación. Por esta razón lo he estado vigilando, y se vuelve a pasar de la raya se las va a ver conmigo.

Me siento muy tranquilo al decir he hecho todo lo que en justicia puede esperarse, al tratar de enseñarle lo que se espera de él. Usted sabe que hay un refrán que dice “no se le pueden pedir peras al olmo”. El tipo simplemente carece de escrúpulos, no se siente obligado a hacer el trabajo que le corresponde; sin embargo, sé que lo puede hacer porque lo hiso durante mucho tiempo, pero durante los últimos meses ha decaído y toda su actitud en el trabajo ha cambiado.

Bueno, ha llegado al punto en que creo que induce a otros empleados a haraganear, pues unos minutos antes de que suene el silbato para la comida se van al baño y se asean durante el tiempo durante el tiempo de la empresa. Se lo he hecho ver varias veces, pero parece que las palabras no le impresionan.

Si se sigue comportando así, se va a encontrar en la calle. Me he pedido que lo traslade, por tanto, sé que se quiere ir; pero no le contesté cuando me lo pidió porque estaba yo furioso en ese momento y lo hubiera mandado a otra parte.

Creo que sería bueno que usted le hablara con frecuencia. Esto le daría la oportunidad de pensar este asunto cuidadosamente.

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