Este texto es un relato basado en la leyenda de Píramo y Tisbe, en él se plantea el tema del amor que trasciende la muerte, y se desarrolla en un ambiente mitológico.
Enviado por diego132_tna • 9 de Noviembre de 2015 • Informe • 1.482 Palabras (6 Páginas) • 722 Visitas
Las metamorfosis: “Píramo y Tisbe”
Ovidio
Presentación
Este texto es un relato basado en la leyenda de Píramo y Tisbe, en él se plantea el tema del amor que trasciende la muerte, y se desarrolla en un ambiente mitológico. Este texto forma parte del libro Las metamorfosis libro IV, escrito por el poeta Latino, Ovidio (43 a J.C.-17d. J.C.), en el cual se propuso elaborar una historia del universo mediante la serie de transformaciones histórico- legendarias, de los astros, la tierra, los animales, etc. En la que se notan restos de animismo.
El tema fue tomado de la leyenda griega original con el mismo nombre. La versión original de Ovidio fue escrita en verso. De esta leyenda existen diversas versiones con algunas variantes a través del tiempo y ha sido abordada por muchos escritores como Luis de Góngora y Argote, Tirso de Molina, Miguel de Cervantes Saavedra. El amor desgraciado de los protagonistas tiene muchas coincidencias con el de la obra de William Shakespeare: Romeo y Julieta, por lo cual muchos lo han señalado como fuente de inspiración de la misma, además aparece introducida en una de las comedias del mismo autor: Sueño de una noche de verano.
Las metamorfosis[1]
Libro IV
Píramo y Tisbe
Píramo y Tisbe, el uno era el más bello de los jóvenes, la otra, la más admirada de las doncellas que el Oriente tuvo, vivían en unas casas contiguas en la ciudad, en donde se dice que Semíramis rodeó la ciudad con una muralla de tierra cocida de gran altura. Esa vecindad hizo su conocimiento y sus primeros pasos. Creció el amor con el tiempo; las antorchas nupciales los hubiesen unido legítimamente, pero sus padres lo impidieron. Los dos se abrasaban en una misma pasión que se apoderó de sus corazones, cosa que los padres no pudieron impedir. No existe ningún confidente; se hablan por serias y por gestos, y cuanto más se oculta, más empuje cobra el fuego de la pasión.
Habíase producido una ligera grieta en el muro común a las dos casas, cuando en otro tiempo se construyeron. Nadie, al correr de los largos siglos, se había dado cuenta de ese defecto (¿qué no descubre el amor?). Vosotros, amantes, fuisteis los primeros en verlo e hicisteis de ello el pasadizo de vuestra voz y por allí solían pasar con seguridad, con el más dulce de los murmullos, vuestras -palabras lisonjeras.
A menudo, mientras que Tisbe estaba en un lado y Píramo en el otro y ambos ya habían aspirado alternativamente el hálito de sus bocas, decían: "¡Oh, pared celosa! ¿Por qué sirves de obstáculo entre los amantes? ¿Qué supondría para ti que permitieras que nos uniéramos con el Cuerpo entero o, si esto es mucho pedir, por lo menos consintieras abrirte para besarnos? No somos ingratos; confesamos, sin embargo, que nosotros nos debemos a ti, porque se nos ha concedido a nuestras palabras un paso para llegar a oídos queridos."
En cierta ocasión, después de haber pronunciado inútilmente tales palabras desde ambos lados, al llegar la noche se dijeron adiós, y cada uno dio unos besos a su lado de pared, que no pasaron al lado opuesto. Cuando la aurora del día siguiente hubo ocultado los astros de la noche y el sol con sus rayos había secado las hierbas cuajadas de rocío, acudieron al lugar acostumbrado. Entonces, en un pequeño susurro tras largas quejas, deciden que en el silencio de la noche intentarán burlar a los guardianes y salir por las puertas y, luego de hallarse fuera de sus casas, abandonar también la ciudad; y para no extraviarse en su largo camino a través de los campos, se reunirán en los alrededores de la tumba de Nino y se ocultarán bajo el árbol que le da sombra. Este árbol era una mora, cargado de frutos blancos como la nieve, que se hallaba al borde de un fresco manantial. De común acuerdo aceptan con agrado el plan. El día, que les había parecido que se alejaba con tardanza, se precipita en las aguas y de las mismas aguas surge la noche.
Hábil en medio de las tinieblas, haciendo girar los goznes, sale Tisbe, engaña a los suyos y, ocultando el rostro bajo un velo, llega a la tumba, se sienta bajo el árbol convenido; el amor la hacía audaz. He aquí que una leona con sus fauces espumeantes teñidas aún con la sangre de los bueyes que acaba de devorar, llega para saciar la sed en las aguas del vecino manantial. Desde lejos y a la luz de la luna, Tisbe, la doncella de Babilonia, la ve y con pasos temblorosos huye a ocultarse en un antro oscuro; mientras huye, pierde el velo que se le desliza de sus hombros.
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