Fábrica Extractora De Material Precioso

Fábrica extractora de material precioso

Viro la esquina corriendo, ¡otra vez tarde! era la segunda vez en la semana.

-Cuándo aprenderé a dormir temprano –se recriminaba- mi mamá me dijo que apagara la computadora temprano para no dormir tan tarde y, claro, en la mañana, ¡no quiero levantarme! ¡Hoy ni siquiera pude desayunar!- llegó a la escuela y tocó en la puerta.

-¿Oootra veeez, Juliooo? le dijo el prefecto de la entrada- hasta siendo lunes tendrías retardos acumulados! Pásate, pero ya no alcanzas entrar a la primera hora.

Julio entró, repasó su horario: la segunda hora era de biología, estaban viendo el tema de “la importancia de la nutrición para la salud” –ja ¡pero si yo ni desayuno!- pensó.

La espera lo aburrió y cuando entro a la clase estaba somnoliento, se sentó desganado y saludó a la profesora; el estómago le gruñía.

Buenos días, chicos, hoy continuaremos nuestro tema… -la voz de la maestra parecía perderse en la distancia, sin darse cuenta, Julio había acomodado su cabeza sobre el pupitre.

El tema que veremos será proceso de la digestión –escucho muy a lo lejos, al mismo tiempo que se puso su casco de obrero y bata, caminaba a la entrada de una mina de donde se extraían materiales preciosos de la materia prima se recogía del campo –¡curioso!, la mina se parecía a una que vio en la tele el fin de semana…

-brrrrr, chuc, trrrr- se escuchaba una gran pala que transportaba la carga a la gran puerta de la mina- trrrrr, bip, bip bip.

-¡Hagan a un lado esos contenedores!- gritaba el operador de la pala- estorban para el paso.

-Hey, Usted- le grito a Julio un obrero con traje- Usted es nuevo, ¿verdad?, venga, le voy a mostrar la fábrica, y muy atento! ¡No hable!, solo observe bien que lo que hacemos aquí, ¡esto es de vida o muerte para usted!

Julio asintió, y lo siguió al obrero en silencio, tratando de no perder detalle.

Mientras la pala se acercaba a la entrada, se habría la compuerta. Dentro esperaban los obreros de avanzada, todos de traje blanco, armados de grandes tenazas.

-¡Despacio! –gritaban– Despacio, déjalo caer allí, junto a la trituradora-

Comenzaban su tarea: amasar, deshacer, diluir.

-Más líquido por acá- gritaba uno.

-A eso le hace falta molerlo más, ¡más líquido¡- gritaba otro.

-Esto está muy contaminado !Más saliva acá también! –se oía más allá.

Los obreros trabajaban duro, finalmente lograban hacer una masa pastosa de la materia prima.

–listo el bolo! Traigan la pala! a la resbaladilla!

Ayudados con una gran pala roja arrojaban la masa a una abertura profunda, la masa, o bolo, como ellos le llamaban, debía estar bien revuelta y lo suficientemente viscosa, para que no se atorara en ese hueco: “E s ó f a g o”, se leía un gran letrero.

Glu! Se oía el caer del bolo- glu! Caía a lo largo de los 25 centímetros del Esófago.

Pac! Pegaba el bolo al llegar al siguiente departamento de tratamiento, el letrero tenia una calavera: Peligro, Químicos Peligrosos: Estómago.

Esta área no bien había entrado la materia a la primera puerta, los obreros ya estaban trabajando: grandes pipas de químicos muy peligrosos ya habían sido vertidas en el recipiente en el que se recibiría el bolo.

Ojalá

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