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Gala, la “sal de mi vida”


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2014  •  Informe  •  447 Palabras (2 Páginas)  •  198 Visitas

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Gala, la “sal de mi vida”

Voy a contarle uno de los encuentros que profundamente trastornó mi vida y mi carrera artística.

Primero, era el año 1929. Tenía 25 años. Había decidido irme de mi España natal para ir a París y encontrar a mi amigo Luis Buñuel con el fin de supervisar el rodaje de la película “Un perro andaluz” de la que (del que) era coguionista. Cuando llegué a (en) la capital francesa, encontré a mucha gente, y trabé amistad con (entré en amistad con) toda la vanguardia "surrealista": Hans Arp, André Breton, Max Ernst, Yves Tanguy, René Magritte, Man Ray, Tristan Tzara y Paul Éluard. El rodaje de la película se acabó en enero de 1930. Pues decidí volver a España.

En aquella época, estaba fascinado por el universo del mar. Pues decidió comprar una “casa de pecadores”, muy cerca de Cadaquès. Era una casa compuesta de varias cabañas de pecadores, que yo había estructurado más tarde en forma de laberinto.

Entonces decidí invitar a algunos de mis nuevos amigos "surrealistas" a pasar las vacaciones de verano conmigo en mi nueva casa. Eluard no vino sólo. Vino con su nueva mujer. No la conocía.

Sin embargo, cuando vi a esta mujer cruzar la puerta de mi casa, el flechazo fue inmediato. Supe en seguida que era la mujer de mi vida. Era morena, grande, y parecía (pareció) severa. Todo el mundo la llamaba “Gala”, pero su verdadero nombre era Helena Ivanovna Diakonova. Era una inmigrada rusa que (quien) vivía en París. Tenía 10 años más que yo, pero reconocí en ella la mujer de mis sueños de niño.

Los días que siguieron, pasé el tiempo observándola (en observarla) y no hablé con nadie. Recuerdo que hacía mucho calor y que el sol brillaba intensamente. Quería desvelarle mis sentimientos, pero no me atrevía a decírselos. Poco a poco, comencé a hacerle la corte. Traté de hacérsela sutilmente. Sin embargo, no pude porque al (en el) mismo tiempo tenía que administrar crisis de esquizofrenia, que eran muy frecuentes en aquella época.

Lo que no sabía es que a Gala le gustaba "mi locura".

Al fin de las vacaciones, todos los invitados se fueron, excepto (salvo) ella. Creo que para Gala, esta historia naciente era también una oportunidad para escapar de un esquema clásico de “esposa”, en el cual se asfixiaba. Se aburría en estos papeles que no satisfacían su naturaleza independiente y apasionada.

Si mi historia de amor con Gala fue una evidencia, no era lo mismo para mi familia. Mi padre no apreciaba mi idilio con una mujer casada. Debí elegir entre mi familia y ella. Escogí a Gala, y me enfadé profundamente con mi padre y mi hermana Anna-Maria.

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