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Gracias Por Fumar


Enviado por   •  25 de Marzo de 2015  •  1.546 Palabras (7 Páginas)  •  243 Visitas

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I. LAS TRES TESIS BÁSICAS DE MARCUSE

Marcuse, situado en la perspectiva crítica de la Escuela de Francfort, postulaba entonces que el universo político, social e ideológico de la sociedad industrializada (el libro se refiere en primer lugar a la sociedad estadounidense), se constituye en un mundo cerrado y total, que permite incluso disidencias y rebeliones, pero que no ofrecen salida fuera del sistema capitalista desde el cual surgen.

Tres son las tesis que sustentaba Marcuse en esta obra:

1° la idea que el orden capitalista ha conseguido construir un mundo material y simbólico semicerrado y totalizador que impone a todos los individuos una visión única de la realidad;

2° el concepto que el capitalismo funciona como una poderosa maquinaria mercantilista productora de necesidades artificiales, que atrapa todas las utopías y los deseos y los convierte en necesidades y en productos, es decir, la cosificación de las personas y los objetos; y

3° la idea que el cambio social o sea la revolución, a lo menos en las sociedades desarrolladas del capitalismo moderno, no se producirá por la clase obrera (por su arraigo y compromiso con el propio sistema productivo) sino por otros actores sociales marginales y más conscientes de su lugar subordinado.

II. LA CRITICA A LA SOCIEDAD OPULENTA

Desde el punto de vista ideológico y político, la crítica central de Marcuse apuntaba a un sistema económico y tecnológico de industrialización, que convierte al ser humano en un esclavo de las máquinas, en un sujeto dependiente de la tecnología, convirtiendo sus necesidades en deseos de consumo, sublimando sus sueños en la compra de bienes y servicios dentro del orden capitalista que lo mantiene atrapado, con frecuencia sin saberlo. No cabe dudas que la crítica formulada en contra del productivismo competitivo, apunta también sobre el sistema socialista soviético, por entonces vigente en la mitad oriental de Europa.

Pero la crítica de Marcuse contra el capitalismo dominante es fundamentalmente ideológica, es decir, se dirige a la consciencia de los individuos, cuando dice:

“Su promesa suprema es una vida cada vez mas confortable para un numero cada vez mayor de gentes que, en un sentido estricto, no pueden imaginar un universo del discurso y de la acción cualitativamente diferente, porque la capacidad de contener y manipular los esfuerzos y la imaginación subversivos es una parte integral de la sociedad dada.” (Marcuse, H.: El hombre unidimensional. Barcelona, 1968. Seix Barral, p. 54)

La punta de lanza ideológica de esta normalización de los individuos al interior del sistema capitalista, es la Administración convertida en ciencia de la rentabilización de la producción: de la producción de materiales, de servicios y de personas. La administración no opera solo como una ciencia del control y de la regimentación de los individuos dentro del trabajo, sino también como una estructura “racional” de dominación y control y como una ideología legitimadora del orden capitalista que se impone a los individuos al interior de la vida laboral y que repercute sobre la vida doméstica y la salud mental de cada uno.

Lo que es falso en el materialismo capitalista no es el materialismo en cuanto inclinación a las cosas, sino que dicho materialismo oculta y encubre una falta de libertad y un fetichismo total por la mercancía, tal como lo anticipaba Marx en El Capital. La satisfacción de las necesidades de consumo se convierte en el patrón decisivo y significativo del éxito y de la realización individual.

Lo que acusa Marcuse es que la mercancía (es decir, todas las mercancías que presenta el mercado), se han convertido en fetiches que ocultan la verdadera realidad que representan, una realidad desigual que se nos oculta cuando concurrimos al mercado. En palabras de Marx:

“Por el contrario, la forma de mercancía y la relación de valor entre los productos del trabajo en que dicha forma [89] se representa, no tienen absolutamente nada que ver con la naturaleza física de los mismos ni con las relaciones, propias de cosas, que se derivan de tal naturaleza. Lo que aquí adopta, para los hombres,la forma fantasmagórica de una relación entre cosas, es sólo la relación social determinada existente entre aquéllos.” (Marx, C.: El Capital. Cap.I. La mercancía. El fetichismo de la mercanía y su secreto. México, 2000. FCE. p. 37)

La cosificación de los objetos es la alienación de las personas antes las cosas, pero ésta cosificación oculta la diferencia social que existe entre los productores de las cosas.

Pero al mismo tiempo, en la sociedad capitalista -observamos nosotros- subyace y se despliega una ideología de la competencia, un elogio constante y un uso intensivo desde la escuela y el liceo, de una mentalidad competitiva, que procura que todo individuo esté permanentemente en competencia contra los demás y consigo mismo, en competencia por vencer, por predominar,

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