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Guión De La Obra Sueño De Una Noche De Verano


Enviado por   •  21 de Enero de 2013  •  6.946 Palabras (28 Páginas)  •  10.072 Visitas

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ACTO I

Introducción.

(El Bosque. El Crepúsculo.)

(Entran Hadas, el primer grupo con Cobweb y Mustardseed, el segundo con Peaseblossom y Moth.)

HADAS

Por los montes y los valles,

cruzando cercas y verjas,

por las olas, entre el fuego,

a todas partes, ligera,

más rápida que la luna,

voy a servir a mi Reina,

poniendo sus esferillas

de cristal entre las hierbas.

CUATRO HADAS

Sus invitadas las prímulas,

llevan doradas libreas;

sus manchitas de rubí

son huellas de hada, no pecas.

TODAS LAS HADAS

Tenemos que ir a buscar

gotas de rocío frescas,

para que tengan las prímulas

pendientes en las orejas.

(Puck aparece de repente.)

PUCK

(llamando)

¡Eh, espíritus! ¡Adónde vais?

(Las hadas se dispersan)

HADAS

O confundo mucho

tu forma y tu figura,

o eres ese espíritu

astuto y maligno

llamado Robin Goodfellow.

¿No eres tú el que asusta

a las muchachas de la aldea,

descrema la leche,

y a veces,

trabaja en la muela,

haciendo inútil

que el ama de casa,

sin aliento,

bata la mantequillera,

y a menudo no deja

fermentar la cerveza,

extravía a los caminantes

y se ríe de su daño?

¿No eres ese?

PUCK

¡Pero dejad sitio, hadas!

Aquí viene Oberón.

HADAS

Y allí nuestra señora;

COBWEB

Ojalá se marchara él.

(Entran lentamente Oberón y

Titania, con sus escoltas)

HADAS

Oberón está colérico y feroz,

porque ella tiene por paje

un delicioso muchacho

robado a un príncipe indio.

Y el celoso Oberón

quiere tener al chico.

OBERÓN

A la luz de la luna,

orgullosa Titania...

TITANIA

¡A la luz de la luna,

celoso Oberón!

Hadas, escapad de aquí.

He jurado abandonar

su lecho y su compañía.

(Las hadas se esconden.)

OBERÓN, TITANIA

Por eso los vientos,

soplándonos melodías en vano,

como por venganza,

han absorbido del mar

nieblas enfermizas.

Por eso, en vano, el buey

ha tirado de su yugo,

el redil se alza vacío

en el campo inundado,

los cuervos se ceban

con el ganado apestado.

Se alteran las estaciones:

la primavera, el verano,

el otoño fecundador,

el colérico invierno se intercambian

sus habituales libreas,

y el atónito mundo no les distingue

en su multiplicación.

Esta progenie de males

procede de nuestra discordia,

de nuestra disensión;

nosotros somos el origen

de estos males.

OBERÓN

Arréglalo entonces,

está a tu alcance.

Yo no pido sino

un muchachito robado,

para que sea mi paje.

TITANIA

Deja en paz tu corazón.

La tierra de las Hadas

no basta para comprarme ese niño.

Su madre había ingresado en mi orden,

pero ella,

por ser mortal,

murió al tener ese niño,

y por fidelidad a ella

no quiero separarme de él.

OBERÓN

Dame ese muchacho

e iré contigo.

TITANIA

Ni por todo tu Reino de las Hadas.

¡Hadas, vámonos!

(Salen Titania y las hadas.)

OBERÓN

Bueno, vete por tu camino;

no saldrás de este bosque

sin que te atormente por esa ofensa.

Mi buen Puck, ven acá;

(Puck se acerca a Oberón.)

Tú recuerdas que una vez

te mostré una planta...

Su jugo, puesto en párpados dormidos,

hace que el hombre o la mujer

enloquezcan de amor

con la primera criatura viva

que vean; sea león, oso,

lobo, toro,

mono presumido, o simio atareado.

Tráeme esa hierba,

y regresa aquí

antes que el Leviatán

pueda nadar

una legua.

PUCK

¡Daré una vuelta

en torno a la tierra

en cuarenta minutos!

(Sale volando.)

OBERÓN

Una vez tenga ese jugo,

buscaré a Titania,

y mientras duerma,

le echaré su jugo

en los ojos.

Y si quiere que le quite

el hechizo de la mirada,

me tendrá que entregar su paje.

(Oberón desaparece. Entran por

separado Lisandro y Hermia)

LISANDRO

¿Qué hay, mi amor?

¿Por qué están pálidas tus mejillas?

¿Qué azar hace que sus rosas

se marchiten tan de prisa?

HERMIA

Quizás es por falta de lluvia,

que bien podría concederles

con la tempestad de mis ojos.

LISANDRO

¡Ay de mí!

Por todo lo que he leído y he oído

siempre en relato o historia,

el camino del verdadero amor

nunca avanzó con facilidad;

o incluso acabó en sangre...

HERMIA, LISANDRO

¡Ay de mí! Demasiado alto

para injertarse tan bajo...

...o de muy diferentes edades...

¡Ah, dolor! Demasiado viejo

para unirse a la juventud...

...o dependió de la elección

de los padres...

¡Ah, infierno!

¡Elegir amor con ojos ajenos!

Los verdaderos enamorados

siempre han sido infelices,

eso es tan cierto

como una ley del Destino.

HERMIA

Enseñémosle, pues,

la paciencia a nuestro amor.

LISANDRO

Buen consejo.

Escúchame, pues, Hermia:

Tengo una tía viuda sin hijos,

de grandes rentas;

su casa está

a siete leguas de Atenas,

y me quiere

como su único hijo.

Allí, amable Hermia,

me puedo casar contigo,

y la dura ley ateniense,

que te fuerza a casarte

con Demetrio,

no puede

perseguirnos hasta allí.

Si me quieres,

entonces yo iré allá contigo.

HERMIA

¡Mi buen Lisandro!

Si tú me quieres,

...

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