Hispanismo
Enviado por Mauch94 • 26 de Noviembre de 2013 • 2.469 Palabras (10 Páginas) • 263 Visitas
Durante el siglo XVI todo lo nuevo le venía a Europa desde España: nuevas tierras conquistadas, nuevos temas, géneros y personajes literarios, nuevos bailes, nuevas modas... Pronto hubo necesidad de saber español para satisfacer más plenamente esa curiosidad, también movida por intereses comerciales y económicos, hacia la nueva potencia política, primera en ostentar un imperio europeo y ultramarino en la nueva Europa del Renacimiento. Para responder a esa demanda tomaron en primer lugar la pluma escritores españoles como Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática impresa en una lengua románica, la Gramática castellana de 1492, o Juan de Valdés, que compuso para sus amigos italianos deseosos de aprender el castellano su Diálogo de la lengua; el licenciado Cristóbal de Villalón escribió en su Gramática castellana (Amberes, 1558) que el castellano era hablado por flamencos, italianos, ingleses y franceses.
Durante mucho tiempo, sobre todo entre 1550 y 1670, salió de las imprentas europeas una cantidad impresionante de gramáticas españolas y de diccionarios que relacionaban el español con alguna o algunas de las otras lenguas. Dos de las gramáticas más antiguas se imprimieron justamente en Lovaina: Útil y breve institución para aprender los principios y fundamentos de la lengua española (1555) y la Gramática de la lengua vulgar española (1559); las dos son anónimas.
Entre los autores extranjeros más destacados de gramáticas españolas están los italianos Giovanni Mario Alessandri (1560) y Giovanni Miranda (1566); los ingleses Richard Percivale (1591), John Minsheu (1599) y Lewis Owen (1605); los franceses Jean Saulnier (1608) y Jean Doujat (1644); el alemán Heinrich Doergangk (1614) y el holandés Carolus Mulerius (1630).
Compusieron diccionarios el italiano Girolamo Vittori (1602), el inglés John Torius (1590) y los franceses Jacques Ledel (1565), Jean Palet (1604) y François Huillery (1661). Tuvo también su importancia la aportación lexicográfica al hispanismo francés del alemán Heinrich Hornkens (1599) y del francoespañol Pere Lacavallería (1642).
Otros unieron en sus obras gramática y diccionario; tuvieron una especial relevancia al respecto las obras del inglés Richard Percivale (1591), del francés César Oudin (1597, 1607), del italiano Lorenzo Franciosini (1620, 1624), de Arnaldo de la Porte (1659, 1669) y del austriaco Nicholas Mez von Braidenbach (1666, 1670). Franciosini y Oudin fueron asimismo traductores del Quijote. La lista no es ni mucho menos completa y las gramáticas y diccionarios tuvieron por lo común gran número de reediciones, adaptaciones, refundiciones y aun traducciones (la Grammaire et observations de la langue espagnolle de Oudin, por ejemplo, se tradujo al latín y al inglés), por lo que no cabe exagerar el gran impacto que tuvo la lengua española en la Europa de los siglos XVI y XVII.
En el siglo XIX, coincidiendo con la pérdida del imperio colonial español a principios y a finales de dicho siglo y el surgimiento de las nuevas repúblicas hispanoamericanas, brota en Europa y los Estados Unidos un renovado interés por la historia, la literatura y la cultura hispánica de la antaño gran potencia, ahora decadente, y sus colonias ahora independientes.
Durante el Romanticismo se asienta la imagen de una España medieval, mora y exótica, de un país novelesco y una cultura mestiza que seduce la imaginación de los escritores de esa corriente y hace a muchos interesarse por la literatura, leyendas y tradiciones españolas. Los libros de viajes escritos por entonces mantienen y avivan aún más ese interés, que acaba por despertar un impulso más serio y científico hacia el estudio de la cultura española e hispanoamericana, que no tenía palabra acuñada para denominarse en español y se designó a fines del siglo XIX con los vocablos hispanófilo e hispanofilia (así, por ejemplo, Juan Valera), y que a principios del siglo XX terminó por llamarse Hispanismo.
Este se define, pues, como el estudio de la cultura española e hispanoamericana y especialmente de su idioma por parte de extranjeros o personas no educadas en su seno. Las naciones hispánicas han desatendido este interés, que redunda indirectamente en su propio beneficio, hasta que últimamente se fundó el Instituto Cervantes, en paralelo a instituciones como el British Council o el Instituto Goethe. Por otra parte, las comunidades autónomas españolas, deseosas de acaparar ese interés, han procurado desarrollar también dentro del hispanismo sus propias cuotas de mercado, haciéndose representar en el seno de la hispanística la catalanística, la vasquística y la galleguística; sin embargo, el aspecto que más interesa en el Hispanismo internacional no es ninguno de esos, sino la hispanoamericanística.
El hispanismo en el mundo[editar · editar código]
Hispanismo en los Estados Unidos y Canadá[editar · editar código]
Washington Irving.
El hispanismo en Estados Unidos fue especialmente fecundo en tanto que forma parte de su historia más íntima, ligada estrechamente en el sur del país a la del imperio español, México, Puerto Rico, Filipinas y Cuba. En los Estados Unidos hay unos treinta y cinco millones de hablantes de esta lengua, que es allí la segunda más hablada y por la minoría más importante; se mantiene activamente usada en estados como Nuevo México, Florida, Texas y California, algunos de ellos los más ricos del país, y en ciudades populosas como Nueva York, Los Ángeles, Miami, San Antonio o San Francisco. La Asociación Americana de Enseñantes de Español y Portugués data de 1917. Celebra un congreso anual, que cada dos años tiene lugar fuera de los Estados Unidos; la revista Hispania es su publicación oficial. Existe, asimismo, una Academia Norteamericana de la Lengua Española.
Las primeras cátedras de español en los Estados Unidos fueron las de la Universidad de Harvard (1819), de la Universidad de Virginia (1825) y la Universidad de Yale (1826). El cónsul estadounidense en Valencia, Obadiah Rich, importó numerosos libros y valiosos manuscritos que terminaron constituyendo el fondo Obadiah Rich de la Biblioteca Pública de Nueva York, y numerosas revistas editaron traducciones, sobre todo la North American Review. Muchos viajeros publicaron sus impresiones sobre España, como Alexander S. Mackenzie (A year in Spain, 1829, y Spain revisited, 1836), libros muy leídos por Irving y Poe, y otros viajeros como el periodista sefardita Mordecai M. Noah y el diplomático Caleb Cushing y su esposa. Edgar Allan Poe estudió español en la Universidad de Virginia y algunos cuentos suyos tienen fondo español. También escribió artículos críticos sobre literatura castellana. Los inicios del hispanismo propiamente dichos hay que buscarlos sin embargo en las obras de Washington
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