Iconicidad y Representación de las Clases Sociales
Enviado por Michell Aleman • 17 de Noviembre de 2016 • Ensayo • 1.994 Palabras (8 Páginas) • 248 Visitas
Iconicidad y Representación de las Clases Sociales
La Prodigiosa Tarde de Baltazar – Gabriel García Márquez
(Los funerales de la Mamá Grande, 1962)
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Nataly Asley Alemán Domínguez - Nathii_1603@hotmail.com
Angie Karina Peña Moreno – angiepenamoreno@gmail.com
Juan Pablo Padilla Ramírez – juan.padill-rz@hotmail.com
Universidad Autónoma del Caribe.
Resumen Abstract[pic 3][pic 4]
Gabriel García Márquez, al comenzar con la terminación de una jaula, obra de un artesano, que por su belleza llama la atención e impresiona a toda la gente del pueblo, en particular, a un grupo que la considera la más hermosa del mundo, quiere mostrarle al lector lo que él piensa que es el origen de una obra de arte. Con lo narrado en esta primera parte, el autor desarrolla la primera pieza del tema y propone que el origen de una obra de arte viene dado, en primer lugar, por el impacto que ésta tiene estéticamente entre los miembros de una sociedad, impacto que es reafirmado por algunas personas, los críticos, como algo de valor estético universal. La jaula u obra de arte es el resultado de una larga experiencia en lo que se hace y de un trabajo más arduo y dedicado. El valor monetario de la obra de arte no juega un papel embrionario en el proceso de producción de la misma; éste no es uno de los motivos primarios del artista para realizarla. Esta última afirmación la comprueba claramente el diálogo que tiene Úrsula y Baltazar, al final de la primera parte, antes de la visita del médico del pueblo, en el que llegan a un acuerdo sobre el precio que le van a pedir al rico del pueblo.
En la segunda parte, el narrador nos cuenta que el doctor Octavio Giraldo, médico del pueblo, habiéndose enterado de la noticia de la jaula, le hace una visita a Baltazar con la intención de comprársela para regalársela a su mujer inválida y a quien le encantaban los pájaros. Después de describir las distintas partes de la jaula, que sigue en exhibición en el comedor de la casa, el narrador concluye con el comentario del médico de que parecía el modelo reducido de una gigantesca fábrica de hielo. El doctor, después de examinarla con cuidado, llegó a la conclusión de que esta obra de Baltazar era una aventura de la imaginación, superior a su prestigio, y mucho más bella de lo que había soñado jamás para su esposa, por lo que decide llevársela. A continuación, se narra el diálogo que sostiene el doctor Giraldo con Baltazar y Úrsula y que gira en torno a la negativa de Baltazar de vendérsela porque estaba ya vendida a Pepe, el hijo de Chepe Montiel, quien se la había mandado a hacer expresamente. Ante esta negativa, el médico le preguntó a Baltazar si Pepe le había dado un modelo; a lo cual le responde que no, que lo que le dijo era que quería una jaula para turpiales y que exactamente eso era lo que él había hecho, con medidas bien calculadas y con el material apropiado. El médico, sin perder la paciencia, le dice que si no le dio un modelo, que si no le había hecho ningún encargo preciso, que si lo único que quería era una jaula grande de turpiales, entonces que no había ningún problema porque una cosa es una jaula grande para turpiales y otra cosa es esta jaula. No entendiendo el razonamiento del médico, Baltazar le responde que esta jaula y la que había mandado a hacer Pepe eran la misma y que por eso la había hecho. Ante la insistencia del médico, Úrsula sugiere que Baltazar puede hacer otra jaula si el doctor Giraldo no tiene apuro. Como el médico la quería para esa misma tarde porque se la había prometido a su mujer, Baltazar se excusa con la afirmación de que no podía vender una cosa que ya estaba vendida. Aceptando por fin que no puede comprarla, el médico le pregunta que cuánto le habían pagado por ella. Úrsula responde, sin ser verdad, que 60 pesos. El doctor, antes de irse, reafirma su apreciación de la belleza de la jaula y comenta irónicamente que de todas formas Montiel era muy rico. En esta segunda parte de la trama, central en el desarrollo de la temática y constituida esencialmente por el diálogo entre Baltazar, su esposa y el doctor Giraldo en torno a la compra de la jaula por parte de este último, García Márquez nos define la naturaleza de la obra de arte. Primero nos dice que toda obra de arte es un modelo reducido de nuestros sueños e ilusiones, metafóricamente es un modelo reducido de esa "gigantesca fábrica de hielo" que es nuestra imaginación, según el universo simbólico del autor de Cien años de soledad. Para él toda obra de arte es esencialmente una aventura de la imaginación. En segundo lugar, nos dice que toda obra de arte es única en su naturaleza porque, por un lado, es original e individual; o sea, no tiene un modelo previo y el artista, al hacerla, le imprime su propia individualidad, ya que tiene las medidas bien calculadas por él; y además, por otro lado, porque es irrepetible y tiene un fin determinado y específico que es lo que le da su origen en primer lugar. Por eso, Baltazar no puede hacer otra, aunque el doctor espere, pues sería otra jaula y no esta jaula, que es la que hizo para el niño de los Montiel.
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