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Ignacio Manuel Altamirano


Enviado por   •  11 de Octubre de 2011  •  Biografía  •  576 Palabras (3 Páginas)  •  1.678 Visitas

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toscas, adquiere el edificio una notable fastuosidad.

b) Parcial. Se limita a describir una parte del objeto o realidad:

Lo que más me atraía de ella era su cabello, una abundante mata de color cobrizo, larga y sedosa que parecía reflejar su carácter indómito pues siempre se mantenía fuera de su lugar. Cuando yo la conocí…

c) General. Habla sólo de los aspectos más importantes:

Gilberto era un joven moreno y delgado de carácter tranquilo y una natural tendencia a ser feliz. Durante su primer viaje…

d) Detallada. Busca hacer una enumeración completa y minuciosa de cada uno de los aspectos y características que se han encontrado.

El Zarco

(fragmento)

Ignacio Manuel Altamirano

"Era un joven como de treinta años, alto, bien proporcionado, de espaldas hercúleas y cubierto literalmente de plata. El caballo que montaba era un soberbio alazán, de buena alzada, musculoso, de encuentro robusto, de pezuñas pequeñas, de ancas poderosas como todos los caballos montañeses, de cuello fino y de cabeza inteligente y erguida. Era lo que llaman los rancheros un "caballo de pelea". El jinete estaba vestido como los bandidos de esa época, y como nuestros charros, los más charros de hoy. Llevaba chaqueta de paño oscuro con bordados de plata, calzonera con doble hilera de "chapetones" de plata, unidos por cadenillas y agujetas del mismo metal; cubríase con un sombrero de lana oscura, de alas grandes y tendidas, y que tenían tanto encima como debajo de ellas una ancha y espesa cinta de galón de plata bordada con estrellas de oro; rodeaba la copa redonda y achatada una doble toquilla de plata, sobre la cual caían a cada lado dos chapetas también de plata, en forma de bulas rematando en anillos de oro. Llevaba, además de la bufanda con la que se cubría el rostro, una camisa también de lana debajo del chaleco, y en el cinturón un par de pistolas de empuñadura de marfil, en sus fundas de charol negro bordadas de plata. Sobre el cinturón se ataba una "canana", doble cinta de cuero a guisa de cartuchera y rellena de cartuchos de rifle, y sobre la silla un machete de empuñadura de plata metido en su vaina, bordada del mismo material. La silla que montaba estaba bordada profusamente de plata, la cabeza grande era una masa de ese metal, lo mismo que la teja y los estribos, y el freno del caballo estaba lleno de chapetas, de estrellas y de figuras caprichosas. Sobre el vaquerillo negro, el hermoso pelo de chivo, y pendiente de la silla, colgaba un mosquete, en su funda también bordada, y tras de la teja veíase amarrada una gran capa de hule. Y por dondequiera, plata: en los bordados de la silla, en los arzones, en las tapafundas, en las chaparreras de piel de tigre que colgaban de la cabeza de la silla, en las espuelas, en todo. Era mucha plata aquélla, y se veía patente

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