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Industria agroalimentaria


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2012  •  Informe  •  1.625 Palabras (7 Páginas)  •  589 Visitas

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Industria agroalimentaria

La industria agroalimentaria andaluza, con más de 6.000 establecimientos y unas 55.000 personas ocupadas genera una producción bruta de 1,42 billones de ptas. (18% del total de la industria) y un consumo de materias primas de 0,68 billones de ptas., según datos de la Encuesta Industrial de Empresas de 1993. Los datos anteriores representan el 27% de las personas ocupadas en el total de la industria de la comunidad, así como el 43% de las ventas de productos industriales. Si comparamos los datos andaluces con los nacionales, estos indicadores suponen el 15,3% de las personas ocupadas, el 18% de las ventas de producto y el 20% del consumo de materias primas de la Industria Agroalimentaria nacional, lo que sitúa al sector andaluz en el segundo lugar después de Cataluña.

Dentro de la estructura económica de Andalucía, el sector agroalimentario es de singular importancia por su aportación al valor añadido, a la ocupación industrial y a las exportaciones regionales; además de ser el principal mercado intermedio para el sector agrario y desempeñar un papel importante en el equilibrio territorial.

Los establecimientos de este sector se encuentran dispersos por toda la región, reflejando la propia distribución de la actividad agraria, y manifiestan una diversidad de tamaños, desde empresas familiares de muy reducida dimensión hasta otras que se cuentan entre las mayores de la región, de las cuales algunas son actualmente propiedad de compañías multinacionales. Estas industrias están diseminadas por las ocho provincias, aunque sobresale la mayor presencia de industrias aceiteras en Jaén, Córdoba y Sevilla, y de industrias vinícolas en Jerez y el Puerto de Santa María (Cádiz), el Condado (Huelva) y en Montilla (Córdoba). El sector agroalimentario ha sido uno de los principales destinos de la inversión extranjera en los últimos años, conduciéndose con la reestructuración de algunos subsectores en los que han entrado empresas foráneas: elaboración de cerveza, refino de azúcar o refino de aceite, entre otros. El subsector vinícola, especialmente el productor de vinos de Jerez, ha sido objeto también de una importante reestructuración competitiva en los últimos años.

La naturaleza de las diversas actividades conduce a diferentes estructuras de mercado, pero en general puede distinguirse entre un conjunto de grandes compañías que atienden a mercados nacionales e internacionales en algunas producciones, y una gran cantidad de pequeñas empresas que atienden a los mercados locales o a especialidades tradicionales. A ello se suman las plantas de algunas multinacionales de bebidas gaseosas y de panadería y bollería industrial, cuya presencia obedece a razones logísticas. Cabe señalar que la presencia del sector público ha sido tradicionalmente escasa, con la excepción del monopolio de la industria del tabaco.

Una importante desventaja competitiva de las empresas agroalimentarias andaluzas radica en su tamaño, respecto al de las empresas foráneas que se han ido implantando progresivamente en el mercado nacional. Esa dimensión limita también la capacidad de desarrollo de nuevos productos y reduce considerablemente el poder de negociación frente a las empresas de distribución; sector en el que se ha producido una intensa concentración en los últimos años.

Entre los principales rasgos que caracterizan a la industria agroalimentaria andaluza, destacan los siguientes:

Coexistencia de grandes empresas muy competitivas en importantes sectores agroindustriales junto a Pyme con problemas de competitividad, lo que determina una cierta estructura de carácter dual.

Grado de diversificaciones relativamente escaso, al estar concentrada la producción en ciertas actividades tales como: aceite y grasas, azúcar y bebidas alcohólicas.

Escasa presencia relativa de la industria de segunda transformación, que viene derivada de la especialización productiva en actividades muy ligadas al sector agrario y en las que se producen bienes con bajo grado de elaboración.

Coexistencia de actividades tecnológicamente avanzadas con otras que utilizan sistemas tradicionales de producción.

Desarrollo comercial desigual, con una presencia heterogénea en los mercados internacionales; asimismo, y debido al proceso de globalización y homogeneización del consumo se ha perdido cuota de mercado interna en este subsector.

Insuficiente integración intersectorial entre la industria agroalimentaria y las actividades primarias, que se refleja en la fuerte orientación de la producción agraria a la demanda final de consumo y exportaciones.

Progresiva generalización de procesos adecuados de gestión de residuos y vertidos generados por la actividad agroindustrial, aunque todavía insuficientes.

En este orden de cosas, hay que resaltar las dificultades intrínsecas de estas empresas para mejorar su competitividad; ya que una de las especificidades del sector agroalimentario respecto al resto de las actividades productivas es la de requerir altas necesidades de capital circulante. El carácter biológico de las producciones agrícolas y ganaderas determina que se produzca en momentos muy determinados del año, lo que conduce a que la industria deba comprar sus materias primas cuando se producen (aceites, hortalizas, frutas) para transformarlas y almacenar el producto, mientras que se va abasteciendo el mercado. En otros casos, los procesos de producción son muy largos (vinos, quesos, chacinas) lo que obliga a realizar las inversiones en inputs y esperar a que, varios meses después, se obtenga el producto final y pueda venderse.

Por otra parte, la naturaleza de las materias

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