LA MACROESTRUCTURA TEXTUAL

LA MACROESTRUCTURA TEXTUAL

LA REPUTACIÓN

La cortesía no es mi fuerte (1). En los microbuses suelo disimular esta carencia con la lectura o el abatimiento (2). Pero hoy me levanté de mi asiento automáticamente, sin darme cuenta, ante una mujer que estaba de pie, con un vago aspecto de ángel anunciador (3).

La dama beneficiada por ese rasgo involuntario lo agradeció con palabras tan efusivas, que atrajeron la atención de dos o tres pasajeros (4). Poco después se desocupó el asiento inmediato, y al ofrecérmelo con leve y significativo ademán, el ángel tuvo un hermoso gesto de alivio (5). Me senté allí con la esperanza de que viajaríamos sin desazón alguna (6).

Una buena ocasión se presenta para poner las cosas en su sitio, pero no fue aprovechada por mí (7). Subió al camión otra mujer, sin alas aparentes (8). Naturalmente, yo podía permanecer sentado, destruyendo así el germen de una falsa reputación (9). Sin embargo, débil y sintiéndome ya comprometido con mi compañera, me apresuré a levantarme, ofreciendo con reverencia el asiento a la recién llegada (10). Tal parece que nadie le había hecho en toda su vida un homenaje parecido; llevó las cosas al extremo con sus turbadas palabras de reconocimiento (11).

Hoy cedi un asiento a una mujer en el microbús pese a mis falencias de lectura, la señora me agradeció con palabras tan efusivas que llamo mucho la atención a los demás pasajeros. Poco después se desocupo el asiento para poder viajar tranquilamente, dentro de un momento subió otra mujer a quien le cedi  el asiento en donde me di cuenta que nadie le había hecho un gesto parecido en toda su vida.

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