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LA MUERTE FUE SU DEBER


Enviado por   •  6 de Agosto de 2021  •  Apuntes  •  3.728 Palabras (15 Páginas)  •  126 Visitas

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LA MUERTE FUE SU DEBER

Hace un par de días partió. Al principio él no quizo decirle nada, pues sabía que destrozaría su corazón. Ella era frágil como un cristal, no soportaría tal noticia.

Esa mañana Ana se encontraba descansando en su habitación, cuando de pronto sonó el timbre, segundos después salió a atender. No había nadie, era extraño. Antes de cerrar la puerta, se percató de que había un sobre bajo esta, lo cual le causó mucha curiosidad, entonces lo tomó entre sus manos y se dirigió nuevamente hacia su habitación, allí abrió el sobre, era una carta de Eddy, que decía:

“Sé que esto va ser difícil para ti, pero el día tenía que llegar y llegó, ¿recuerdas? Algún día desapareceré y no me verás la cara en años. Seguiremos hablando, no te preocupes. ¿Sabes? te echaré mucho de menos. Aprendí muchas cosas gracias a ti. Cuando mamá se despidió de mí, llorando, le dije al oído: “él ave abandona él nido para regresar más fuerte”, y lo mismo te digo a ti. El tren pasó por mí, ayer. Me hubiese encantado despedirme de ti, pero hubiese sido doloroso verte llorar... Solo quedan en mí los bonitos recuerdos y las cosas que aprendí a tu lado. Demostraste ser una chica genial, estuviste ahí siempre cuando necesité a alguien. Quizás no entiendas el porqué de mi partida, sé que te harás millones de preguntas, que no quedarán inconclusas, porque volveré para responder a todas tus dudas. Espero sepas comprenderme. Necesito alejarme por un tiempo, no es para siempre, solo es un hasta luego... Besos”.

Mientras iba leyendo la carta, lágrimas humedecían sus mejillas. No podía creer lo que decía tal escrito. Esa noche se la pasó llorando hasta quedarse dormida. A la mañana siguiente se despertó muy temprano, se dirigió a la cocina, se preparó una taza de café y se sentó en la mecedora vieja del abuelo, ahí estuvo por varias horas sin pronunciar palabra. Luego de un buen rato de inactividad, escuchó sonar el teléfono, y aunque no quería atender, tuvo que hacerlo, debido a la insistencia del aparato.

-¿Hola?

-Hola, hija –se trataba de Orlando, su padre –estoy yendo a tu departamento. Compré boletos de avión, iremos a París...

-¿Qué? -la noticia la tomó por sorpresa -Pero papá, no puedo dejar la cuidad, aquí he vivido por años... –contestó ella, desconcertada.

-Harás nuevos amigos, a parte, desde que murió tu madre solo te dedicas a estar fumando, casi ya no sales y escuchas esa música toda rara...

-Lo siento, pero no podré acompañarte en tu viaje. –dijo, muy decidida.

-No te estoy pidiendo que me acompañes, Ana ¡te lo estoy ordenando! –dijo el mayor, alzando la voz.

-¡Ya estoy grandecita como para que me des ordenes! ¡me quedo y punto! –contestó enérgica.

-Arréglate. Pasaré por ti a las 7.00.

Ana colgó el teléfono con violencia, muy amargada, no sabía qué hacer, no podía dejar la cuidad, porque hasta cuando Eddy volviera, ya no la encontraría. Así que organizó sus cosas en una maleta y decidió escaparse. Creyó que sería una buena idea ocultarse en la casa Georgiana, su mejor amiga. Su padre supuso que Ana intentaría escapar, o algo así, por ello llegó antes de la hora establecida y cuando ella salía de su departamento, jalando su maleta hacia las escaleras, su padre apareció por sorpresa de algún rincón y la tomó fuertemente por el brazo.

- ¿A dónde crees que vas, jovencita? –interrogó él.

-Suéltame, papá, no puedes obligarme a irme contigo. –le respondió, mientras forcejeaba a la vez.

-Soy tu padre, ya estoy viejo, tu obligación es cuidarme.

-Sí, eres mi padre y puedo cuidarte, pero no es necesario dejar la cuidad donde crecí para irme a otra e iniciar una nueva vida, ¡no quiero! -y seguía forcejeando.

-Es por ese jovencito, ¿verdad? por él no te quieres ir. Entiende: su amor es imposible, además, por lo que sé, abandonó la ciudad y te dejó...

- ¡Basta! ¡No sabes nada! ¡Déjame ir, papá!

-Se fue dejándote. Conocerá a más chicas, se olvidará de ti ¿por qué no lo entiendes de una buena vez?

- ¡Cállate, padre o te sangrará la boca! -bufó amenazante la joven.

- ¿Piensas pegarle a tu padre por un muchachito insignificante? Ay, Ana, déjate de berrinches y vámonos.

- ¡Nooooo! Papá, entiende: no quiero ir... -y tiró fuertemente para zafarse de su padre, lo logró, pero perdió el equilibrio y cayó por las escaleras.

Orlando, al ver la imagen de su hija tendida en el suelo, con sangre brotándole de la cabeza (eso no se veía muy bien) desesperado, llamó lo más rápido que pudo a una ambulancia para que la trasladaran lo más pronto a un hospital. Ya allí, el médico informó a Orlando acerca del estado de la chica.

-Su hija presenta un golpe muy fuerte en la cabeza, además, perdió mucha sangre y… -buscó el doctor el tono adecuado para decirlo, pero una mala noticia siempre será una mala noticia, y no importa el tono que se use, pues eso no mejorará las cosas -lamento decirle que está en coma.

Orlando escuchó esto, lo cual le cayó como un golpe en el estómago: lo dejó con los ojos bien abiertos y casi sin respiración. Luego reaccionó.

- ¡Nooo! -gritó Orlando -No puede ser, doctor, mi hija noooo...

***

Pasaban las horas, los días y Ana no despertaba. Orlando no soportó tal sentimiento de culpa, así que decidió tomar la fatal decisión de quitarse la vida dándose un tiro en la cabeza. Dejó una nota que decía: “SOLO QUERÍA QUE ELLA FUERA FELIZ... PERO NO COMPRENDÍ QUE ELLA ERA FELIZ GRACIAS A ESE MUCHACHITO INSIGNICANTE... ESPERO REACCIONES PRONTO, MI PEQUEÑA, TE QUIERO...”

Orlando se suicidó en el departamento de Ana, aproximadamente a las tres de la madrugada, así comentaban los vecinos.

***

Mientras la policía hacía el levantamiento del cadáver, una de las vecinas pidió a un oficial que diera aviso de lo ocurrido a Georgiana, pues Ana se encontraba sola en el hospital.

-Su madre falleció cuando ella tenía 3 años, y por lo que sé, vivía sola desde los 16. Su padre solo se encargaba de educarla, darle alimentación, entre otras cosas. Nunca conocí más familiares de ella, solo a su amiga. -comentó la vecina al oficial de policía.

Al enterarse de lo sucedido, Georgiana visitó a Ana en el hospital. Pasó la noche junto a ella, y cuando amaneció, Ana reaccionó. Georgiana llamó de inmediato al doctor. No podía creerlo, ¡Ana había despertado! El doctor pidió a la visitante retirarse de la habitación por un momento, para poder revisar a la paciente.

Ana ya se encontraba estable. Los médicos le dieron pronto de alta y Georgiana le pidió que fuera a su casa y se quedara por unas semanas ahí, pues tenía mucho que platicar con ella. Mientras iban en él auto Ana preguntó por su padre, pero Georgiana no mencionó palabra alguna hasta llegar a su casa, en donde le mostró el periódico. La muchacha pudo leer en la portada: "EMPRESARIO ORLANDO GÁLVEZ SE SUICIDA POR PROVOCAR ACCIDENTE A SU HIJA". Ana casi se desmaya, no podía creerlo. ¿su padre se había quitado la vida?

...

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