LA MUTABILIDAD E INMUTABILIDAD DEL SIGNO
Enviado por Edson494 • 13 de Diciembre de 2012 • 438 Palabras (2 Páginas) • 6.224 Visitas
Estas dos características del signo lingüístico, aparentemente contradictorias, se entienden así, para empezar mi ensayo, el signo desde un punto de vista diacrónico (estudio de la evolución del tiempo) puede cambiar, o de plano desaparecer, por eso puede ser mutable, mientras tanto desde el punto de vista sincrónico (estado en un momento determinado) el signo no puede cambiar, ni modificarse, así se queda, entonces es cuando lo llamamos inmutable.
Cuando hablamos de inmutabilidad, cabe señalar con relación a la idea que representa, el significante aparece como libremente elegido, con relación al contexto que lo rodea, es decir, con relación a la comunidad lingüística que lo emplea, no es libre sino impuesta. Esto quiere decirnos que la lengua se presenta como algo que es impuesto y que el hablante individual, en el momento en que la recibe y aprende, no la puede modificar a su criterio; más bien, la debe aceptar tal cual es por que la lengua se presenta como una herencia social de generación en generación. En este punto sincrónico, la lengua es inmutable, y no cabe la posibilidad de que el hablante la modele a su antojo, pues su capacidad comunitaria ya sería nula.
Ahora bien al hablar de mutabilidad, la lengua a pesar de lo que anteriormente dije, es mutable en el tiempo (diacrónicamente) ya que, como fenómeno social, está sujeta a cambios, a modificaciones, a evolucionar, a crecer, tanto de sus significantes como de sus significados. Según Ferdinand de Saussure, el tiempo, que asegura la continuidad de la lengua, tiene otro efecto, en apariencia contradictorio: el de alterar, más o menos, los signos lingüísticos; y, con ello, posibilita la evolución de las lenguas.
Ahora que tenemos un concepto más claro de mutabilidad e inmutabilidad de la lengua, nos podemos dar cuenta que ambos términos pueden coexistir tranquilamente.
Un buen ejemplo de mutabilidad de la lengua, con la evolución del latín, en palabras como nocte y pectus, que derivaron en “noche” y “pecho” respectivamente, o también tenemos la mutabilidad del latín "NECARE" que significa "MATAR" y ha pasado a ser en francés "NOYER" que significa "AHOGAR". Esto ha cambiado tanto la imagen acústica como el concepto y ha habido un desplazamiento en su relación.
Si bien ambos términos deben ser analizados y ejemplificados para poder entenderlos, se puede concluir que cualquier cambio en el signo será determinado a lo largo del tiempo, sin existir la posibilidad de que alguien despertarse una mañana y decidiese que “perro” ya no se llamará “perro”, ya que la relación entre significado y significante esta impuesta en la sociedad y deberá pasar mucho tiempo para haber una mutación en el signo.
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