LAS CICRATRICES DE UN AMOR JULIANA VALENTINA ISAZA GUEVARA
Enviado por JULIANAGUE • 4 de Noviembre de 2015 • Trabajo • 1.400 Palabras (6 Páginas) • 201 Visitas
LAS CICRATRICES DE UN AMOR
JULIANA VALENTINA ISAZA GUEVARA
Profesora: Nelly Carvajal Roa.
UNIVERSIDAD DE CUNDINAMARCA
FACULTAD DE CIENCIAS ADMINISTRATIVAS, ECONOMICAS Y CONTABLES
CHIA - CUNDINAMARCA
2015
LAS CICATRICES DE UN AMOR
La encontré un día mientas caminaba junto a la iglesia, cerca del lugar donde yo trabajaba. Observe detenidamente su cara como hacia juego con la brisa, el sol, la gente, las palomas, con el paisaje. Al comienzo pude controlar la emoción que sentía, y pensé en ignorar eso, seguir mi camino hacia algún lugar no planeado para olvidar ese amor que ni siquiera existía. Luego de un momento imagine como seria todo las discusiones, las peleas, ofensas, insultos, reclamos y llantos, y por poco me acerqué a ella para decirle adiós. Lo pensé caminé unos pasos más, y volví hacia donde ella descansaba. La invité a tomar un café sin excusa alguna, le dije que la había visto y que no hubiera permitido seguir caminando sin decirme alguna palabra. El café se nos acabó y tomamos una malteada de chocolate entre los dos, mientras celebrábamos por nada especial y por todo en particular.
La acompañe a su casa, intercambiamos número de teléfono para podernos escribir diariamente y acordamos en vernos pronto. Cuando entre a mi casa, estaba como dormido como atontado no sabía que me estaba pasando y la veía por todos los rincones de mi sucia y desordenada habitación. Por respeto a esa hermosa mujer que había conocido hacia poco tiempo, limpie cada rincón de la habitación, lave el piso, cambie todo hasta las sabanas de mi cama. No pude detener la veloz marcha de mis pensamientos, y muy pronto la vi a mi lado, conservando de los secretos que solo la intimidad de enamorados descubre, sus ojos oscuros penetrando los míos, mis brazos entrelazándola a ella, y los dos envueltos de la mejor y más bonita ilusión.
Me acosté sobre mi cama, me tape de mis piernas con una sábana e intenté dormir. Pero ella no me lo permitió. Nos soñé juntos, viajando por todos los rincones, por lo menos imaginables, observe sus labios sobre los míos en un beso que hasta ese momento nunca hubiera imaginado, su piel suave de mujer acariciándome la pasión y los dos cuerpos felices y agotados. Me desperté en medio del paraíso.
Al día siguiente la llamé desde el trabajo, le manifesté las ansias que tenía por verla y le dije que quería verla urgentemente.
Por la tarde nos encontramos, la salude con un beso y ella se sonrojo un poco. Fuimos al mismo café y pedimos dos jugos de fresas con galletas de sal. Mientras hablábamos de todo un poco sin esperar un momento preciso le dije que había soñado con ella toda la noche, que había sido el mejor sueño de todos, y que, aunque sabía que era un poco apresurado, le quería declarar mis firmes intenciones. Ella se quedó callada al escucharme, cada momento sonreía con pena, y luego de cuatro cafés y otras tantas galletas de sal, me miro y me dijo que le gustaría intentar quererme, que no sería nada fácil.
Es difícil explicar lo que sentí en las largas jornadas cuando yo trabajaba en la oficina y ella estudiaba en la Universidad, sabiendo que faltaban varias horas para volver a verla. La veía en el computador, en los formularios, en las cartas y hasta, ella me perdone, en el rostro de Luz, mi jefe. Toda mi vida era entorno de su existencia, mis amigos comenzaron a quejarse de mis largas ausencias, mis padres me veían solo en las noches y hasta deje de jugar futbol los sábados en la Villa. Ella no era mi primera mujer, pero aquellos momentos suponía que era la última y la definitiva, de toda la vida. El tiempo fue pasando, yo me transformaba junto a ella en un amante perfecto: mi vida era de ella, si rostro tenía los rasgos del mundo entero, y solo con ella podía encontrar mi propia paz espiritual. Supongo que en esa época empezaron la época de los celos. Yo no soportaba que ella estudiare con amigos de la facultad, alejándose de mi durante largas horas, y es por eso abandone mi trabajo y comencé a estudiar Administración de Empresas. Pero ella estaba mucho más adelantada que yo, y aun pretendía estudiar con sus compañeros. Intente convencerla de que volviera a los cursos del primer año para reforzar los conocimientos, pero ella obviamente se negó con una sonrisa dulce entre los labios. Sí, yo me daba cuenta que se me iba de la mano, pero no podía controlar a mi corazón. Debo reconocer que ella se portó muy bien conmigo, y me soporto todas mis locuras, quizás por el amor que sentía por mí.
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