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LITERATURA... PALABRAS ¿VIVAS, VIVIFICANTES, VIVIENTES?


Enviado por   •  19 de Marzo de 2020  •  Ensayo  •  2.347 Palabras (10 Páginas)  •  130 Visitas

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LITERATURA… PALABRAS ¿VIVAS, VIVIFICANTES, VIVIENTES?

La literatura no es un corpus de obras, ni tampoco una categoría intelectual, sino una práctica de escritura.

                                                                                                                                                                                                                                                       

                                                                                      Barthes, Roland

 Letras…Literatura  para estudiantes…

¿Por qué  los estudiantes?, pues,  en este caso, son los protagonistas de toda esa “práctica de escritura” llamada Literatura… ¿Es un Proceso? Sí, es un proceso creativo que implica lo mental, lo emocional y si se quiere lo espiritual, manifestándose a través de   “la expresión verbal”, que según la Real Academia Española (RAE), define lo que es la Literatura.

Tomando en cuenta una cita de la autora de este portafolio, extraída de su autobiografía donde relata parte de su experiencia en la enseñanza-aprendizaje de la Literatura: “… rodeada de jóvenes de 16 y 17 años, cursando cuarto y quinto año, conquistando, juntos, el mundo…  a través de la Literatura, sacando lo mejor de cada uno de ellos, expresados en sus cuentos, en sus poemas”. Una prosa, “inocente”, pero a su vez significativa, unos versos conmovedores, pero a su vez, plenos de espontaneidad.

Cuando señalo  en la cita: “… conquistando, juntos… el mundo a través de la Literatura” , me refiero a que es un mundo que envuelve, recreado e imaginado por  los estudiantes: ¡Escribiéndolo! ¡Vivenciándolo!. Una literatura que da la posibilidad de experimentarla, de hacerla nuestra,  mía,  ¿A través de qué?  del ejercicio escritural, que busca hacer de aquel que la imagina y la crea: artistas… de la palabra escrita: Viva, vivificante y viviente. Pero, yendo más allá, es también  palabra mental, emocional y hasta espiritual, englobada en una integralidad, la del ser humano como re-creador de sí mismo y de su entorno, plegada a la imaginación, elemento singular y esencial que permite viajar a través de las estrellas, ¡sin riesgo alguno!. Porque, aunque usted no lo crea… el físico Einstein, reconoce que “la imaginación es  más importante que el conocimiento”,  y… ¡tiene toda la razón…!

Experiencia productiva…

 “Para esta fecha, ya había realizado el postgrado en Literatura Iberoamericana…conocimientos que compartí plenamente con mis estudiantes. Fue una experiencia productiva, hermosa y compartida”

Cuando se escribe que  fue en su momento “una experiencia productiva”, es porque no se quedó solo en la teoría  literaria, sino que la vivíamos, la sentíamos y la expresábamos, tanto los estudiantes como una servidora. Se creaba un ambiente único, festivo y alegre que era percibido por algunos colegas como  un grupo “indisciplinado”, o peor aún, “desordenado”. Cada quien se sentaba donde quería, en el parque, en los pasillos o en el salón de clase que  le llamaba “Laboratorio”. Siempre lo consideré y así lo sentía que la “J-Aula” de clase debía ser un espacio  que promoviera el experimentar, el imaginar, el ensayo y el error, que beneficiara al Ser, en especial al estudiante…

Lo que perseguía en esencia, era que mis estudiantes inventaran sus relatos, que levitaran a través de su creación.  No  tomaba en cuenta si la poesía  tenía rima o si en el texto había redundancias o expresaba la jerga normal de los adolescentes... ¡No!, para nada, lo que  buscaba era que su ser interior se manifestara.   No, para los demás, sino para sí mismos. Descubriendo y descubriendo (se)  en  muchos de ellos, su vocación de escritores, de poetas. Enterándome años después que estudiarían la carrera de Letras y Literatura. Otros descubrieron su potencial en otras áreas del conocimiento, pero su sentir estaba repleto de sensibilidad, de generosidad, de solidaridad.

Un día, una joven me llegó con un cuaderno colmado de poemas. Y me dijo: - Profesora, léalos, necesito saber si soy buena en esto, y esto es, gracias a usted- Para mí, era un placer leérselos a sus compañeros, me veía reflejada en ellos. Y me decía a mí misma, en silencio: ¡Esto es enseñar!. ¡Esto es aprender! ¡Esto, es vivir, viviendo!

Por supuesto, tiempo después, esto trajo críticas, algunos colegas no estaban de acuerdo, lo consideraban  un desorden total, sin embargo me preguntaban, como hacía “para controlar el grupo”. Al instante respondía: Simplemente… los dejo Ser…

Estas vivencias educativas - literarias  las promovía desde la expresión mental, emocional y espiritual, hecha palabra escrita. En la práctica, a su vez, leìamos párrafos, versos, novelas de escritores reconocidos para que  sirviera de reflexión  sobre la obra literaria, intentaba equilibrar la práctica y la teoría. Me apremiaba la necesidad de  que el estudiante  incorporara en su pensar, sentir y hacer escritural un sentido real para esta asignatura. Que la pudieran expandir a su propia realidad  al igual que percibieran con el alma, la belleza que conlleva un poema, un cuento, un relato creado por sí mismo. Por supuesto esto dependía  de la perspectiva de cada estudiante, y ¡he ahí  la maravilla, la riqueza del acto creador manifestado en la diversidad!  Me bastaba con sembrar la semilla de la imaginación  en su corazón,  con la certeza que germinaría en su momento. Insistía e insistía, hasta caer en la necedad, para que cada estudiante alcanzara a  tener “conciencia de autor, de creador de un texto literario” y   pedía que firmaran su obra: Emocionados exclamaban: “¡Esto es creación mía!” y guardaban  celosamente sus creaciones.  

Al comienzo del año escolar me asignaban los estudiantes que eran considerados indisciplinados, algunos colegas se quejaban que no podían con ellos. Y escuchaba decir: Esta sección es ¡Para  AnaRosa!,  controla muy bien los grupos. Para mí, era un desafío que llevaba a cabo con satisfacción. Solo faltaba tocar la tecla correspondiente y ¡ zàs ! …todo fluía. Por ello, siempre he sentido que el que enseña es  “Psicólogo de almas”. (Invento mío).

Los estudiantes, sin tener conocimiento del concepto improvisaban, creaban textos líricos: “…aquellos que expresan sentimientos personales”;  lo fantástico era que se reconocían como seres pensantes, críticos, y autocríticos, pues, cada quien leía la creación del otro.

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