La Alegría De Amar
Enviado por Licivon • 17 de Junio de 2014 • 1.272 Palabras (6 Páginas) • 258 Visitas
La Alegría de Amar
Autor: P. Angel Peña O.A.R.
Capítulo 3: El adulterio. El aborto
EL ADULTERIO
El adulterio se refiere a la infidelidad conyugal. “Cuando un hombre y una mujer, de los cuales al menos uno está casado, establecen una relación sexual, aunque sea ocasional, cometen adulterio” (Cat 2380).
El adulterio es una injusticia contra la parte inocente. En el matrimonio, los dos esposos “se dan definitiva y totalmente el uno al otro. Ya no son dos, sino una sola carne. La alianza, contraída libremente por los esposos, les impone una obligación de mantenerla una e indisoluble, pues lo que Dios unió, no lo separe el hombre” (Cat 2364).
“La sexualidad… se realiza, de modo verdaderamente humano, solamente cuando es parte integral del amor con que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte” (Cat 2361).
San Juan Crisóstomo sugiere a los jóvenes esposos hacer este razonamiento a sus esposas: “Te he tomado en mis brazos, te amo y te prefiero a mi vida. Porque la vida presente no es nada, mi deseo más ardiente es pasarla contigo de tal manera que estemos seguros de no estar separados en la vida que nos está reservada… Pongo tu amor pon encima de todo” (Hom in Eph 20,8).
Muchas veces, el adulterio lleva al divorcio, con todas las consecuencias negativas para los hijos, que necesitan un hogar estable para madurar afectivamente. “El divorcio es una grave ofensa a la ley natural… El hecho de contraer una nueva unión, aunque reconocida por la ley civil, aumenta la gravedad de la ruptura: el cónyuge casado de nuevo se halla, entonces, en una situación de adulterio público y permanente” (Cat 2384).
Algunos propician un matrimonio a prueba a ver cómo va. Pero “cualquiera que sea la firmeza del propósito de los que se comprometen en relaciones sexuales prematuras, éstas no garantizan que la sinceridad y la fidelidad de la relación interpersonal entre un hombre y una mujer queden aseguradas y, sobre todo, protegidas contra los vaivenes y las veleidades de las pasiones. El amor humano no tolera la prueba. Exige un don total y definitivo de las personas entre sí” (Cat 2391).
Jesús nos habla del adulterio y dice que incluso “el que mira a una mujer, deseándola, ya pecó con ella en su corazón” (Mt 5,28). Y san Pablo nos dice: “cada uno sepa guardar su cuerpo en santidad y honor… que nadie se atreva a extralimitarse, engañando en esta materia a su hermano, porque vengador en todo esto es el Señor, que no nos llamó a la impureza, sino a la santidad” (1 Tes 4,6-7).
Pero ¡cuántos adulterios y cuántos hijos sin padre y cuántos abortos hay en el mundo por la falta de fidelidad! Y mucha culpa de esto la tienen los medios de comunicación social, al promover la libertad y la promiscuidad sexual a través de películas, y de otros medios.
En USA se hizo un estudio en niños y jóvenes de 8 a 18 años. De las 93.000 escenas de sexo que ven en la televisión, cinco de cada seis, son de relaciones extramatrimoniales. Esto crea una mentalidad general de que el sexo, aun fuera del matrimonio, es aceptable, porque así lo hace el “chico bueno” de la película o de la novela. Y hasta se presentan estas infidelidades, como si fueran hazañas de héroes y, por tanto, dignas de ser imitadas. Mientras que los que no tienen relaciones sexuales son presentados como tontos y feos. Las consecuencias son claras, pues nadie quiere ser anormal.
Pero lo que no dicen los medios televisivos son las consecuencias y los sufrimientos que traen estos adulterios en la vida real. No hablan de contagios de enfermedades ni de hijos sin padres ni del sufrimiento de la esposa engañada o de la querida pasajera. Sólo hablan del
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