La Intervencion Docente
Enviado por 796879 • 4 de Junio de 2015 • 1.724 Palabras (7 Páginas) • 213 Visitas
Ensayo. La intervención docente en el proceso de escritura del niño
Redacción22/07/2014Columnas
Ensayo. La intervención docente en el proceso de escritura del niño
Para quienes intervienen en el proceso educativo como una profesión o ejercicio comprenderán lo importante que juega en el mismo la escritura como uno de los pilares que argumentan el éxito o fracaso de la educación en general, y del proceso del aprendizaje del alumno en particular.
Con frecuencia se habla de la lectura como la herramienta fundamental de la educación, que lo es, pero no lo es menos la escritura, sin embargo, la tendencia y difusión se centra con exclusividad en la primera, dejando en el olvido la segunda, y, como si ésta fuese una continuación mecánica de aquella.
De mitos y dogmas está lleno el mundo, y uno de los más nocivos se centran precisamente en la escritura, después de tantos años de escolaridad los estudiantes mexicanos tienen poco contacto con la escritura como instrumento de aprendizaje, no confundirlo con las planillas acostumbradas, es decir, que pese a pasar once años de educación básica, los recursos que en teoría suponen los elementos básicos adquiribles no logran consolidarse, y muchas veces ni siquiera en el nivel superior.
Pero más allá o acá de los alcances de la escritura en la escuela primaria, preocupa el estancamiento del proceso en este nivel. Dicen quienes estudian el proceso de escritura en Latinoamérica, el caso específico de Emilia Ferreiro, Delia Lerner, Ana Taboroski, entre otros, que existes una disociación entre el proceso de la escritura en la escuela y la escritura en la sociedad (agentes extraescolares).
Por un lado la escuela mantiene un proceso obligado que le permite controlar el aprendizaje mediante una serie de evaluaciones diseñadas institucionalmente, pero este control abrupto ha tenido su contraparte en la formación de estudiantes, sea para leer y escribir por su cuenta, o por placer, distracción, interés, o cualquier otro objeto.
Mientras el proceso de intervención del docente para promover la escritura sea sólo obligada difícilmente los resultados serán de relevancia extraescolar, en otras palabras su repercusión más allá de las aulas estará acotada por los márgenes que componen sus paredes.
También existe otro factor no menos interesante y que es de poca observación y análisis en el ambiente educativo, me refiero en sí a la intervención del profesor o profesora en la práctica social de la escritura.
¿Cómo entienden los profesores el proceso de aprendizaje de la escritura?, ¿qué medios utilizan para el logro de tal objetivo?, ¿cuál es el resultado del proceso en un ciclo escolar, o si se prefiere en todo un ciclo institucional?, ¿cuál es la transición entre un nivel educativo y otro?, y desde luego, ¿en qué desemboca el proyecto estatal de formación educativa en los aspectos de la lectura y escritura? Otras de las preguntas que no pueden quedar fuera es ¿qué elementos del proceso de adquisición de la escritura son evaluados y por qué?
Esta serie de preguntas dibujan un panorama y colocan al profesor en el centro del problema; el primero de ellos tiene que ver con la relación y comunicación entre el proceso de la lectura y la escritura, si se concibe como elementos de un todo, o separados pero con vínculos esporádicos; el segundo consiste en la concepción que se tiene de la escritura por parte del profesor, en esta se involucran aspectos como el pedagógico propiamente dicho, los mecanismos de evaluación de la escritura y las pretensiones al trabajar ese rubro tan importante.
Si analizamos la formación de los escritores, la gran mayoría se formaron como tales fuera de las aulas, si bien es cierto, en ellas adquirieron el sistema de escritura convencional, lo básico, la escuela no fue un aliciente que impregnara el interés para desarrollar la formación como escritores, esas herramientas se consolidaron fuera de las aulas, si es así, entonces ¿cuáles son los alcances y limitaciones de la escuela en la promoción de la escritura?, ¿hasta dónde se debe plantear como objetivo el vasto proceso de adquisición de la escritura? Son preguntas que aún en el sistema educativo nacional no se han planteado.
Si la escuela no forma escritores, ¿entonces qué forma? , ¿acaso su objetivo principal es sólo la decodificación?, o como dice Emilia Ferreiro, limitarse a la alfabetización como logro máximo de la escuela, cuando en realidad es uno de los tantos pasos que se tienen que dar en el largo proceso de formación en la escritura.
Si la escuela no forma escritores, al menos ese indicador se deduce de la experiencia de quienes se dedican a escribir como profesión o gusto y de quienes cursan tantos años en las aulas sin efecto, ¿qué debe plantearse como máxima? Si analizamos el perfil de egreso de primaria (se supone que no discrepa en lo esencial de secundaria), en él se plantea como insignia fundamental el desarrollo de las competencias comunicativas; hablar, gesticular, escuchar, analizar los distintos lenguajes para la comprensión del sentido, así como la valoración de la diversidad lingüísticas que caracteriza a nuestro país, el acceso y dominio de las nuevas tecnologías de la comunicación para ampliar el horizonte comunicativo con otros y otras, y desde luego el desarrollo de la escritura.
Una cosa conduce a la otra, para formarse en la escritura, o si se prefiere para insertarse en las prácticas sociales del lenguaje escrito es necesario
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