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La Llorona


Enviado por   •  23 de Octubre de 2014  •  1.282 Palabras (6 Páginas)  •  192 Visitas

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inframundo y de la lujuria que aparece en algunas representaciones con los brazos descarnados. Atractiva a primera vista, se aparece a los hombres, los enamora y los seduce para después transformarse en esqueleto y llevarse el espíritu de sus víctimas al inframundo. Auicanime era considerada entre los purépechas como la diosa del hambre (su nombre se puede traducir como la Sedienta o la Necesitada). También era la diosa de las mujeres que morían al dar a luz en su primer parto, las cuales, según la creencia, se volvían guerreras (mocihuaquetzaque), lo que las convertía en divinidades y, por ende, en objetos de adoración y ofrenda.4

Finalmente, Cihuacóatl era, para los mexicas, diosa de la tierra (Coatlicue), de la fertilidad y de los partos (Quilaztli), además de mujer guerrera (Yaocíhuatl) y madre (Tonantzin), tanto de los aztecas como de sus mismos dioses. Mitad mujer y mitad serpiente, la diosa que emerge, según la leyenda, de las aguas del lago de Texcoco para llorar a sus hijos (los aztecas) es el sexto presagio de la devastación de la cultura mexica a manos de los conquistadores venidos del mar.5 Cihuacóatl, en particular, muestra tres aspectos característicos: los gritos y lamentos por la noche; la presencia del agua,nota 1 pues tanto Aztlán como la gran Tenochtitlán estaban cercados por ella —con lo que ambos sitios estaban conectados por coincidencias no solo físicas, sino también míticas—; y ser la patrona de las cihuateteo, que de noche vocean y braman en el aire. Estas son las mujeres muertas en parto que bajan a la tierra en ciertos días dedicados a ellas en el calendario con el fin de espantar en las encrucijadas de los caminos y que son fatales para los niños. Esta abundancia de diosas conectadas con cultos fálicos y de la vida sexual fue génesis no solo de la Llorona, sino también de otros fantasmas femeninos que castigan a los hombres, como la Siguanaba, la Cegua o la Sucia.4

A la presencia de estos antecedentes mitológicos entre los pueblos precolombinos de Mesoamérica se suma la contribución española para establecer el mito como tal. Es durante la colonia española en América cuando el mito de la Llorona toma forma.1 A la vez diosa y demonio, nadie, en la psique del mundo colonial, puede resistir su aparición ni su llanto de ultratumba, ni siquiera los conquistadores afincados en el valle de México, quienes a causa del espanto incluso instituyeron un toque de queda a las once de la noche, pues pasada esa hora comenzaban a escucharse los gemidos aterradores de una mujer espectral por las calles de la ciudad de México. Su visión garantiza la muerte o la locura (en similar forma a la de las deidades prehispánicas antes descritas) para aquellos que intentan averiguar el origen de aquel lastimero gemido. Para los colonos, la diosa prehispánica toma la forma de una mujer de flotante vestido blanco, con la cara cubierta por un vaporoso velo (que cubre el aterrador rostro de la angustia), que cruza las empedradas callejuelas y plazas de la ciudad lanzando un estremecedor grito de desesperanza y derrota. La Llorona es también uno de los primeros signos del mestizaje, pues es durante este período cuando se identifica en México a este fantasmagórico personaje con doña Marina, la Malinche, que vuelve arrepentida a llorar su desgracia, su traición a su pueblo indígena y su relación con Hernán Cortés, como parte de la leyenda negra' 'de estos personajes. De aquí parecen venir muchas de las versiones que señalan a la Llorona como la protagonista de una trágica historia de amor y traición entre la mujer indígena (o mestiza o criolla) y su amante español, lo que finalmente la lleva al infanticidio como una manifestación del deseo de castigar al hombre en la forma del amante, en unas versiones, o del padre de la mujer, en otras, para lo cual usa al niño como el instrumento de la venganza

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