La bitácora de una pandemia

La bitácora de una pandemia

Los que mantienen atentos a las cada vez más difundidas teorías de conspiración podrán dar fe que una de ellas habla sobre los planes macabros, de quienes manejan el mundo entretelones, de reducir el mundo por una de las formas más escalofriantes y efectivas a través de la propagación de un virus mortal.

El VIH, por ejemplo, ha caído en las redes de los especuladores gracias a los vacíos científicos de su verdadera aparición. El síndrome ha sido declarado como una de las grandes farsas de la humanidad y que, aparentemente, se originó en un laboratorio para acabar con la raza negra y los homosexuales y de paso, favorecer económicamente a las gigantes farmacéuticas, estás últimas muy tratadas en el cine.

Jude Law, un bloguero especulador en ContagioLa nueva película del cineasta Steven Soderbergh aborda el tema con especial tratamiento para no caer en ese apasionamiento de lo especulativo o lo absurdo. Contagio hace una bitácora de la aparición de un virus desde sus inicios, propagación, tratamiento y desaparición durante 135 días.

La película se caracteriza por la austeridad no solo por su increíble bajo presupuesto de no más de 60 millones de dólares, sino además por el estricto control de la emotividad. Esto es, que a pesar del ambiente apocalíptico, el sufrimiento y las pérdidas que causa la infección, se mantiene una mirada más de tipo documental a través del registro casi mecánico de los acontecimientos. Esto se evidencia además, a través de unos personajes fríos que muy poco pierden el control a pesar de las circunstancias inesperadas. Sodebergh no muestra interés por caer en situaciones emocionales así que de estos personajes no sabemos más que el hecho de ser parte circunstancial de este evento catastrófico.

Mediando entre los diferentes factores que entran en juego en estos casos, Contagio cuenta con una lluvia de protagonistas que los representan: Gwyneth Paltrow y Matt Damon (comunidad civil), Laurence Fishburne (un centro de control y prevención de enfermedades), Kate Winslet (la comunidad médica), Marion Cotillard (la organización mundial de la salud) y Jude Law (la comunidad de los especuladores). Sobre este último recae una reflexión bien interesante acerca de lo imaginario versus lo real y como éstas calan en el subconsciente colectivo. Su final también plantea una discusión sobre las responsabilidades humanas cuando se altera el equilibrio de la naturaleza recordándonos el tema karmático que ante las causas toca asumir las consecuencias.

La película puede resultar escalofriante y macabra gracias a sus ingredientes tan reales. De hecho, buena decisión fue de no inventarse un virus nuevo de características desconocidas (girararía el film hacia la ficción neta) sino que se nota el inmenso parecido con el SARS, esa terrible neumonía de reciente aparición

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