La isla de las muñecas
Enviado por Mitzi_Ariana • 25 de Mayo de 2017 • Resumen • 1.095 Palabras (5 Páginas) • 387 Visitas
LA ISLA DE LAS MUÑECAS.
Leyenda relatada por: Juana Piña González.
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Cuando murió el señor Julián Santana, tenía como 80 años, fue alguien muy interesante. Cuando era más joven me tocó conocerlo y convivir un tiempo con él, pues en ese tiempo el señor siempre asistía a la pulquería “Los cuates”, que recuerdo que estaba ubicada en la plaza de la Asunción.
Yo atendía ese lugar en ese tiempo y el señor Julián comenzó hablarme porque yo lo atendía cada que asistía, el entre la gente del barrio era conocido con el mote de La Coquita (era un pajarito que existía en esa zona), debido a que ese pajarito era muy pequeño.
El pasaba con su carretilla llena de verduras y hortalizas que el mismo cultivaba, recuerdo que las llevaba a vender al tianguis de Xochimilco y siempre iba con su calzón blanco amarrado hacia las rodillas y con un jorongo.
El siempre al termino de sus ventas se iba a “Los Cuates” a tomar su pulque, (su favorito era el natural) pero a nadie de los que iban a la pulquería les hablaba, ya que era muy tímido, pero después de un tiempo le dio por andar en los barrios pregonando la palabra de Jesús y en cada esquina de cada calle se ponía a rezar y a hablar de Dios.
Y en esa época, hablar de Dios sin ser sacerdote era un pecado muy grande, ya que se aplicaba a toda persona que no tenía autoridad sacerdotal para lo mismo y era muy mal visto en Xochimilco, y por lo mismo más de tres veces fue agredido por el mismo pueblo.
Después se le metió la idea de meter a un contenedor muy grande todas las muñecas de los barrios y de ahí se perdió, ya nadie preguntaba por él, por lo que nadie sabía si aún vivía.
Pero después de tiempo hubo un rescate ecológico de Xochimilco en los años noventa y el lago estaba totalmente cubiertos de lirios acuáticos, llamó la atención que su chinampa estaba rodeada de muñecas y en esa zona nadie vivía.
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Recuerdo que era una choza de chinami, carrizo, ramas de ahuejote y zacatán, y el a nadie recibía, vivía solo como un ermitaño. Con el tiempo comenzaron a llegar periodistas que lo querían entrevistar y fui una de las personas afortunadas a quien aceptaron los mismos, porque él se acordaba de mi persona cuando lo atendía en la pulquería “Los Cuates”.
Él no quería hablar sobre todas las muñecas que tenía en su chinampa, pero después el aceptó darnos su historia sobre ellas. El empezó a decir que estaba ahí para ahuyentar a los malos espíritus y para que se dieran mejor sus cosechas. Platicaba que las muñecas aparecían por todos lados de repente y que ellas lo acompañaban por las noches. Tenía una muñeca preferida que la llamaba “La Muñeca”, de todas las pequeñas chozas que tenía a ella siempre la trasladaba de una a otra.
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Una de las chozas estaba llena de mulitas que el hacía con hojas de maíz y las tenía colgando, también tenía cruces que las creaba con pedazos de madera de ahuesote, recortes y fotografías de personas que pertenecían a la política y delegados de Xochimilco, artistas de ese tiempo, estudiantes y gente que lo iba a visitar. Su cocina estaba al aire libre y tenía un tecuil hecho con lodo, un comal de fierro, tenía su cocina alrededor colgados carpas frescas que el pescaba frente a su chinampa, también tenía recortes de periódico que los periodistas le regalaban de los reportajes que le hacían.
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