Las Historias
Enviado por arlethresendez • 15 de Enero de 2015 • 389 Palabras (2 Páginas) • 169 Visitas
partir de la primera mitad del siglo XIX los hombres de a caballo, armados y dominadores de la naturaleza, defensores de sus terruños
y fieles a sus tradiciones, poco a poco se fueron adueñando de la representación costumbrista del continente americano hasta convertirse en
un genuinas figuras nacionales. Justo cuando la articulación de los estados liberales empezaba a necesitar un imaginario que les permitiera vincular a las élites gobernantes con el mundo popular surgieron estos representantes en cada país y territorio. Eran, al fin, hombres comunes encargados de defender el terruño y afirmar sus tradiciones; y en México esa figura la
representó primero el chinaco y, tiempo después,
el charro.
Muchos artistas, literatos, humanistas y no pocos hombres ligados al poder emprendieron la tarea de describir, presentar y animar algunos rasgos centrales de estos pobladores y sus geografías. Los atuendos, las actividades rurales, las expresiones literarias, la música y los bailes, la comida, la forma de ser con sus múltiples estados anímicos, en fin, todo aquello que conformaba la cultura local, se fue describiendo y hasta inventando, para darle contenido a cada una de estas representaciones nacionales. A sí se establecieron paulatinamente los elementos de lo que se consideraría como “típico” de cada región y nación.
En los Estados Unidos de Norteamérica la figura del cowboy conquistaría el Oeste, dominaría el territorio salvaje, sometería a los indios y se convertiría en un próspero poblador de la tierra subyugada. En Argentina y Uruguay sería el gaucho y en Chile el huaso que, igualmente a caballo, apoyarían las luchas independentistas del Cono Sur. En Perú, el criollo se convertiría en el personaje clásico de leyendas y narraciones costumbristas, y en Venezuela y Colombia el llanero se tornaría en personaje imprescindible de la mitología y la literatura nacionalista. Lo mismo sucedería en Ecuador con el chagra, en Puerto Rico con el jíbaro, en Nicaragua y Costa Rica con el paisano o en Cuba con el guajiro; y en México, sin duda, con el charro.
Del chinaco al charro
La mayoría de los autores que se han interesado por el charro y la charrería mexicanos plantean que sus principales antecedentes se encuentran en las primeras etapas de la colonia. Para algunos fue el beato Sebastián de Aparicio quien dio inicio a la tradición de la ganadería y la maestría en la equitación a mediados del siglo XVI.
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