Latinoamerica Unida

LATINOAMÉRICA UNIDA: ¿POSIBILIDAD O UTOPÍA?

Por: Michelle Mahuad Holguín

Para nadie es un secreto que en la región latinoamericana se vive una división de dos bloques ideológicos claramente marcados, a saber, el socialismo del siglo XXI, q lideraba el presidente venezolano Hugo Chávez y otro bloque ideológico representante de los intereses norteamericanos, en el cual la bandera, parece llevarla el ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez. A pesar de esto, existen países como Uruguay, Brasil o Chile que no terminan de tomar posición o no se comprometen radicalmente en uno de estos bloques ideológicos, situación que sin embargo, no implica que no tengan participación activa en las discusiones suramericanas. Los problemas de la existencia de dos bloques ideológicos en la región, y de la falta de consenso en temas determinantes como la seguridad o el modelo económico a seguir, conllevan a la imposibilidad de que Suramérica trabaje de manera unida y que sus intereses sean representados por un bloque, situación que así mismo ha llevado a crear un pensamiento en el que se considera que “Solos nos va mejor”. Ejemplo de la división ideológica y de la falta de unificación de conceptos los podemos ver en el tema de seguridad, el cual, para Estados Unidos o Colombia, se limita a una lucha contra el terrorismo, para Brasil, una lucha frontal contra la pobreza, el Cono Sur lo encamina a una seguridad democrática o en las Islas del Caribe lo dirigen hacia el punto del Medio Ambiente, debido a la inminencia de desastres naturales a los cuales están expuestos debido al calentamiento global. Esta falta de consenso en un tema tan trascendental como la seguridad además de interponerse en el proceso integracionista de la región conlleva además, al rompimiento de relaciones entre Colombia y Ecuador, a constantes tensiones diplomáticas entre Colombia y Venezuela y por otra parte a la marginación de la OEA de la discusión de temas importantes para la región.

Esta marginación de la OEA se ve reflejada en la poca o nula participación en temas tales como de la intervención colombiana en territorio ecuatoriano, el cual fue tratado en la cumbre de Rió 2009, o la instalación de bases norteamericanas en territorio colombiano, el cual fue tratado por UNASUR, en Bariloche, Argentina. Si lo que se busca es la integración de la región, y que Latinoamérica tenga la capacidad de discutir sus temas en bloque, el hecho que el organismo supranacional sea totalmente inoperante y carezca del liderazgo que por su naturaleza ostenta es grave, ya que, lo ideal, en principio, es que los casos presentados, mencionados previamente, fueran resueltos en la OEA y que de esta manera, los distintos conceptos o definiciones objeto de discusión sean tratados por dicho organismo para llegar a un consenso en el cual, se vean reflejados los intereses de todos los actores y no que exista una multiplicidad de conceptos en el cual no existe una prioridad, situación que de manera inminente desemboca en un concepto que abarca mucho, pero en sí, no concluye nada. En adición, esta marginación de la OEA de las discusiones entre conflictos de países latinoamericanos, conlleva a que los lineamientos, limitaciones u orientaciones promulgadas por esta institución, no sean tenidos en cuenta por los diferentes Estados miembros.

La marcada división ideológica que da lugar a la imposibilidad de integración en la región, se da entre otras cosas por definir qué modelo democrático se debe aplicar: una democracia representativa o una democracia participativa. Si bien, como lo manifestó la Dra. Laura Gil, no se puede determinar con certeza un concepto de democracia representativa o democracia participativa, y más aun, se hace dificultoso encasillar ciertos países en algún u otro concepto, podemos definir democracia participativa como “aquella en la que debe descansar en la fortaleza de la sociedad civil, la que promovida por el Estado, pero independiente de éste, se constituye así misma, para mejorar, sus condiciones, para ejercer su capacidad de decidir y construir en forma colectiva y plural, a partir del ejercicio real de su voluntad expresa.

De ahí que veamos como profundamente ligado al concepto de democracia participativa, un concepto de desarrollo coherente con esta propuesta" .

Por otra parte, podemos considerar de manera general, como concepto de democracia representativa aquella en que el pueblo delega la soberanía en autoridades elegidas de forma periódica mediante elecciones libres y su vez estas autoridades, en teoría, deben actuar en representación de los intereses de la ciudadanía que los elige para representarlos.

Ahora bien, teniendo en cuenta la existencia de estos dos conceptos de democracia, es válido indagar qué tan útil puede ser esta discusión para la región, o que ganancias ha dejado optar por la aplicación de uno u otro concepto. Si bien podríamos determinar que internamente en los países latinoamericanos la democracia se ha ejercido en correcta forma, bajo el entendido de la celebración de elecciones libres y competitivas efectuadas de manera periódica, es menester tener en cuenta la eficacia y eficiencia de esta y determinar si en realidad ha servido para resolver problemas importantes tales como problemas económicos, la seguridad, acceso al servicio de salud, y oportunidades para obtener educación y vivienda, e incluso, determinar si ha servido para crear un nivel de confianza y estabilidad en la región apto para establecer un fluido intercambio de conceptos.

A título personal considero que la democracia, en cualquiera de sus formas, ha sido ineficiente e ineficaz al momento de solucionar los distintos problemas que aquejan a determinado país, ya que podemos ver en todo el territorio latinoamericano, continuas quejas de insatisfacción en el cumplimiento del mínimo de Derechos que un Estado debe garantizar a sus asociados.

Por ejemplo en Colombia, podemos ver claramente el malestar generalizado

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