Libertad E Igualdad
Enviado por andreaymafecita • 11 de Marzo de 2015 • Tutorial • 5.251 Palabras (22 Páginas) • 266 Visitas
ENSAYO
LIBERTAD E IGUALDAD
Francisco J. Fontaine S.*
El presente trabajo analiza las relaciones existentes entre la igualdad y aquel valor supremo que es la libertad. Específicamente, apunta a eviden- ciar cómo dichos valores entran en permanente conflicto si al primero de ellos se le ha de dar una significación de carácter material o económica. Para ello se asume el concepto de libertad en lo que Sir Isahíah Berlin lla- mó su sentido negativo, y el enfoque se centra entonces en la hoy llama- da "igualdad sustancial", ocupándose primeramente de refutar los postu- lados implícitos en que ésta se sustenta, vale decir, la necesidad de califi- car de injusta a la sociedad capitalista de nuestros días, atendidas las de- sigualdades materiales al interior de ella; las exigencias crecientes de jus- ticia social, y, finalmente, la reformulación del concepto mismo de li- bertad en términos de que existiría una "nueva libertad", tributaria de la justicia social y que podría traducirse como una libertad frente a la indi- gencia u opresión económica.
Como corolario lógico, en consecuencia, se rechaza el requerimiento ex- preso a una mayor intervención del Estado en la vida económica, que deviene de adherir a una concepción material de la igualdad, desde que esta intervención necesariamente ha de buscar la supresión de las desi- gualdades por la vía de la compulsión de los esfuerzos individuales de todos quienes conforman el cuerpo social hacia una dirección que, a jui- cio exclusivo de la propia autoridad, permita alcanzar el objetivo pro- puesto. En este sentido es claro que el camino de la sustitución creciente de las normas generales o "reglas del juego" de carácter impersonal por facultades discrecionales ejercidas a través de mandatos de orden parti- cular, único factible a estos efectos, ha de resultar siempre incompatible con nuestra libertad individual desde que, condenados a servir los desig- nios y propósitos de otro, nos veamos privados de la posibilidad de forjar nuestro propio destino conforme a los fines y objetivos que nos son más caros.
* Abogado. Estudios en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Abogado de la Fiscalía del Banco de Chile.
220 ESTUDIOS PÚBLICOS
"Yo habría amado la libertad en todos los tiempos, pero en los que nos hallamos me inclino a adorarla", escribió A. de Tocqueville en esa obra notable que es "La Democracia en América", queriendo significar con ello lo preciada que ésta le parecía en una época cuyo rasgo distintivo, tanto en ese entonces al iniciarse como ahora, resul- taba ser un amor extremo a la igualdad, y dejando de paso entrever el formidable problema que supone la coexistencia de estos dos va- lores en una sociedad así caracterizada.
Si bien es cierto que nadie aquilató mejor la circunstancia de que la hora de la igualdad había llegado, no lo es menos el que no ha existido otro como el propio De Tocqueville capaz de efectuar un diagnóstico tan acabado de la misma, llegando incluso en su aná- lisis a alcanzar grados verdaderamente premonitorios en cuanto a los males congénitos que la aquejan y a la forma en que éstos se ha- brían de presentar y desarrollar. En 1835 escribía "en efecto, la igualdad produce dos tendencias: la primera conduce directamente a los hombres hacia la independencia, y puede de repente impelerlos hasta la anarquía; la otra los lleva por un camino más largo, más se-
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creto, pero más seguro, hacia la esclavitud".
de señalar como la idea de un poder único y central, es la que más espontáneamente se presenta al espíritu de los hombres en los tiem- pos de igualdad, nos advierte que la opresión que amenaza a los pue- blos democráticos, no se parece en nada a la que ha precedido hasta entonces, resultando difícil emplear a su respecto los vocablos des- potismo y tiranía, no obstante constituir según sus propias palabras "una especie de servidumbre arreglada, dulce y apacible". En ésta, por sobre la multitud innumerable de hombres iguales, y como ras- go distintivo, "se elevaría un poder inmenso y tutelar que se encarga sólo de asegurar sus goces y vigilar su suerte. Absoluto, minucioso, "regular, advétido y benigno, se asemejaría al poder paterno, si como él tuviese por objeto preparar a los hombres para la edad viril; pero al contrario, no trata sino de fijarlos irrevocablemente en la in- fancia y quiere que los ciudadanos gocen, con tal de que no piensen sino en gozar. Trabaja en su felicidad, mas pretende ser el único agente y el único arbitro de ella; prevé a su seguridad y a sus nece- sidades, facilita sus placeres, conduce sus principales negocios, di- rige su industria, arregla sus sucesiones, divide sus herencias y se la- menta de no poder evitarles el trabajo de pensar y la pena de vivir.
De este modo, hace cada día menos útil y más raro el uso del libre albedrío, encierra la acción de la libertad en un espacio más es- trecho, y quita poco a poco a cada ciudadano hasta el uso de sí mismo. La igualdad prepara a los hombres para estas cosas, los dis-
pone a sufrirlas y aun frecuentemente a mirarlos como un benefi- 2
cio".
1 A. de Tocqueville. La Democracia en América (México, Fondo de Cultu- ra Económica, 1963), p. 613.
2 A. de Tocqueville. Ob. citada, pp. 633-634.
Más adelante, y luego
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Para asombro de quien lee al célebre francés, lo que ayer alcan- zare ribetes proféticos, constituye hoy día una realidad, en la cual los más duros embates contra la libertad tienen su origen sin lugar a dudas en la intervención creciente y sostenida del Estado burocrá- tico y paternalista.
Ahora bien, no hay duda de que De Tocqueville entendía la li- bertad en lo que Berlin llama "su sentido negativo", esto es, senci- llamente como el hecho de no ser obstaculizado por otros, de suerte tal que sólo no se es libre en la medida en que otras personas le im- pidan a uno hacer lo que de otra manera haría. Esta idea, como apunta el mismo autor, no supone el abogar por una libertad ilimita- da en todas las esferas del actuar, puesto que los mismos clásicos reconocían que ésta debía limitarse o de lo contrario se caería en la anarquía más absoluta, sino que llama a destacar la necesidad de que realmente exista una zona mínima de libertad personal que no es susceptible de ser violada por ningún motivo. La gran contro- versia para quienes de ella participan está, entonces, en fijar la línea que en último término ha de separar la zona de la vida privada con aquella en que ha de permitirse actuar a la autoridad.
Para todo aquel que comparta este postulado de libertad, resul- ta evidente que conceptos en boga hoy día como el de
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