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Lo Público Y Lo Privado


Enviado por   •  20 de Mayo de 2015  •  2.462 Palabras (10 Páginas)  •  309 Visitas

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Transcripción del artículo "La información de lo público, lo privado y lo íntimo". En Cuenta y Razón, de Carlos Soria.

LA INFORMACION DE LO PÚBLICO, LO PRIVADO Y LO INTIMO

CUENTA Y RAZON

Carlos Soria*

La información de lo público, lo privado y lo íntimo es un tema espinoso, difícil, pero ineludible. Están demasiadas cosas en juego.

No sólo se trata de encontrar las diferencias existentes entre el periodismo y una simple faena de comadres. Hay algo más.

Está en juego, sobre todo, un modo de pensar y vivir la vida. Apostar por un pensamiento dialéctico o armónico, recrearse en el gusto por la disociación o mantener a capa y espada que pensar es unificar; aceptar que el individuo es el primer principio, y lo público lo secundario y mínimo o intentar racionalizar la sociedad para resolver el individualismo radical. Tener de la modernidad una comprensión cronológica o una comprensión cultural.

Todo esto y quizás mucho más, está sobre el tapete porque el fenómeno de la información pública está dando a la dimensión social del hombre un relieve sin precedentes.

CINCO CONCLUSIONES ANTICIPADAS

Precisamente porque el tema tiene fuertes raíces y fuertes ramas, vale la pena formular desde el principio, con la mayor claridad posible, las ideas centrales de este artículo:

a) El ámbito de lo que puede ser objeto de información y comunicación pública se determina con ayuda de tres categorías básicas: existe lo público; existe lo privado; y existe lo íntimo. Me parece, pues, insuficiente la clasificación del ámbito de lo informable sólo en dos categorías básicas, por ejemplo, lo íntimo y lo público, o lo privado y lo público.

b) Existen diferencias entre el ámbito íntimo, privado y público. Son diferencias de orden cultural, no diferencias físicas ni matemáticas. Lo íntimo, lo privado y lo público tienen la unidad de la persona humana; reflejan la diversidad de la persona humana; y aspiran a la armonía y la coherencia propia de la personalidad humana.

c) Lo íntimo es sólo informable, es decir, objeto de información y comunicación pública, si se dan dos condiciones, la primera condición requiere que la intimidad haya sido exteriorizada libremente, voluntariamente, por la persona que es su sujeto, y la segunda es que esa exteriorización voluntaria de la intimidad tenga relevancia comunitaria.

d) Lo privado no es, en principio, objeto de información y comunicación pública. La regla general es, pues, la exclusión de lo privado del objeto de la información. Pero precisamente por tratarse de una regla general admite excepciones. Cabe el consentimiento, a través del cual se legitima la transferencia de lo que es privado al ámbito de la información pública. Y cabe también informar de lo privado --aunque no exista ese consentimiento o incluso contra la voluntad del interesado-- si esos hechos, acciones o circunstancias privadas tienen una conexión inmediata, directa y clara con el ámbito de lo público.

e) Lo público es el ámbito propio de la información y la comunicación social. Lo público ha de tratarse públicamente. Las excepciones a la publicidad de lo público, si existen han de ser mínimas y plenamente justificadas por la defensa y salvaguarda de un derecho que sintetiza todos los intereses sociales: el derecho a la paz.

ENTRE LA ABSOLUTA SOLEDAD Y LA ABSOLUTA PUBLICIDAD

El hombre es uno y el mismo desde que nace hasta que muere. Es uno y uno mismo, aunque cada hombre sea en su vida múltiple y diverso. Como una fuente o como un río de muchas aguas.

También el hombre es, desde lo íntimo a lo privado o lo público, uno y único. No se divide la persona en múltiples personajes, en todo caso, los diferentes personajes que el hombre ha de desempeñar en el ámbito privado o público, son en realidad, una misma e idéntica persona.

Entre la absoluta soledad --esa soledad radical y alegre donde el hombre encuentra la verdad de su propia vida-- y la absoluta publicidad donde el personaje lucha por imponerse a la persona, veía García Morente infinitas gradaciones y matices: desde el clamoroso silencio del yo viviente hasta el confuso ruido de la persona que se hace sociedad.

EL AMBITO DE LA INTIMIDAD

La intimidad es, como ha escrito Desantes, algo tan singular que solamente se da en el hombre: referida a su mundo interior, la intimidad sólo puede existir en la medida en que el hombre es consciente de ella y comprende su sentido; es la intimidad algo insondable porque admite una profundidad sin límites teóricos; genuina, incapaz de toda ficción o dramatización; punto de apoyo y de partida para la proyección de la persona en la vida social; instancia que filtra y amortigua las influencias no deseadas por la persona.

Quizá así se entiende lo que González Gaitano ha dejado escrito: la intimidad no es ni la vida privada ni la vida pública, pero en toda vida --privada o pública-- está presente la intimidad y debe ser respetada.

Toda la fortaleza sustantiva de la intimidad se hace fragilidad pura al plantearse su comunicación. Hasta el punto de que algunos de nuestros contemporáneos piensan que resulta incomunicable. Tendrían razón si la intimidad fuera un juego de la imaginación y de la abstracción en busca de la propia individualidad. La intimidad resulta incomunicable si se confunde con subjetividad, pero no si se entiende como una realidad trascendente.

La fragilidad informativa de la intimidad quiere decir otra cosa: quiere decir que la intimidad se destruye en tanto en cuanto es conocida por otro. Se da así una paradoja que ha descrito muy bien María A. Desantes Fernández: por una parte, el concepto objetivado de intimidad se fundamenta en el espacio que, consciente y voluntariamente, le atribuye su titular, la propia persona. Ni la ley ni el criterio de historicidad pueden configurar la esfera de protección de la intimidad voluntariamente comunicada o, por el contrario, asaltada, manipulada o robada desde fuera por un extraño se destruye por el simple hecho de su comunicación: a partir de ese momento ni es intimidad ni puede volver a serlo. Dicho con otras palabras: sólo la voluntad personal puede convertir la intimidad en objeto de información; pero la información de la intimidad es su misma destrucción.

Desde esta perspectiva, me parece irreprochable la decisión de regalar la intimidad a la información o enajenarla por un precio. ¿Algo se opone a contratar gratis o por dinero la redacción de unas memorias íntimas con la finalidad de editarse? Lo que quizá sea reprochable es otra cosa. De la intimidad nace toda la ternura humana, la percepción

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