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Los Hombres De Celina


Enviado por   •  20 de Agosto de 2012  •  1.999 Palabras (8 Páginas)  •  923 Visitas

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EN EL NOMBRE DE LOS NIÑOS DE LA CALLE

NELSON AGUILERA

UNO

** Era una mañana fría de julio. Poca gente caminaba a esa hora por la calle Palma. La población asuncena retardaba su marcha diaria debido a la inusual temperatura de cero grado que marcaba el termómetro luminoso colocado en la Plaza de los Héroes por el último intendente liberal. La mañana estaba dura y fría como el estaño. Garuaba tenuemente y el frío viento castigaba sin piedad a los niños de la calle, acurrucados aún entre los cartones y hules recogidos de las basuras. Uno, dos, tres niños tosían como perros viejos y se percibía el chillido de sus pechos como aullidos de gato.

** Los transeúntes los ignoraban. Ya era tan normal verlos cuajarse por las esquinas aspirando cola de zapatero para matar al monstruo del hambre, que los iba devorando lenta e inexorablemente. Ya nadie se dignaba a perder un minuto en la escoria de una sociedad que intentaba ser post-moderna.

** En medio de esa aparente calma y lasitud paraguayas arrastradas por el vaivén de los vientos políticos materialistas, se oyeron dos disparos que resonaron en todo el microcentro. Los escucharon los empleados de bancos, las chiperas, los lustrabotas, los farmacéuticos y hasta los gerentes de las multinacionales y las presidentas de las organizaciones de ayuda a la infancia, cuyas oficinas se hallan entronizadas en los más altos edificios asuncenos.

** El eco de los disparos venía de la Plaza de la Democracia. Una gélida neblina apenas permitía ver en el suelo a un hombre de más o menos veintisiete años. Era moreno, de grandes ojos marrones, abiertos, y de rostro triangular, bañado en sangre. Vestía un traje negro y un tapado de lana gris, también ensangrentados.

** El cuerpo yacía sin pulso alguno. Todos murmuraban posibilidades. Las chiperas comenzaron a llorar pero nadie osaba llamar a la policía. Todos esperaban que los agentes del orden aparecieran por arte de magia en el lugar.

** Algunos decían que fue un asalto, pero el oscuro maletín de cuero del joven y su billetera estaban intactos. Tampoco se veía una señal de lucha por ninguna parte. Otros suponían que habría sido un ajuste de cuentas entre traficantes de drogas o tal vez un crimen pasional.

** Lo cierto es que sólo el eco de los dos disparos era el único testigo del hecho que despertó de su letargo y de su cansina modorra al centro de la capital paraguaya.

**/**

DOS

** Los vestidos de shantú, de organza y de seda blanca de las señoritas debutantes se rozaban con los nevados fraques de los padres y pretendientes alborozados, en medio de fragancias parisinas y valses vieneses, acompañados por el tintineo de las copas de cristal rebosantes de los champañas franceses y vinos californianos, que se encargaban de alegrar las pomposas fiestas de la gente más copetuda del Paraguay, en uno de los más prestigiosos clubes creado a expensas de las lágrimas, sudor y sangre de los obreros paraguayos.

** La risa, el jolgorio y el humo eran los huéspedes de honor en esta celebración importada del siglo XIX europeo por esta perdida república, que olvidó su origen y se engalana vistiendo unas máscaras foráneas prestadas o quizás robadas del viejo continente.

** Toda la admiración y elogios eran para las jóvenes que desplegaban con donaire los pasos y modales ensayados por horas con la experta argentina contratada para tan importante ocasión. La coreógrafa era argentina, de Buenos Aires, no de cualquier provincia campechana que podría restar importancia al evento.

** Los fotógrafos encandilaban con sus flashes a las damiselas, que no paraban de exhibir sus blancos y parejos dientes fabricados, en algunos casos, por los estilistas de sonrisas, y sus cinturitas de avispas logradas gracias a las rígidas dietas impuestas por las madres, las modistas y las amenazas de la anorexia, que en más de una oportunidad golpeó a la puerta de estos estómagos juveniles con desmayos en los colegios, donde directoras y profesoras corrían para llamar al servicio de Emergencias.

** La pista se llenó de blanco cuando sonaron los acordes de los valses vieneses. Las jovencitas pasaban de un brazo a otro y todo el mundo comentaba quien bailaba mejor y quien era torpe para seguir acompasadamente el ritmo de tres tiempos de las importadas y adaptadas cadencias. De todas, podían decir que no aprendieron bien los pasos ensayados, pero no de Mariela Hilguera Montenegro, que demostraba su talento de bailarina en los brazos de su padre, el senador Honorio Hilguera, y de sus tíos Carlos Antonio Hilguera y Juan Francisco Montenegro.

** Los aplausos siguieron con los valses. Los padres y tíos iban dando lugar a los hermanos, primos y novios o pretendientes de las muchachas, y tomaban a sus esposas en un tono de nostalgia para deslizarse danzando y tarareando los valses vieneses como en antaño.

** Mariela fue pasando de un brazo a otro hasta que cayó en los brazos de Federico, un joven moreno de ojos de miel que la miró con dulzura y la hizo girar tiernamente como si fuera una princesa en los brazos de su príncipe.

** -¿Quién es ese joven que baila con mi hija? -preguntó el senador a su esposa.

** -Es su compañero de colegio -contestó Rosa.

** -¿Hijo de quién?

** -Creo que es de los Braun.

** -¿Y es... su novio?

** -¡No! Es su amigo no más.

** Honorio apretó con más intensidad la cintura de su esposa que esa noche lucía más radiante que nunca con todas sus joyas puestas y con la panza lipoaspirada conseguida con miles de dólares en una clínica de São Paulo.

** -¿Quién es ese joven que baila con mi sobrina? - preguntó Juan Francisco Montenegro.

** -Es el hijo adoptivo de los Braun -le respondió su esposa Clara.

** -¿Y es su novio?

** -¡No! ¡Qué va a ser! Si es un recogido de los Braun.

** -¡Ah! -replicó Juan Francisco.

** Y continuó danzando el vals como si fuera una polca paraguaya mientras contemplaba la nueva nariz de su esposa, conseguida en una de las clínicas más caras de Buenos Aires.

** Los valses dieron lugar a otros sones y la pista fue convirtiéndose

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