Los tres ciegos

Los Tres Ciegos 

1880- Cuenta la leyenda que tres ingleses músicos habían radicado en Real Del Monte, ya que tenían una gran deuda con el dueño de la mina el cual también provenía de Inglaterra.

John, James y Philiph comenzaron a trabajar en las minas teniendo exhaustivas jornadas de trabajo sin días de descanso debido a la desesperación de saldar la gran deuda cuanto antes.

Por sus ratos libres igualmente los tres ingleses con sus instrumentos (un violín, una guitarra y una flauta) se situaban frente a la vera del camino y cuando los mineros del turno nocturno salían los pobre ingleses ejecutaban un aire popular, recibiendo después una pequeña pero buena recompensa. A pesar de sus diferencias vivían fraternal y humildemente.

Llegó el domingo, parecía un día de trabajo únicamente para ellos; ya que los demás se encontraban en su día de descanso. Su vida cambió abruptamente cuando una pequeña fuga originó una explosión de gases tóxicos, para su desgracia quedaron atrapados bajos los escombros con muchas lesiones, sin manera de que alguien les auxiliara.

Al día siguiente…

Al inicio de la jornada los primeros trabajadores en llegar se percataron del accidente, de inmediato reaccionaron y pidieron ayuda. Rápidamente fueron atendidos, por desgracia los tres ingleses sufrieron daños oculares lo cual les provocó ceguera, ya que ésta no se trató de inmediato. Pasaron los días y al intentar guardar reposo y recuperarse para seguir trabajando en la mina el dueño de la dicha habló con ellos.

─ Siento mucho su pérdida, pero a mí no me funcionan de este modo, no sé cómo me van a liquidar la deuda, pero vayan buscando otro lugar donde sirvan para algo. Pueden retirarse.

Los tres ciegos sin oficio no beneficio acudieron a uno de sus magníficos talentos; en el cuál podrían ser sus propios jefes y liquidar de esta manera la gran deuda. Todos los días apenas rompía el alba, los tres ciegos junto con sus instrumentos se situaban frente a la mina; así vivían aquellos infelices, recibiendo la caridad pública a cambio de su música y de sus cantos cuyo arte dejaba mucho que desear. Poco después de que el dueño de las minas, un hombre rico, se detuvo a escuchar a los ciegos y cuando éstos terminaron escucharon la broma que les quería jugar el patrón.

─Ahí les dejo tres monedas de oro para cada quien.

Los tres ciegos creyendo que efectivamente el rico caballero les había gratificado con una moneda de oro para cada quien comenzaron a disputar pidiéndose su “parte”, la cual usarían para su deuda; pero como ninguno había recibido nada los tres y todos pensaba que alguien estaba ocultando la parte de los demás llegaron hasta el extremo de pelear a golpes.

Aquellos desdichados que hasta entonces habían compartido su miseria como hermanos, puñal en mano se buscaban entre las espantosas tinieblas de su ceguera y se acometieron como fieras, hasta que los tres acribillados a apuñaladas rodaron por el suelo para no levantarse nunca más.

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