TRES RATONES CIEGOS
Enviado por SHA77 • 1 de Diciembre de 2014 • 1.068 Palabras (5 Páginas) • 261 Visitas
TRES RATONES CIEGOS
canción popular
Tres ratones ciegos Tres ratones ciegos Ved cómo corren Ved cómo corren Van tras la mujer del granjero Les cortó el rabo con un trinchante ¿Vistéis nunca algo semejante? TRES RATONES CIEGOS, de AGATHA CHRISTIE
Los Davies, Giles y Molly (o Mollie), son un matrimonio que inaugura una casa de huéspedes –Monkswell Manor- en la mansión recientemente heredada de la tía de ella. Giles es un hombre ya maduro, comandante retirado del ejército británico, en tanto que Molly es una muchacha joven y entusiasta. La víspera de la llegada de su primer huésped, la radio arroja dos noticias, ambas desagradables. Por un lado, se ha producido un asesinato en el número 74 de la londinense calle Culver, siendo la víctima una mujer llamada Maureen Lyon. Por otro, se esperan fuertes nevadas que pueden llegar a aislar algunos núcleos dispersos de población, especialmente en el norte de Inglaterra. Justo donde su ubica la mansión de los Davies. El primero en llegar es Cristóbal Wren, un estudiante de Arquitectura al que sus padres bautizaron así presuntamente para estimular a su vástago con el ejemplo del homónimo autor de la catedral de San Pablo. Afectado e infantil, el joven despierta la antipatía automática de Giles aunque no así de su esposa, a quien también cansa un tanto la efusividad de Cristóbal pero que advierte en él otros valores compensatorios como su altruista colaboración en la cocina o su buen humor. Al día siguiente, con la primera nevada, llega el resto de los huéspedes. Se trata de la señora Boyle y, más tarde, del mayor Metcalf. Ella resulta ser una solterona insufrible, de las que únicamente parecen disfrutar mortificando al prójimo, lo que se dedica a hacer desde su llegada, restregando a los Davies su condición de novatos y acusándoles de forma reiterada de no estar a la altura de las expectativas creadas. Pese a ello, declinará la oferta un tanto desabrida que le hace Giles de llamar de nuevo al taxi que la trajo para que se la lleve de allí. Por el contrario, el mayor resulta ser un hombre agradable, sereno y afable en su marcialidad y nada proclive a los enfrentamientos. Un cuarto e inesperado visitante llegará esa noche en mitad de lo más cruento de la nevada. Así, alegando que su coche ha quedado atrapado en la nevada, hace su aparición el pizpireto Paravicini, cuya avanzada edad parecen desmentir sus vivaces movimientos y su incesante parloteo. Obligados a aceptarlo como huésped pese a que carezca de reserva anticipada, los Davies asisten con creciente inquietud al efectivo aislamiento en que queda la mansión y a la mengua progresiva tanto de los víveres como del combustible. La situación adquiere proporciones trágicas cuando reciben una llamada telefónica del inspector Hogben, de la policía de Berkshire, quien les anuncia la inminente llegada de un agente, justo antes de que la llamada se interrumpa de forma abrupta. Sin tiempo para determinar qué infracción puede haber provocado dicha visita indeseada y a pesar de que parece imposible que alguien pueda llegar hasta allí desafiando a la nieve, el sargento Trotter hace en efecto su aparición haciendo uso de unos esquís.
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