Museo Frida Kahlo
Enviado por Alexskorp • 25 de Noviembre de 2012 • 2.179 Palabras (9 Páginas) • 2.078 Visitas
“MUSEO FRIDA KAHLO”
Este museo me pareció interesante y atractivo por lo que nos muestra y por lo que nos hace darnos cuenta de que esta pintora es tan reconocida como en México como a nivel mundial.
También llamado “La casa azul”, donde vivió y murió la mas importante pintora mexicana Frida Kahlo, junto con Diego Rivera; nos muestra algunas de las obras pintadas en oleo mas significativos para ella, como son: “Vivía la Vida”, “Naturaleza Muerta”, “El Árbol de la Vida” en donde pinta a su familia, incluyendo su aborto; “Frida y la cesárea”, “Retrato de mi padre Wilhem Kahlo” en donde menciona las crisis de epilepsia que su padre sufría, y por supuesto los autorretratos que eran una de las cosas que mas le fascinaba pintar a esta artista.
En una tercera sala de exponen sus pinceles, libros, corsés, muletas, pinturas de oleo con las que trabajaba, la silla de ruedas donde ella permanecía mientras estaba inmóvil; en la recamara de día se encuentra la cama con un espejo en el techo, el cual fue mandado a colocar por su madre después del trágico accidente que dejara invalida por nueve meses a Frida, para que pudiera reflejarse y así autorretratarse; en su recamara de noche se puede apreciar la colección de mariposas que le obsequio del escultor japonés IsamuNoguchi, además del retrato que le hiciera a Frida su amigo y amante, el fotógrafo NickolasMuray, también se aprecian las cenizas de Frida depositadas en un sapo, pues así se hacía llamar Diego con Frida.
La casa en donde vivieron Frida y Diego muestra su cotidiana vida, lo prehispánico, colonial y popular que los distinguía, pues en su cocina se aprecian ollas de barro colgadas en las paredes, las cazuelas, la estufa de leña, algunas recetas de platillos con los que gustaban agasajar a sus invitados.
En su comedor se exhiben retratos de grandes personalidades que recibían en su hogar. La Casa Azul se convirtió entonces en una síntesis del gusto de Frida y Diego, y de su admiración por el arte y la cultura mexicana. Ambos pintores coleccionaron piezas de arte popular con un gran sentido estético. Como ya lo había mencionado, en particular, Diego Rivera amaba el arte prehispánico, muestra de ello es la decoración de los jardines y el interior de la Casa Azul, donde se muestran algunas piezas realmente bellas.
El hogar de Frida se convirtió en museo después de que Diego falleciera, porque tanto Kahlo como Rivera protegieron la idea de donar al pueblo de México algunas de sus obras y sus bienes. Diego pidió a Carlos Pellicer, un poeta y museógrafo, que realizara todos los ajustes necesarios, para abrirlo al público como museo. Desde entonces, este lugar permanece como si Frida habitara en él.
En esta casa también vivió Diego Rivera por largas temporadas. El muralista acabó por comprar la casa, al pagar las hipotecas y deudas que Guillermo Kahlo (padre de Frida) había contraído. Este último había sido un fotógrafo relevante durante el Porfiriato, venido a menos después de la Revolución. Además, los múltiples gastos médicos generados por Frida después del accidente endeudaron a la familia.
Diego y Frida fueron quienes, más tarde, le dieron un estilo muy particular y, al mismo tiempo, le impregnaron colores y una decoración muy popular, por su admiración a los pueblos de México.
Con el tiempo, la construcción sufrió algunas modificaciones: cuando el político ruso León Trotsky vivió con Diego y Frida en el año 1937, pues se cerraron las paredes, los muros se pintaron de azul y se compró el predio que hoy ocupa el jardín, a fin de darle al intelectual soviético seguridad ante la persecución de que era objeto por parte de José Stalin.
En el año de 1946 Diego Rivera le pidió a Juan O’Gorman la construcción del estudio de Frida. Diego propuso utilizar materiales de la zona, como piedra volcánica o basalto, representativo por haber sido utilizado por los aztecas para construir pirámides y tallar sus piezas ceremoniales. El estudio adquirió, además de un estilo funcionalista, un decorado con objetos de arte popular mexicano. En esta zona de la casa, Diego colocó las plataformas con mosaicos y llenó las paredes de caracoles de mar y jarros empotrados con la boca al frente, para servir de palomares.
Diego Rivera formó un fideicomiso adscrito al Banco de México y nombró un comité técnico integrado por familiares y amigos para vigilar el destino de los dos museos: el Anahuacalli y la Casa Azul. Diego murió tres años después que Frida, pero antes nombró directora y presidenta vitalicia de ambos lugares a su mecenas y amiga, Dolores Olmedo. Lola se hizo cargo de terminar la construcción del Anahuacalli -que se encontraba en una primera etapa- y de mantener éste y la Casa Azul abiertos al público. Con más entusiasmo en el primer caso que en el segundo -pues Lola nunca tuvo cariño por Frida- Olmedo mantuvo los espacios funcionando con sus propios recursos y con un gran esfuerzo vital, pues el gobierno poco le ayudaba.
Antes de morir, Diego le pidió a Lola que, por un lapso de 15 años, no se abriera el baño de la que fuera la recámara del muralista en la Casa Azul. Pasó el tiempo y, mientras vivió, Lola respetó la voluntad de su amigo. Dejó cerrado no sólo ese espacio, sino también el baño de la recámara de Frida, una pequeña bodega, baúles, roperos y cajones, que en cuantos se abrieron salieron a destacar muchas de sus obras, fotos, dibujos, retratos, vestimentas, etc, Diego había dejado un inventario breve de las cosas que guardó en su baño.
El Comité Técnico del fideicomiso tuvo que rehacerse antes de la muerte de Lola, pues, de los once miembros originales, sólo quedaban ella y la hija de Diego -Guadalupe Rivera. Se nombró presidente a Carlos García Ponce, y Director General y de Administración a Carlos Phillips Olmedo.
El nuevo comité decidió abrir los espacios cerrados en el Museo Frida Kahlo y mostrar al público lo que ahí se encontraba. Sin embargo no se tenían los medios para realizar el proyecto, pero María Isabel Grañén Porrúa, presidenta de ADABI (Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México, A.C.) y su esposo Alfredo Harp Helú -reconocido y generoso empresario, fueron quienes a través de esa institución apoyaron con personal, recursos y equipo para el rescate de los archivos inéditos de la Casa Azul.
Durante casi tres años un grupo de especialistas de ADABI ordenaron, clasificaron y digitalizaron el acervo recién abierto: 22mil documentos, 6500 fotografías, 3874 revistas
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