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Narraciones Extraodinarias


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2011  •  2.166 Palabras (9 Páginas)  •  444 Visitas

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NARRACIONES EXTRAODINARIAS

Gato negro

Es un hombre de gran corazón, que quiere mucho a los animales y por eso tiene una gran variedad en su casa, tiene pájaros, peces de colores, un hermoso perro, conejos, un monito y un gato.

Éste último era bastante grande, muy hermoso y negro completamente, también era su preferido. Se llamaba Plutón.

El carácter del hombre, cada vez era peor respecto su mujer y respecto al gato, hasta llegar a hacerles daño.

Pero, como los quería, no llegó a maltratarlos como hacía con los otros animales. Un día llegó a casa totalmente ebrio de ginebra, entró y al ver al gato…relato exactamente con sus palabras:

-Al punto se apoderó de mí una furia demoniaca y ya no supe lo que hacía. Fue como si la raíz de mi alma se separara de golpe de mi cuerpo; una maldad más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser. Sacando del bolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí mientras sujetaba al pobre animal por el pescuezo y deliberadamente, le hice saltar un ojo-

El pobre animal s fue corriendo y el terror le hacía esconderse cada vez que le veía y él cada vez tenía más remordimientos, y para librarse de ellos, lo ahorca en la rama de un árbol de su patio.

Para sacarse los cada vez más números remordimientos buscaba excusas, para sentirse mejor.

Esa misma noche se le quemó toda la casa, y se derrumbaron todas las paredes menos una, que aparecía un bajorrelieve, era la silueta de un gigantesco gato. Intentó buscar una explicación lógica y fácil. Lo consiguió pero el remordimiento le llevó a buscar otro gato igual para ocupar el lugar, lo encontró encima de un tonel de ginebra, igual a simple vista. Le siguió hasta su casa y su mujer, le aceptó.

Pasados unos días, vieron que el gato era tuerto y que la mancha blanca del pecho, no era una figura abstracta, cuanto más se la miraba más se parecía a un patíbulo. Desde el primer día el gato le quería mucho, le seguía a todas partes y eso en lugar de gustarle, le hacía coger más antipatía, se lo quería sacar de encima, pero el miedo le impedía hacerle daño.

No podía dormir por la insoportable angustia. Cierto día se decidió a vencer su miedo, cogió un hacha y al intentar golpear al gato su mujer le paro el brazo, pero él, sufría una rabia endemoniada, tenía que desahogarse y hundió el hacha en la cabeza de su mujer. Sin saber cómo librarse del cadáver, barajó muchas posibilidades, pero la mejor fue emparedarla en el sótano. Lo hizo y no se notaba.

La policía fue a su casa, él totalmente impasible, le enseñó toda la casa, sin temor, porque sabía que había hecho una buena labor. Se fueron sin sospechar. Pero al cabo de tres días, volvieron, él como siempre inalterable, buscaron más intensivamente, sin dejarse ni un solo rincón y cuando y se iban, él, para aparentar más tranquilidad dijo unas palabras, y se oyó un aullido terrible, que hizo sospechar a los policías, bajaron y derribaron la pared y encontraron allí, a la mujer y al primer gato muertos y el segundo vivo que era el autor del aullido.

La verdad sobre el caso del señor Valdemar.

El protagonista es un hipnotizador, y se le ocurrió que nunca había hipnotizado a alguien “in articulo mortis” y quería investigar:

1.-si sería susceptible a las influencias del hipnotismo.

2.-si aumentaría o disminuiría la dicha susceptibilidad.

3.-Hasta qué punto o por cuánto tiempo, el proceso hipnótico sería capaz de detener la muerte.

Entonces se acordó de su amigo Ernest Valdemar, que ya se había sometido a experimentos de hipnotismo con él, pero su voluntad nunca quedaba bajo total dominio del hipnotizador. Hacía poco que habían diagnosticado tuberculosis, y él, le fue a visitarle, para ver si quería someterse a su experimento.

Le dijo que le enviara una carta cuando sólo le faltasen veinticuatro horas para fallecer.

Después de siete meses recibió una nota y se fue hacía la casa de Valdemar.

El estado de Valdemar había empeorado mucho en poco tiempo, y los médicos le explicaron por todas las fases que habían pasado. Le dijeron que moriría el domingo a medianoche. Hoy era sábado a las siete. Llevaron a cabo el experimento: el hipnotizador, dos enfermeros y un médico joven que se ofreció a tomar nota de todo lo que ocurriera.

A las ocho empezó a efectuar el experimento, no logró señales hasta después de las diez, cuando llegaron los médicos. Casi no se percibía pulso, ni aliento y las extremidades estaban helados. A la doce estaba totalmente bajo la hipnosis, se quedaron a pasar la noche los doctores, los enfermeros y el hipnotizador. A las tres consiguió hacerle mover los brazos hacia donde él quería (nunca lo había logrado antes con él). Y empezó a hacerle preguntas, tardaba en contestar pero respondía y le decía que dormía que le dejara morir así, no sufría pero sabía que se moría.

Seguía haciendo la misma pregunta y él seguía respondiendo, cada vez tardaba más, pero contestaba.

Al cabo de unas horas le formuló otra vez la pregunta y sorprendentemente contestó:

Si…no…estuve durmiendo…y ahora…ahora…estoy muerto.

No había ninguna señal de vida, ni latido, ni aliento. Siguió así durante siete meses, sin progresos ni retrocesos, hasta que decidieron despertarlo porque no conseguían nada así, lo intentó, pero no hacía señales, le preguntaron y dijo- ¡rápido despiérteme estoy muerto!-

Redacto literalmente:

¡Muerto! ¡Muerto!>>que literalmente explotaban des de la lengua y no desde los labios del sufriente, bruscamente todo su cuerpo, en el espacio de un minuto, o aún menos, se encogió, se deshizo…se pudrió entre mis manos…no quedó más que una masa casi líquida de repugnante, de abominable putrefacción.

El retrato oval

El protagonista

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