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Navidad En Las Montañas - Ignacio Manuel Altamirano


Enviado por   •  3 de Abril de 2014  •  1.999 Palabras (8 Páginas)  •  422 Visitas

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Navidad en las montañas es una obra conmovedora del distinguido autor mexicano Ignacio Manuel Altamirano. Este clásico de la literatura mexicana narra la historia de un capitán que descubre el verdadero significado y espíritu de la Navidad en un pequeño pueblo.

La historia comienza cuando un capitán del ejército, cuyo nombre es desconocido, se encuentra recorriendo un camino entre las montañas. Continuó cabalgando con la esperanza de encontrar un pueblo donde pasar la noche, y al observar el cambio en el terreno supuso que cerca de allí habría un pueblo. De pronto se topó con su criado, un viejo soldado que se había adelantado en busca de posada. Éste le anuncia que había hallado al cura de un pueblo quien los hospedaría.

Aquella noche no era como cualquier otra, era una noche especial: era la Nochebuena. Bellos recuerdos de la infancia del capitán, su familia, las posadas y tradiciones típicas de su pueblo trajeron lágrimas a sus ojos al recordar que ya no era un niño disfrutando de la Navidad con su familia. Ahora era un soldado y su vida estaba en continuo riesgo, pues el país se encontraba en plena guerra—la Guerra de la Reforma.

Pronto les salió al encuentro el cura quien los guió a donde pasarían la noche. Al observar que el cura era español y una persona culta, con un aire tímido le preguntó por qué había optado por tomar los votos y escoger vivir en un pueblo tan pequeño. El cura relató su historia gustosamente: Nacido en España, había quedado huérfano de padre y madre desde temprana edad. De joven, se había mudado a México donde comenzó a trabajar como comerciante. No pasó mucho tiempo en darse cuenta de que debía cambiar de oficio. Como desde pequeño había anhelado ser sacerdote, pidió permiso a su tío, con quien vivía; y comenzó los estudios religiosos. A los pocos meses se convirtió en fraile; y tiempo después, tomo los votos del sacerdocio.

Habitó en varios monasterios, pero fue muy grande su desilusión al observar que los frailes de las misiones ya no se ocupaban de las almas perdidas. Con gran tristeza notó la comodidad en la que vivían éstos y cómo se habían olvidado de los sacrificios de sus antepasados para compartir la verdad redentora del Evangelio entre los indígenas. Fue entonces, que en tono de suplica, rogó a sus superiores le permitieran realizar su sueño de ser misionero. En un principio sus súplicas fueron negadas, pero finalmente le fue concedida su petición. Sin embargo, a pesar de conseguir su anhelado sueño, le sobrevino una enfermedad que le impedía hacer largos recorridos y le fue recomendado vivir una vida tranquila en un pequeño pueblo, siendo así como llegó a la aldea donde vivía. El cura continuó relatando todos los cambios que se habían llevado a cabo en el pueblo a partir de su llegada, siendo uno de ellos la construcción de una escuela junto con los hombres del pueblo. Además, su trabajo se había diversificado: ya no era únicamente el cura sino maestro, médico y consejero municipal.

Gracias al cura, los habitantes del pueblo tenían ahora vidas más felices. El capitán no pudo contener el llanto, pues estaba verdaderamente asombrado ante el carácter y amor del cura. Su conversación llegó a su fin cuando llegaron al pueblo tan bellamente decorado con luces. Poco después de su llegada, unos pastores entonaron unos villancicos navideños cuyo mensaje melancólico reflejaba el sacrificio tan grande que realizó Jesús al morir por la humanidad. Una vez concluida la pastorela, comenzó la misa de gallo, pues casi era la medianoche. De nuevo fue grande el asombro del capitán, pues a diferencia de todas las iglesias que él conocía, en ésta no había ni un solo ídolo que distrajera al adorador de quien realmente merece la honra: Dios. Al final de la misa, todos, incluyendo el capitán, se dirigieron a casa del alcalde para celebrar la tradicional cena de Nochebuena.

El capitán ocupó un lugar en la mesa entre el cura y un maestro de la escuela, y a pesar de las modestas protestas del cura, el profesor comenzó a relatarle al capitán la historia de cómo este siervo de Dios había sido salvado su vida hacía tres años. Este profesor había vivido en un pueblo vecino por muchos años. La corrupción del clérigo le causaba descontento, y por más que procuró solucionar este problema al presentarle quejas al alcalde, no gano nada más que la oposición del fraile, quien incitando al pueblo en contra del profesor, los convenció de que él era un hereje y que merecía la muerte. El pueblo encolerizado se levantó en contra de este pobre hombre inocente, y apresándolo, lo llevaron a un peñasco de donde lo aventarían. El ver esto, el hijo mayor del profesor corrió a pedir socorro al cura del pueblo vecino. Éste acudió inmediatamente y llegó momentos antes de que mataran al desdichado maestro, e hizo entrar en razón al pueblo al recordarles que ni ellos ni ningún humano podían juzgar si merecía morir o no este hombre. La multitud recapacitó y se disculpó sinceramente, y de no haber sido por la intervención del pacífico cura, el profesor no habría sobrevivido para contar su historia. A partir de entonces, el profesor se quedó a vivir en ese pueblo del cura.

Hubo un segundo acto de amor que presenció el capitán. En éste pudo participar, pero no sin antes conocer la historia detrás de lo que se intentaba realizar. Una mamá y su hija, Carmen, hermosa como ninguna otra muchacha del

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