Noches perdidas

Capítulo I

Noches perdidas

Y así en la oscura noche me perdí y jamás encontré el camino a casa, siguiendo una ilusión, un amor y una pobre esperanza, me encuentro encadenado a este lugar. No solo por no saber el camino, si no, por el hecho de estar encantado por este silencio sombrío, entre mis momentos de calma y concentración en mi cabeza retumba perpetuamente tu nombre, tu voz, tú presencia, esa presencia que envenena. Que me recuerda cada decisión, cada día y cada noche, cada beso, cada caricia y cada palabra que nos dijimos en los momentos más íntimos. Haciéndome sentir aún más miserable que antes. Pero te aprecio, porque gracias a ti logre entender la realidad de esta vida tan cruel e injusta, tan ignorante y oscura.

Ahora reflexiono y se me presenta esta gran incógnita. ¿En esta sociedad se es necesaria la presencia de las multitudes? Esa pregunta se vuelve cada vez más verídica, cada vez más innecesario el contacto con los demás. En mi posición, sentado, en un rincón de esta solitaria cueva se me ha presentado la oportunidad de ver el mundo totalmente prístino. Y gracias a todo eso, es que te aprecio y créeme que en ese crudo amor que tú me ofreciste, aún queda ese espacio que decidiste apartar por conseguir un fragmento de nada.

¿porqué aquí? ¿porqué ahora? Ya después de tanto tiempo en la oscuridad se me hace extraño el cantar de los pájaros, el murmullo del viento, el latir de mi corazón. Es la primera vez desde esa noche que lo escucho con esa vehemencia, tan puro, descontrolado y vivo. Me hace sentir esperanza, que horror, regresan a mi todas esas ilusiones y experiencias. Quizás me envenene de nuevo, me introduzca en la locura y en la necesidad de salir. Quizás deba preguntarme ¿porqué no aquí? ¿porqué no ahora? Quizás sea tiempo de salir, de experimentar, de vivir. Tal vez todo sea diferente y si no, por lo menos todo lo que veía, todo lo que creía y todo lo que distinguía. Será diferente a como lo experimente en aquella primera vez.

Llegó el día, está cadena se oxida, se deshace. Las ataduras se borran al igual que los sueños ¿ha llegado mi día? Parecer ser que si. ¿regresare a casa? Posiblemente a su tiempo ¿la volveré a ver?... Que raro, al parecer no hay respuesta. Bueno hay dos de tres. Me basta con recordar su nombre, ya que su rostro quedo totalmente transparente en mis recuerdos. Quizás te encuentre y me reconozcas, pero yo a ti no. Quizás te me acerques y me dirijas la palabra y yo como un vil extraño te responda ¿te conozco?. Quizás me propongas una cita y yo puede acepté, pero te veré como una más en la sociedad. Lo siento si llegarás a recordarme y causar lágrimas, sólo recuerda que la noche en que te vi por última te dije sin dejar de sonreír – Yo sólo se, que siempre he estado aquí-.

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