Obra: “El Sexto”
Enviado por Harvis Noriega • 17 de Octubre de 2017 • Informe • 1.977 Palabras (8 Páginas) • 875 Visitas
Obra: “El Sexto”
- Título: El Sexto
- Autor: José María Arguedas
- Género: Narrativo
- Párrafos: 154
- Personajes
- Gabriel Osborno - Los vagos
- Alejandro Cámac - Los paqueteros
- Juan o Mok’ontullo - El Sargento
- Francisco Estremadoyro o Pacasmayo - Los guardias
- Policarpo Herrera
- Maraví
- Puñalada
- Rosita
- Pedro
- Torralba
- El Pianista
- El Japonés
- Hechos
Inicio
Empieza con el ingreso del joven Gabriel desde la Intendencia hacia la prisión El Sexto, donde al ingresar oye los canticos de los presos políticos: el de los apristas, la Marsellesa aprista y los comunistas el himno de La Internacional, es conducido al pabellón destinado a los presos políticos, situado en el 3° piso del penal.
Al ingresar en su celda le toca por compañero a Alejandro Cámac que se convierte en su guía y consejero. Cámac le indica cómo está dividido el penal y como son cada uno de los presos.
Desarrollo
Al día siguiente en la mañana los guardias los liberan de sus celdas para ir al patio, cuando están saliendo Gabriel con Cámac escuchan la voz de una mujer cantar, Cámac le cuenta a Gabriel que había un preso homosexual llamado Rosita pero todos lo respetaban por sus grandes delitos que había cometido al igual que el negro Puñalada y Maraví todos ellos muy peligrosos.
Luego de eso Gabriel y Cámac bajaron al primer piso donde se encontraban los delincuentes más peligrosos, el negro Puñalada también estaba allí. Se quedaron un rato luego subieron al segundo piso donde en ese momento Cámac habló con más libertad que en el 1° piso.
Después de varias horas el negro Puñalada comenzó a maltratar a un japonés, éste quería defecar y Puñalada no le permitía y lo pateaba, el japonés se recostó sobre el suelo muy adolorido y Puñalada ordenó al pianista tocar sobre el japonés mientras defecaba. Mientras esto sucedía Puñalada se comenzaba a reír.
Desenlace
Ya a pocas horas para el anochecer Gabriel se puso a observar el crepúsculo y que hacían los prisioneros antes de que a la hora Puñal que era las 7 de la noche los encerraran y ese fue el momento en que los más peligrosos delincuentes como el negro y Rosita defecaban en su misma celda y el excremento le entregaban a los paqueteros para q los echaran a los huecos.
Resumen
La novela empieza con el ingreso del joven Gabriel a la prisión de El Sexto, en pleno centro de Lima, donde oye los cánticos de los presos políticos: los apristas cantan a todo pulmón «La marsellesa aprista» y los comunistas el himno de «La Internacional». Gabriel es un estudiante universitario involucrado en una protesta contra la dictadura que rige al país y por ello es conducido al pabellón destinado a los presos políticos, situado en el tercer piso del penal. Es introducido en una celda, que compartirá en adelante con Alejandro Cámac Jiménez, un sindicalista minero de la sierra central, preso por comunista. Cámac se convierte para Gabriel en el guía y consejero en ese submundo donde se encuentra «lo peor y lo mejor del Perú». La cárcel está dividida en tres niveles: en el primer piso se encuentran los delincuentes más peligrosos y prontuariados; en el segundo están los delincuentes no avezados (violadores, ladrones primerizos, estafadores, etc.) y en el tercero se encuentran, como ya queda dicho, los presos políticos. Gabriel va conociendo uno por uno a los presidiarios. Pedro es el líder de los comunistas y Luis el de los apristas; estos últimos son los más numerosos (más de 200, frente a 30 comunistas). Destacan también el aprista Juan o «Mok’ontullo» y el comunista Torralba. Otros «políticos» como el «Pacasmayo» y el piurano Policarpo Herrera se consideran apolíticos y aducen estar en prisión por venganzas personales. De entre los delincuentes del piso inferior Gabriel conoce a los que son los amos del Sexto: Maraví, el negro Puñalada y el Rosita, éste último un travestido. Otro grupo lo conforman los vagos, algunos de los cuales son pintorescos, como el negro que enseña su pene, «inmenso como el de una bestia de carga», a cambio de diez centavos; pero otros son verdaderos espantajos humanos, víctimas de la burla y el sadismo de los más avezados, como el Pianista, el Japonés y el Clavel. Lo ocurrido en torno a Clavel ejemplifica en su máxima expresión el horror carcelario. Clavel es un muchacho homosexual quien luego de ser violado por los presos, es encerrado por Puñalada en una celda obligándolo a prostituirse, todo ello con la complicidad de los guardias y las autoridades penitenciarias. Clavel termina por enloquecer. Otra escena nos permite conocer el alma bondadosa de Gabriel. Cuando el Pianista agoniza en el pasillo víctima de los maltratos sufridos, Gabriel, con ayuda de «Mok’ontullo», lo recoge, lo regresa a su celda y lo abriga con su ropa. Inesperadamente se acerca el Rosita ofreciendo ayuda y protección al Pianista. Pero éste aparece muerto al día siguiente y algunos presos acusan a Gabriel de ser responsable de su muerte, presumiendo que las ropas que le regaló habían atraído la codicia de los vagos quienes en el forcejeo para quitárselas lo habrían ahorcado. Esto provoca una disputa entre apristas y comunistas; los primeros acusan a los segundos de provocar el incidente, para enredar a «Mok’ontullo» con Rosita, y así ensuciar la trayectoria de quien era considerado como la esperanza del partido, por su juventud y entusiasmo. Este incidente provoca una serie de discusiones entre los militantes de cada partido. Los apristas se consideran los verdaderos representantes del pueblo peruano y acusan a los comunistas de estar al servicio de Moscú; por su parte, los comunistas acusan a los apristas de ser intrigantes y actuar solo como instrumentos de la clase oligárquica para frenar la revolución auténtica. Ante tal discusión, Gabriel no tiene reparos en decir abiertamente que no comulga con ideologías y disciplinas politizadas que, según él, limitan la libertad natural del ser humano. Los demás comunistas le responden que es un idealista y soñador, y que le faltaba compenetrarse más con la doctrina del partido. Mientras tanto, el Clavel continua siendo prostituido en su celda, lo que conmueve y repugna a los presos políticos. El más afectado es «Pacasmayo», quien para colmo es presa de una extraña enfermedad que le hace enrojecer el rostro, ante la indiferencia del médico de la prisión, quien se limita a decirle que solo es un mal pasajero. El piurano también demuestra abiertamente su aversión hacia todos los actos homosexuales y de violencia sexual que se practican en la cárcel. Los líderes de los presos políticos se ponen de acuerdo y solicitan una entrevista con el Comisario del penal; asimismo le envían un petitorio donde exigen que se ponga fin al tráfico sexual y se trasladen a otra prisión al Puñalada, Maraví y Rosita. Firman la solicitud Pedro, Luis y Gabriel (éste último en nombre de los universitarios e independientes). El Comisario llama a todos ellos a su despacho; luego de leer el petitorio, lo rechaza iracundo, aduciendo que la cárcel era precisamente para eso, para que los presos se jodieran entre ellos, y que debían estar más bien agradecidos los políticos de que no fueran encerrados en el primer piso, lo cual sería, según él, el verdadero castigo, por traidores a la patria. Luis y Gabriel no se contienen y responden digna y airadamente; ante lo cual el Comisario llama a los guardias y ordena que los golpeen y los devuelvan a sus celdas.
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