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Obra el Caminante


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2015  •  Documentos de Investigación  •  2.865 Palabras (12 Páginas)  •  309 Visitas

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El Caminante es una obra llena de mucha filosofía, donde nos abre la mente a cada persona y nos hace conocer lo que en realidad debemos perseguir, pues nos enseña que a pesar de los problemas que nos acarrea, debemos tener nuestra conciencia positiva, saber que los problemas siempre están ahí, pero nosotros somos lo que les damos cabida para que nos venzan.

Debemos tener en cuenta que nunca debemos dejar que las aguas de los problemas se pongan por encima de nosotros, porque sus corrientes nos arrastraran y nos ahogaran.

La principal misión de todo ser humano en esta vida es encontrar en uno mismo nuestra felicidad y libertad, así como la de nuestro prójimo.

Cuando adoptamos el control de nuestra vida podemos lograr múltiples cosas.

La vida está llena de misterio, solo tenemos que saber cómo nos conducimos y hacia donde iremos, pues un camino equivocado nos costará mucho.

Todos tenemos nuestro momento en el cual brillamos. Existen momentos que los problemas nos agobian y pensamos que todo terminará ahí, pero debemos de tener confianza y pensar en los momentos victoriosos y maravillosos que logramos, solo basta tener plena confianza en uno mismo.

        

El Caminante era un anciano que le daba siete vueltas al pueblo dormido de aquella aldea de donde mucho tiempo atrás había salido. La gente dormía serena, pero sentía la presencia del enigmático caminante en la calle oscura. Todos sabían de su existencia, pero pocos lo conocían, excepto un joven, que lo había visto en su sueño, e impaciente, aguardaba su regreso.

Era un joven aldeano, que admiraba al caminante por lo que escuchaba de sus ancestros y con frecuencia, en estado soporífero, lo veía en un estrambótico ritual antes del sol despertarse. Esa noche permaneció en vela, obediente a su corazón que le había anunciado su regreso. Lo vio salir de la oscuridad y llegar a su pueblo natal. Oculto en la penumbra, lo fue siguiendo hasta llegar a una vieja casona, aquel muchacho sabía que el viejo escondía un misterio y estaba dispuesto a desvelarlo.

El joven siguiendo al caminante notaba que en cada lugar que llegaban insultaban al caminante, pero éste nunca se enojaba, ni respondía aquellas insolencias, más bien enseñaba al joven a saber en cuales momentos se debe hablar y en cuales se debe callar. Éste joven contemplado por la forma del caminante y por sus conocimientos le dijo: Caminante, eres un hombre prudente y sabio. ¿Cómo lograste ese estado de armonía con la naturaleza, con tu medio, contigo y con Dios?

Dos lágrimas se asomaron a los ojos del muchacho. Cabizbajo, se cubrió el rostro con sus manos. De pronto un llanto sollozante, que le hizo perder el control, se apoderó de él. Las palabras se les atragantaban. Al cabo de un rato, dijo:

  • Apenas tengo veinte y soy un desastre. No tiene sentido mi vida. Nunca tendré el conocimiento, la confianza en mí mismo y la prudencia que tienes, “Caminante”.

El Caminante sosegado le dice: Yo también perdí la dirección de la vida a los veinte, sentía que mi vida no tenía razón, estaba destrozado, hice cuantas cosas en este mundo para sentirme feliz, pero cada día me sentía más y más vacio, hasta intente quitarme la vida pues había perdido el amor de mi vida que se llamaba Any, ya que sus padres no aceptaban nuestra relación y la alejaron de mí. Ella era mi luz y al perderla todo se me fue abajo, pero pude librarme de toda esa melancolía.

Aprendí que en la vida hay muchos obstáculos pues pasamos por momentos difíciles pero nosotros somos lo que le damos cabida a que esos problemas y dificultades nos destruyan por completo.

En los juegos de la vida no siempre se gana, a veces también se pierde y hay que aceptarlo. En la vida no debemos de actuar por el ego para darnos a notar, pues nuestro ego es nuestra propia perdición, las personas que se valora demasiado pierde mucho, pues el súper yo hace que hasta nuestra propia familia se nos aleje, luego que no tenemos a nadie a nuestro alrededor ahí sabremos la importancia que tienen las demás personas.

La avaricia es uno de los problemas del ser humano, pues queremos amontonar multitudes de riqueza sin importarnos los demás, las personas avaro mueren miserable y pobre pues guardan todo el dinero y no gastan solo para sentirse que tienen más que otros, luego que mueren todas esas riquezas se queda en la tierra, pues cuando morimos nada nos llevamos, así como vinimos al mundo, así mismo nos vamos; todo ese dinero que amontonamos en vez de disfrutarlo, al momento que morimos otros lo disfrutan. Es mejor morir pobre pero disfrutando de la vida que Dios nos ha dado y ayudando a nuestro prójimo, que morir rico, siendo un avaro solo pensando en nuestros propios intereses y amontonando muchas riquezas sin poder disfrutarla al final de nuestra vida.

La riqueza no se mide por el dinero que tienes, sino por las cosas que no cambiarías por dinero.

En la vida debemos saber que amigos buscamos pues no todos los que dicen ser tus amigos lo son, ni todos que pensamos que son nuestros enemigos lo son, pues a veces pasamos por momentos difíciles y aquellos que pensamos que son nuestros amigos son los primeros que nos dan la espalda sin embargo lo que creemos que son nuestros enemigos son los primeros que nos brindan su ayuda.

A veces culpamos a los demás de nuestros propios fracasos, sin saber que nosotros mismo somos el resultado de las decisiones que tomamos, nunca debemos quejarnos de nada ni de nadie, porque fundamentalmente nosotros hacemos lo que queremos de nuestra vida y por ende debemos tomar nuestra propia responsabilidad y acusarnos de nuestro fracaso.

Las personas debemos ser humilde, pues la humildad nos hace persona de bien, a través de la humildad podemos socializarnos con diversas personas y eso nos hace sabio, pues la sabiduría no viene por el conocimiento acumulado sino por la manera de ser y tratarnos con los demás, de nada nos vale tener todo el conocimiento del mundo y ser una persona soberbia, pues el soberbio se cree perfecto y tan superior a los demás que piensa que nadie lo merece. Se cree que no necesita de otros, no reconoce los méritos de los demás ni reconoce sus errores, es arrogante, vanidoso, presumido, hipócrita, altanero.

La soberbia es hija de la vanidad, hermana menor de la arrogancia y amiga íntima de la hipocresía.

El Caminante luego de adquirir todos esos conocimientos y pasar por todos esos problemas, también le contó al joven que en la medida en que se desarrolló ayudó a más personas, principalmente a un personaje llamado Marino que se encontraba en un templo por haber perdido la dirección de su vida que era su familia por no dedicarle el tiempo que merecía y que cada vez que llegaba a su casa formaba siempre una discusión por reclamar y exigir lo que no daba. Ese personaje estaba arrepentido, deseaba tener devuelta a su familia y ver a su hijo por lo cual le suplicó que lo ayudara. El Caminante en ese tiempo le prometió que lo ayudaría.

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