Onomatopeya

mejor entonces, que el examen de admisión fuera de actitud, de valores, pero ahora después de haber escrito todo esto, empiezo a pensar que tal vez yo elegí mal mi profesión, quizá no debo ser docente, sino entrenador. Quizá toda la inconformidad que plasmo en estas hojas no sea más que el reflejo de mi frustración y decepción por haber elegido una carrera que no llena mis expectativas como persona, seguramente todas las características que mencioné en un principio las poseo yo mismo y no soporto ser uno más de tantos maestros defectuosos que está generando la escuela.

Me gusta hacer ejercicio diario, lo hago a veces hasta quedar al borde de la inconsciencia o del vómito, y tal vez sea ese apasionamiento el que no me deja comprender que algunos compañeros tal vez no tienen las mismas cualidades volitivas que yo poseo, y sin embargo son mejores que yo en otros aspectos.

Estoy seguro de que no voy a cambiar la actitud mediocre de algunos de mis compañeros, pero ¿quién me asegura que cuando yo de clases voy a poder cambiar la actitud de mis alumnos si son igual de apáticos? Posiblemente la experiencia sea la mejor herramienta, seguramente el conocimiento y la habilidad lo son, sólo espero tener la capacidad de cambiar las vidas de mis alumnos y dejar en ellos la idea de que una vida sin ejercicio (sin salud) no es vida.

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