Pedro Paramo
Enviado por lcalderon • 21 de Octubre de 2012 • 3.328 Palabras (14 Páginas) • 477 Visitas
RESUMEN DEL LIBRO :
Pedro Páramo
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(francisco vásquez)
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ANÁLISIS DE PEDRO PÁRAMO, DE JUAN RULFO
Juan Rulfo (1918 - 1986)
Fue un novelista y cuentista nacido en Méjico, más específicamente en Acapulco. Esta localidad sirvió de escenario para la guerra cristera, que se prolongó entre los años 1926 y 1929, hecho que posteriormente influiría tanto en su vida como en su obra.
En 1924, a la edad de 6 años entró en la Escuela primaria, siendo este el mismo año en el que viera morir a su padre. Posteriormente, en 1930, fallece su madre, razón por la cual queda bajo la custodia de su abuela.
En 1934 se traslada a la Capital y posteriormente, en 1938 comienza a escribir “Los hijos del desaliento”, mientras colabora en la revista “América”. En 1942, publicó dos cuentos en la revista “Pan”, que a la postre formarían parte de “El llano en llamas” (1953).
Comenzó a trabajar en dos capítulos de “Pedro Páramo” (1955), que fueron publicados en revistas de literatura, y posteriormente en lo que sería la obra completa, que de manera casi inmediata fue traducida a varios idiomas.
Así como Rulfo se destacó por sus cuentos y novelas, también incursionó en guiones de cine, entre sus creaciones se encuentran obras como ”El despojo”, “El gallo de oro” y “La fórmula secreta”. Cabe mencionar que junto a estas obras se realizó una versión cinematográfica de “Pedro Páramo”, en el año 1967.
A lo largo de su vida el escritor se caracterizó por ser un gran viajero, razón que junto a su eminencia lo llevaron a participar en numerosos encuentros internacionales de literatura. En 1970 recibió el Premio Nacional de Literatura en Méjico y en 1983 el Premio Príncipe de Asturias en España. Murió en 1986 en la ciudad de Méjico.
Juan Rulfo y su corriente literaria
Juan Rulfo perteneció a la denominada corriente de 1942. Que agrupa a los autores nacidos entre 1905 y 1919. Esta generación se caracteriza por sus escritos de corte superrealista y por sus pensamientos neorrealistas.
El movimiento superrealista tiene su origen en la valoración del mundo subconsciente. Y se busca dar una versión literaria sin limitación alguna racional o preceptiva. Este anhelo de libertad aparece ya en los Románticos, pero los Superrealistas lo llevan a la exageración. Se puede ver matices de superrealismo en algunas obras de Juan Ramón Jiménez (1881-1958).
*1 “La inteligencia capitalista ofrece, entre otros síntomas de su agonía, el vicio del cenáculo. Es curioso observar cómo las crisis más agudas y recientes del imperialismo económico, —la guerra, la racionalización industrial, la miseria de las masas, los cracs financieros y bursátiles, el desarrollo de la revolución obrera, las insurrecciones coloniales, etc., — corresponden sincrónicamente a una furiosa multiplicación de escuelas literarias, tan improvisadas como efímeras. Hacia 1914, nacía el expresionismo (Dvorack, Fretzer). Hacia 1915, nacía el cubismo (Apollinaire, Reverdy). En 1917 nacía el dadaísmo (Tzara, Picabia). En 1924, el superrealismo (Breton, Ribemont Dessaignes). Sin contar las escuelas ya existentes: simbolismo, futurismo, neosimbolismo, unanimismo, etc. Por último, a partir de la pronunciación superrealista, irrumpe casi mensualmente una nueva escuela literaria. Nunca el pensamiento social se fraccionó en tantas y tan fugaces fórmulas. Nunca experimentó un gusto tan frenético y una tal necesidad por estoreotiparse en recetas y clisés, como si tuviera miedo de su libertad o como si no pudiese producirse en su unidad orgánica. Anarquía y desagregación semejantes no se vio sino entre los filósofos y poetas de la decadencia, en el ocaso de la civilización greco-latina. Las de hoy, a su turno, anuncian una nueva decadencia del espíritu: el ocaso de la civilización capitalista.
La última escuela de mayor cartel, el superrealismo, acaba de morir oficialmente.
En verdad, el superrealismo, como escuela literaria, no representaba ningún aporte constructivo. Era una receta más de hacer poemas sobre medida, como lo son y serán las escuelas literarias de todos los tiempos. Más todavía. No era ni siquiera una receta original.
Toda la pomposa teoría y el abracadabrante método del superrealismo, fueron condenados y vienen de unos cuantos pensamientos esbozados al respecto por Apollinaire. Basados sobre estas ideas del autor de Caligramas, los manifiestos superrealistas se limitaban a edificar inteligentes juegos de salón relativos a la escritura automática, a la moral, a la religión, a la política.
Juegos de salón, —he dicho, e inteligentes también: cerebrales —debiera decir. Cuando el superrealismo llegó, por la dialéctica ineluctable de las cosas, a afrontar los problemas vivientes de la realidad —que no dependen precisamente de las elucubraciones abstractas y metafísicas de ninguna escuela literaria—, el superrealismo se vio en apuros. Para ser consecuente con lo que los propios superrealistas llamaban "espíritu crítico y revolucionario" de este movimiento, había que saltar al medio de la calle y hacerse cargo, entre otros, del problema político y económico de nuestra época. El superrealismo se hizo entonces anarquista, forma ésta la más abstracta, mística y cerebral de la política y la que mayor se avenía con el carácter ontológico por excelencia y hasta ocultista del cenáculo. Dentro del anarquismo, los superrealistas podían seguir reconociéndose, pues con él podía convivir y hasta consustanciarse el orgánico nihilismo de la escuela.
Pero, más tarde, andando las cosas, los superrealistas llegaron a apercibirse de que, fuera del catecismo superrealista, había otro método revolucionario, tan "interesante" como el que ellos proponían: me refiero al marxismo. Leyeron, meditaron y, por un milagro muy burgués de eclecticismo o de "combinación" inextricable, Breton propuso a sus amigos la coordinación y síntesis de ambos métodos. Los superrealistas se hicieron inmediatamente comunistas.
Es sólo en este momento —y no antes ni después—, que el superrealismo adquiere cierta trascendencia social. De simple fábrica de poetas en serie, se trasforma en un movimiento político militante y en una pragmática intelectual
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